22/07/2017, 16:49
—Espero no haberte hecho pasar un mal rato, pero quería saber sí los ninjas eran tan buenos como decían jeje, lo siento.— Dijo en tono relajado e interponiendo una sonrisa para tratar de excusarle de mejor manera.
—Está bien, solo no hagas más cosas come esa —sentencio, con su habitual voz serena.
—Por cierto... ¿Ya sabes qué vas a vestir para la cena? —pregunto, mientras examinaba su armario.
—Aun lo estoy pensando; no sé qué tan formal tengamos que vestir —confeso, mientras guardaba sus llaves—. Supongo que usare algo elegante pero sencillo, y esperare que no todos vayan tan extravagantemente ataviados como nuestro hospedador.
Observo la desordenada habitación del joven y su indecisión al momento de buscar y escoger. Para el resultaba una suerte el que Naomi siempre supiese que debía de usarse, exactamente, en cada ocasión.
—Te dejo para que puedas prepararte, Keisuke —hizo una leve reverencia y comenzó a caminar hacia la puerta—. Nos vemos mas tarde.
Unas horas más tarde, la llamada para la cena fue hecha, y los invitados fueron escoltados hasta el comedor principal, lugar que se presentaba tan suntuoso como el resto de las instalaciones. Había una gran mesa, con muchos asientos, los suficientes como para acomodarlos a todos, e incontable cantidad de cubiertos, platos, copas y otros enceres que también estaban elaborados en la más fina plata, porcelana y cristal. A la cabeza de tan prometedor bufete, se encontraba sentado y a la espera Sarutobi Kazushiro, el señor de aquel palacio conocido como “el nido de cristal”.
—¡Bienvenidos, mis preciados invitados! —expreso aquel hombre corpulento y elegante.
Los encargados permitieron que cada quien se sentara en donde más le placiera antes de iniciar con el servicio. Kōtetsu busco entre el gentío a Keisuke, pero tanta gente vestida de manera tan lujosa distraía su vista. Por su parte, estaba usando un elegante kimono de algodón negro, grueso y bastante cómodo. Su cabello estaba perfectamente peinado y recogido en una fina coleta, provocando la sensación de que le faltaba algo agitándose alrededor de su cabeza. Naomi también se encontraba finamente vestida: Portaba un kimono de un color rosa pálido y un obi de un violeta oscuro.
“Sera que Keisuke-san no estará presente en la cena”, se pregunto.
—Está bien, solo no hagas más cosas come esa —sentencio, con su habitual voz serena.
—Por cierto... ¿Ya sabes qué vas a vestir para la cena? —pregunto, mientras examinaba su armario.
—Aun lo estoy pensando; no sé qué tan formal tengamos que vestir —confeso, mientras guardaba sus llaves—. Supongo que usare algo elegante pero sencillo, y esperare que no todos vayan tan extravagantemente ataviados como nuestro hospedador.
Observo la desordenada habitación del joven y su indecisión al momento de buscar y escoger. Para el resultaba una suerte el que Naomi siempre supiese que debía de usarse, exactamente, en cada ocasión.
—Te dejo para que puedas prepararte, Keisuke —hizo una leve reverencia y comenzó a caminar hacia la puerta—. Nos vemos mas tarde.
Unas horas más tarde, la llamada para la cena fue hecha, y los invitados fueron escoltados hasta el comedor principal, lugar que se presentaba tan suntuoso como el resto de las instalaciones. Había una gran mesa, con muchos asientos, los suficientes como para acomodarlos a todos, e incontable cantidad de cubiertos, platos, copas y otros enceres que también estaban elaborados en la más fina plata, porcelana y cristal. A la cabeza de tan prometedor bufete, se encontraba sentado y a la espera Sarutobi Kazushiro, el señor de aquel palacio conocido como “el nido de cristal”.
—¡Bienvenidos, mis preciados invitados! —expreso aquel hombre corpulento y elegante.
Los encargados permitieron que cada quien se sentara en donde más le placiera antes de iniciar con el servicio. Kōtetsu busco entre el gentío a Keisuke, pero tanta gente vestida de manera tan lujosa distraía su vista. Por su parte, estaba usando un elegante kimono de algodón negro, grueso y bastante cómodo. Su cabello estaba perfectamente peinado y recogido en una fina coleta, provocando la sensación de que le faltaba algo agitándose alrededor de su cabeza. Naomi también se encontraba finamente vestida: Portaba un kimono de un color rosa pálido y un obi de un violeta oscuro.
“Sera que Keisuke-san no estará presente en la cena”, se pregunto.