22/07/2017, 17:05
(Última modificación: 29/07/2017, 02:28 por Amedama Daruu.)
—Estoy de acuerdo. Sigamos. Ya voy yo delante.
Ayame suspiró para sus adentros. Era toda una fortuna que Daruu no hubiese decidido continuar con el tema, pues ni siquiera sabía cómo podría continuar con aquella mentira si le seguía preguntando al respecto.
Así, dieron media vuelta y volvieron sobre sus pasos para seguir de nuevo la pared contraria. Una y otra vez el mismo mecanismo, monótono, repetitivo y aburrido... Pero necesario para sobrevivir a aquella locura de aquel psicópata anónimo, seguramente muerto hace mucho, mucho tiempo. Recorrieron el largo pasillo en silencio y al final del mismo giraron a la derecha.
—¡Mira, Daruu-kun, mira! —exclamó Ayame, señalando la salida que quedaba justo a su izquierda.
Si siguieran con su método, el de seguir la pared con total y absoluta fidelidad, deberían pasar de largo aquella salida. Una salida que conducía a un pequeño vestíbulo donde, al fondo del mismo, una tenue luz iluminaba un ascensor con el kanji 青龍 grabado en sus puertas:
—¡Felicidades, mis queridos concursantes! ¡Habéis sido los primeros en resolver la prueba y salir por la puerta de Seiryū! ¡Ahora dejad a los demás atrás y subid al Olimpo de los vencedores! ¡Os espera arriba vuestra recompensa!
—¡Al fin podemos salir de aquí! —exclamó, Ayame, con los ojos brillantes de ilusión, antes de adelantarse hacia el ascensor.
Ayame suspiró para sus adentros. Era toda una fortuna que Daruu no hubiese decidido continuar con el tema, pues ni siquiera sabía cómo podría continuar con aquella mentira si le seguía preguntando al respecto.
Así, dieron media vuelta y volvieron sobre sus pasos para seguir de nuevo la pared contraria. Una y otra vez el mismo mecanismo, monótono, repetitivo y aburrido... Pero necesario para sobrevivir a aquella locura de aquel psicópata anónimo, seguramente muerto hace mucho, mucho tiempo. Recorrieron el largo pasillo en silencio y al final del mismo giraron a la derecha.
—¡Mira, Daruu-kun, mira! —exclamó Ayame, señalando la salida que quedaba justo a su izquierda.
Si siguieran con su método, el de seguir la pared con total y absoluta fidelidad, deberían pasar de largo aquella salida. Una salida que conducía a un pequeño vestíbulo donde, al fondo del mismo, una tenue luz iluminaba un ascensor con el kanji 青龍 grabado en sus puertas:
—¡Felicidades, mis queridos concursantes! ¡Habéis sido los primeros en resolver la prueba y salir por la puerta de Seiryū! ¡Ahora dejad a los demás atrás y subid al Olimpo de los vencedores! ¡Os espera arriba vuestra recompensa!
—¡Al fin podemos salir de aquí! —exclamó, Ayame, con los ojos brillantes de ilusión, antes de adelantarse hacia el ascensor.