22/07/2017, 21:28
(Última modificación: 29/07/2017, 03:03 por Amedama Daruu.)
—Impresionante... —contestó Daigo, sorprendido—. Jamás he visto un lugar como el que describes, así que se me hace muy difícil imaginármelo, pero creo que pillo la idea.
—¿Y la tecnología es tan avanzada como dicen? He escuchado que tenéis un montón de máquinas diferentes que no hay en ningún otro lugar.
El interés de Daigo crecía por momentos. Tanto, que por un momento se pensó contestarle. Compartir datos concretos sobre la villa con un ninja de otra resultaba arriesgado, pero por otra parte era cierto que Amegakure exportaba gran parte de su tecnología a otros lugares, de modo que de seguro se acabaría enterando de una forma u otra.
«Si no doy muchos detalles...»
—Supongo que habrás oído hablar de nuestras baterías a base de agua —dijo, finalmente—. Están en todas partes. Nos dan electricidad. No sé, Daigo, no sé decirte. No he estado en vuestra aldea. No sé qué diferencias...
Daruu se quedó rígido como una estaca. Al lado de ellos, clavando su mirada como una estaca, cruzó el pasillo nada menos que Kirin, acompañada de una samurái que era idéntica a ella, pero más alta. ¿Su madre?
Se sentaron en la mesa del fondo. Kirin tenía la cabeza gacha.
—No quiero que vuelvas a hacer lo que has hecho hoy, ¿me has oído?
—Sí, mamá.
—¿Y si les hubieras lesionado? ¡La que nos habría caído a nosotros!
—Demostré que ganaría a cualquiera de ellos en un Torneo.
—¡No se trata de eso! —respondió la madre de Kirin—. ¡Es un torneo tradicional de ninjas, Kirin!
—Pues me iré al País del Hierro, y demostraré mi valía.
—...y allí te enseñarán que la fuerza no es lo que determina la valía de un guerrero.
Daruu se aclaró la garganta y le hizo señas a Daigo para que salieran del Dame-ramen. No se sentía cómodo con aquellas dos mujeres allá al fondo. En cualquier momento, Kirin les pedía una revancha.
—Venga, vámonos.
—¿Y la tecnología es tan avanzada como dicen? He escuchado que tenéis un montón de máquinas diferentes que no hay en ningún otro lugar.
El interés de Daigo crecía por momentos. Tanto, que por un momento se pensó contestarle. Compartir datos concretos sobre la villa con un ninja de otra resultaba arriesgado, pero por otra parte era cierto que Amegakure exportaba gran parte de su tecnología a otros lugares, de modo que de seguro se acabaría enterando de una forma u otra.
«Si no doy muchos detalles...»
—Supongo que habrás oído hablar de nuestras baterías a base de agua —dijo, finalmente—. Están en todas partes. Nos dan electricidad. No sé, Daigo, no sé decirte. No he estado en vuestra aldea. No sé qué diferencias...
Daruu se quedó rígido como una estaca. Al lado de ellos, clavando su mirada como una estaca, cruzó el pasillo nada menos que Kirin, acompañada de una samurái que era idéntica a ella, pero más alta. ¿Su madre?
Se sentaron en la mesa del fondo. Kirin tenía la cabeza gacha.
—No quiero que vuelvas a hacer lo que has hecho hoy, ¿me has oído?
—Sí, mamá.
—¿Y si les hubieras lesionado? ¡La que nos habría caído a nosotros!
—Demostré que ganaría a cualquiera de ellos en un Torneo.
—¡No se trata de eso! —respondió la madre de Kirin—. ¡Es un torneo tradicional de ninjas, Kirin!
—Pues me iré al País del Hierro, y demostraré mi valía.
—...y allí te enseñarán que la fuerza no es lo que determina la valía de un guerrero.
Daruu se aclaró la garganta y le hizo señas a Daigo para que salieran del Dame-ramen. No se sentía cómodo con aquellas dos mujeres allá al fondo. En cualquier momento, Kirin les pedía una revancha.
—Venga, vámonos.
![[Imagen: K02XwLh.png]](https://i.imgur.com/K02XwLh.png)