4/07/2015, 13:40
Eri se asustó de nuevo e intentó por todos los medios mantener la calma. El chico la estaba hablando, y eso que solo le había dicho hola por aparentar que era amable y luego dejarle en paz para no molestar. Negó en su interior, ahora no podía irse corriendo y huir de la situación. ¿Y qué le digo? ¿Y si no me salen las palabras? Pero luego se llevó una mano a la frente, ¿qué estaba pensando?
El chico parecía esperar una respuesta, así que hizo lo que mejor se le da hacer, hablar sin pensar.
- Disculpa mis modales, es que no sabía cuánto ruido iba a hacer al estar aquí y al verte descansando no quería despertarte, pero he conseguido lo contrario. - Susurró apenada. Luego se dio cuenta de que lo mejor quizás sería presentarse. - Me llamo Eri, y solo estoy en estas islas de paso, ¿y tú quién eres, popu? - Preguntó sentándose a su lado, curiosa.
Muy bien Eri, así pensará que eres retrasada.
Pero sus impulsos ya le habían llevado a eso y era tarde para echarse atrás, además parecía molesto o quizá extrañado, claro, no es normal que una completa desconocida te saque del sueño de una manera tan... Extraña. Pero tampoco lo sabía descifrar bien. En ese entonces empezaba a echar de menos a su madre y a cuestionarse en su interior por qué se había ido.
Maldita curiosidad.
El chico parecía esperar una respuesta, así que hizo lo que mejor se le da hacer, hablar sin pensar.
- Disculpa mis modales, es que no sabía cuánto ruido iba a hacer al estar aquí y al verte descansando no quería despertarte, pero he conseguido lo contrario. - Susurró apenada. Luego se dio cuenta de que lo mejor quizás sería presentarse. - Me llamo Eri, y solo estoy en estas islas de paso, ¿y tú quién eres, popu? - Preguntó sentándose a su lado, curiosa.
Muy bien Eri, así pensará que eres retrasada.
Pero sus impulsos ya le habían llevado a eso y era tarde para echarse atrás, además parecía molesto o quizá extrañado, claro, no es normal que una completa desconocida te saque del sueño de una manera tan... Extraña. Pero tampoco lo sabía descifrar bien. En ese entonces empezaba a echar de menos a su madre y a cuestionarse en su interior por qué se había ido.
Maldita curiosidad.