26/07/2017, 11:58
(Última modificación: 29/07/2017, 02:31 por Amedama Daruu.)
El ruido del ascensor y la musiquita que a todas luces ahora le parecía macabra estaban desapareciendo y convirtiéndose en un murmullo al lado de su llanto y el sonido de los latidos de su corazón, que cada vez bombeaba más deprisa, más fuerte.
—¡Ayame! ¡Ayame...! ¡No es justo! —bramó al techo del ascensor, como si alguien fuera a oírle. Pronto le faltarían las fuerzas para gritar, y se centraría en sollozar en voz baja, con los ojos cerrados, esperando a la nada, esperando a nadie.
Y cuando menos te lo esperas, de un pequeño ascua pueden prenderse las llamas de la esperanza.
O ese trocito de hielo que ves en el mar pasa a ser un gran iceberg.
El Hielo estaba allí cuando las puertas del ascensor se abrieron. Y Daruu no pudo hacer otra cosa que abrazarse a sus piernas como si fuera un niño pequeño desprovisto de su madre y llorar, llorar desconsolado.
—¿Qué ha pasado? —La voz de Kori sonaba algo distinta de lo usual, pero a la vez igual que siempre. Daba un poco de miedo, porque la diferencia era muy sutil, y a la vez enorme—. Daruu-kun, ¿qué os ha pasado? ¡¿Qué le ocurre a Ayame!?
«Para de llorar. Para de llorar. ¡Aún hay esperanza! ¡Cuéntale lo del veneno, lo del veneno!»
Daruu tosió y se separó de Kori, quedando tirado en el suelo con la espalda apoyada en la pared, totalmente derrotado. Era consciente de la gravedad de la situación, pero aún así necesito unos segundos para tomar aire y poder siquiera hablar atropelladamente de lo que estaba pasando.
—A-a... Ayame está envenenada. Serpientes de agua. Azules. —dijo, tratando de dar la mejor descripción posible—. E-eso es lo importante ahora mismo, lo demás l-l-luego. Por favor. Hay que salvarla... Se muere...
—¡Ayame! ¡Ayame...! ¡No es justo! —bramó al techo del ascensor, como si alguien fuera a oírle. Pronto le faltarían las fuerzas para gritar, y se centraría en sollozar en voz baja, con los ojos cerrados, esperando a la nada, esperando a nadie.
Y cuando menos te lo esperas, de un pequeño ascua pueden prenderse las llamas de la esperanza.
O ese trocito de hielo que ves en el mar pasa a ser un gran iceberg.
El Hielo estaba allí cuando las puertas del ascensor se abrieron. Y Daruu no pudo hacer otra cosa que abrazarse a sus piernas como si fuera un niño pequeño desprovisto de su madre y llorar, llorar desconsolado.
—¿Qué ha pasado? —La voz de Kori sonaba algo distinta de lo usual, pero a la vez igual que siempre. Daba un poco de miedo, porque la diferencia era muy sutil, y a la vez enorme—. Daruu-kun, ¿qué os ha pasado? ¡¿Qué le ocurre a Ayame!?
«Para de llorar. Para de llorar. ¡Aún hay esperanza! ¡Cuéntale lo del veneno, lo del veneno!»
Daruu tosió y se separó de Kori, quedando tirado en el suelo con la espalda apoyada en la pared, totalmente derrotado. Era consciente de la gravedad de la situación, pero aún así necesito unos segundos para tomar aire y poder siquiera hablar atropelladamente de lo que estaba pasando.
—A-a... Ayame está envenenada. Serpientes de agua. Azules. —dijo, tratando de dar la mejor descripción posible—. E-eso es lo importante ahora mismo, lo demás l-l-luego. Por favor. Hay que salvarla... Se muere...
![[Imagen: K02XwLh.png]](https://i.imgur.com/K02XwLh.png)