9/07/2017, 17:38
Su impulsiva reacción había tenido el efecto deseado: su brazo impactó de lleno en el maleante, y su fuerza potenciada por las habilidades congénitas de su clan habían hecho mella en Doku, que quedó atolondrado a unos metros más adelante; luchando con su bilis e intentando encontrar una bocanada de aire que le aliviara el vacío en su estómago.
El apéndice macizo empezó entonces a decrecer tan drásticamente como su anterior crecimiento, mientras el escualo observaba tan atónito a la víctima de su movimiento que poco había reparado en que aún quedaban otros dos por enfrentar. Y es que fue ahí cuando cualquiera se habría dado cuenta de que aquello no fue una acción premeditada, ni mucho menos, sino un impulso de lo más grosero que revelaba a cara abierta la poca experiencia de un simple y mundano genin bravucón.
Quien habría recibido una clara apuñalada por la espalda —en realidad no, tan sólo le habría atravesado como aguja en algodón sin ningún tipo daño mortal, pero que de alguna forma le habría tocado la moral por no haber pensado en ello con anterioridad—; de no ser por la heroica aparición de un sexto participante, quien atravesó el ventanal y embistió como toro enfurecido al que planeaba herir al gyojin con su navaja.
Kaido pudo oír aquel estruendo y ver además como la corpulencia de aquel nuevo invitado hacía de aquel callejón un lugar mucho más estrecho que antes. El hombre macizo agachó la cabeza, poco después de que Skippy revelara que se trataba de nada más y nada menos que de su primo Yim.
O Yaimu, o del homosexual de Lindesvan.
«¿Por qué esta gente habla tan raro? ¡¿qué clase de jerga de submundo es ésta, joder?!»
—Para casita, sí. Muévase, Skippy, ¡vamos!
Una vez el viejo se hubiera movido, él también echaría a correr en dirección al grandote de Yim.
El apéndice macizo empezó entonces a decrecer tan drásticamente como su anterior crecimiento, mientras el escualo observaba tan atónito a la víctima de su movimiento que poco había reparado en que aún quedaban otros dos por enfrentar. Y es que fue ahí cuando cualquiera se habría dado cuenta de que aquello no fue una acción premeditada, ni mucho menos, sino un impulso de lo más grosero que revelaba a cara abierta la poca experiencia de un simple y mundano genin bravucón.
Quien habría recibido una clara apuñalada por la espalda —en realidad no, tan sólo le habría atravesado como aguja en algodón sin ningún tipo daño mortal, pero que de alguna forma le habría tocado la moral por no haber pensado en ello con anterioridad—; de no ser por la heroica aparición de un sexto participante, quien atravesó el ventanal y embistió como toro enfurecido al que planeaba herir al gyojin con su navaja.
Kaido pudo oír aquel estruendo y ver además como la corpulencia de aquel nuevo invitado hacía de aquel callejón un lugar mucho más estrecho que antes. El hombre macizo agachó la cabeza, poco después de que Skippy revelara que se trataba de nada más y nada menos que de su primo Yim.
O Yaimu, o del homosexual de Lindesvan.
«¿Por qué esta gente habla tan raro? ¡¿qué clase de jerga de submundo es ésta, joder?!»
—Para casita, sí. Muévase, Skippy, ¡vamos!
Una vez el viejo se hubiera movido, él también echaría a correr en dirección al grandote de Yim.