11/07/2017, 09:17
Ante el comando de su creadora, las tres réplicas se habían abalanzado sobre Ritsuko en un ataque perfectamente coordinado. Sus golpes iban dirigidos hacia el rostro, el estómago y los tobillos de su contrincante, pero la pelirroja decidió saltar para evitar el último y abalanzarse sobre la Ayame que iba al frente con los brazos cruzados a la altura del rostro. Sin embargo, cuando estaban a punto de colisionar, los tres clones estallaron al unísono en sendas nubes de humo que obstaculizarían los ojos ya cerrados de la de Kusagakure.
Y de esa nube de humo surgiría de repente la verdadera Ayame, impulsada con el cuerpo agachado y el brazo derecho retraído. El público ahogó una exclamación. Y no era para menos, pues el brazo de la kunoichi se había hinchado de manera casi grotesca hasta convertirlo literalmente en un martillo hidráulico que golpearía con brutalidad el torso de su oponente y la enviaría de vuelta varios metros hacia atrás.
—Debes estar de broma... —murmuró Ayame para sí, pálida como la cera, jadeando ligeramente por el esfuerzo realizado.
Y es que ahora que las mangas de Ritsuko se habían retraído para atacar, quedaban a la vista dos cuchillas de acero perfectamente anexionados a sus antebrazos.
«Por eso estaba tan empeñada en acercarse...» Meditó, y un escalofrío la recorrió de los pies a la cabeza.
Aquellas armas eran terriblemente peligrosas. Si ella fuera una persona normal y corriente, podría haber sentido incluso el peligro de la muerte respirando en su nuca. Sin embargo, podía sentirse afortunada. Ella no era una persona normal y corriente. Ella era una Hōzuki. Y los Hōzuki no sangraban.
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CK:–
- 2 shuriken
Y de esa nube de humo surgiría de repente la verdadera Ayame, impulsada con el cuerpo agachado y el brazo derecho retraído. El público ahogó una exclamación. Y no era para menos, pues el brazo de la kunoichi se había hinchado de manera casi grotesca hasta convertirlo literalmente en un martillo hidráulico que golpearía con brutalidad el torso de su oponente y la enviaría de vuelta varios metros hacia atrás.
—Debes estar de broma... —murmuró Ayame para sí, pálida como la cera, jadeando ligeramente por el esfuerzo realizado.
Y es que ahora que las mangas de Ritsuko se habían retraído para atacar, quedaban a la vista dos cuchillas de acero perfectamente anexionados a sus antebrazos.
«Por eso estaba tan empeñada en acercarse...» Meditó, y un escalofrío la recorrió de los pies a la cabeza.
Aquellas armas eran terriblemente peligrosas. Si ella fuera una persona normal y corriente, podría haber sentido incluso el peligro de la muerte respirando en su nuca. Sin embargo, podía sentirse afortunada. Ella no era una persona normal y corriente. Ella era una Hōzuki. Y los Hōzuki no sangraban.
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63/110
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Suika no Jutsu activado
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