3/07/2015, 15:01
Zuka parecía no haberse molestado por su intento de broma, incluso lo siguió. No entendió muy bien como su actitud se mantenía igual durante todo el rato que llevaban juntos, pero no le molestó, al menos estaba siendo agradable con él.
Tan bien se sintió por unos momentos, que llegó a hacer una pregunta de lo más extraña, que fue contestada practicamente con la mirada de su acompañante. Mirada que hizo que Juro se arrepintiera de haberlo preguntado. Pensó que le había molestado, pero para su sorpresa, terminó por aclarar la duda.
— Oh, debe ser agradable — comentó, intentando enmendar su error. Imaginó una casita de madera, rodeada de naturaleza, cercana a un dojo — la mia es vieja y esta a las afueras, también tiene un cesped, y un taller.
Inocentemente, no imaginó que tener un taller fuera considerado raro. Él se refería al taller donde creaban y guardaban sus marionetas, aquel con doble fondo, pero claro, Zuka no tenía forma de saberlo.
Pero todo esto quedaría atrás. Como si en todo el rato en el que hubiese estado con el genin de Kusa hubiese estado en un espacio paralelo, lejos de la realidad. En cuanto oyo lo que le dijo, sobre un genin de su misma aldea con el que peleo, todo se hizo añicos, y sintió como si despertara de un largo sueño.
No podía ser Kazuma, no podía ser...
"¿Ah si? ¿Cuantos chicos de cabellos blancos y ojos grises hay por la aldea? — una vocecilla en su cabeza confirmó lo que no quería oir.
Pero lejos de parar, Zuka siguió sin ninguna piedad, martilleando sus odios con cosas horribles, que pondrían mal a cualquiera. Que si golpeó a civiles, que si le insultó...Solo faltaba que le dijese que mataba a cachorritos y que le daba cigarrillos a niños pequeños. Poco a poco, el marionetista fue perdiendo totalmente su color, y palideció, al oír todo lo que le decía.
No era algo demasiado extraño, Kazuma era su compañero, y lo que le estaba diciendo...Cuando le dijo que había insultado a su aldea entera, no pudo aguantarlo más.
— ¡Él no haría algo así¡ — en un principio no se dio cuenta, pero estaba gritando. Por algun razón, ya no estaba sentado, estaba de pie, con los puños apretados. Se dio cuenta quizá un poco tarde, y sintió temor por ello — Yo...Lo siento...Es que...
Más sorprendido que asustado por lo que acababa de hacer, volvió a sentarse, aunque ya estaba igual. Era como si el suelo en el que se había recostado, ahora estuviese hecho de piedras, y se removió, incomodo.
— ¿Hablas de Ishimura Kazuma, no? — le preguntó, mirándole directamente a los ojos. Necesitaba saberlo
Tan bien se sintió por unos momentos, que llegó a hacer una pregunta de lo más extraña, que fue contestada practicamente con la mirada de su acompañante. Mirada que hizo que Juro se arrepintiera de haberlo preguntado. Pensó que le había molestado, pero para su sorpresa, terminó por aclarar la duda.
— Oh, debe ser agradable — comentó, intentando enmendar su error. Imaginó una casita de madera, rodeada de naturaleza, cercana a un dojo — la mia es vieja y esta a las afueras, también tiene un cesped, y un taller.
Inocentemente, no imaginó que tener un taller fuera considerado raro. Él se refería al taller donde creaban y guardaban sus marionetas, aquel con doble fondo, pero claro, Zuka no tenía forma de saberlo.
Pero todo esto quedaría atrás. Como si en todo el rato en el que hubiese estado con el genin de Kusa hubiese estado en un espacio paralelo, lejos de la realidad. En cuanto oyo lo que le dijo, sobre un genin de su misma aldea con el que peleo, todo se hizo añicos, y sintió como si despertara de un largo sueño.
No podía ser Kazuma, no podía ser...
"¿Ah si? ¿Cuantos chicos de cabellos blancos y ojos grises hay por la aldea? — una vocecilla en su cabeza confirmó lo que no quería oir.
Pero lejos de parar, Zuka siguió sin ninguna piedad, martilleando sus odios con cosas horribles, que pondrían mal a cualquiera. Que si golpeó a civiles, que si le insultó...Solo faltaba que le dijese que mataba a cachorritos y que le daba cigarrillos a niños pequeños. Poco a poco, el marionetista fue perdiendo totalmente su color, y palideció, al oír todo lo que le decía.
No era algo demasiado extraño, Kazuma era su compañero, y lo que le estaba diciendo...Cuando le dijo que había insultado a su aldea entera, no pudo aguantarlo más.
— ¡Él no haría algo así¡ — en un principio no se dio cuenta, pero estaba gritando. Por algun razón, ya no estaba sentado, estaba de pie, con los puños apretados. Se dio cuenta quizá un poco tarde, y sintió temor por ello — Yo...Lo siento...Es que...
Más sorprendido que asustado por lo que acababa de hacer, volvió a sentarse, aunque ya estaba igual. Era como si el suelo en el que se había recostado, ahora estuviese hecho de piedras, y se removió, incomodo.
— ¿Hablas de Ishimura Kazuma, no? — le preguntó, mirándole directamente a los ojos. Necesitaba saberlo