27/07/2017, 12:13
(Última modificación: 29/07/2017, 02:31 por Amedama Daruu.)
Solo necesitaba cuatro palabras. Aquellas cuatro palabras, con la serenidad con las que El Hielo las formuló.
—No va a morir.
Aquella puntita de luz en su corazón recibió la fuerza necesaria para hacerle dejar de parecer un fantasma en vida. Con los ojos rojos e hinchados de llorar, Daruu levantó la vista y miró a los ojos de Kori, desesperado, solicitante. Como si le hubiera leído la mente, el muchacho se volvió hacia Ayame mientras rebuscaba en uno de sus portaobjetos. De él sustrajo una cápsula con líquido y una aguja, que, a todas luces, parecía un antídoto.
«Es verdad, es verdad, ¡la va a salvar! ¡Tiene un antídoto!»
—Con la de veces que padre nos ha insistido en que llevemos uno de estos siempre encima, y no le has hecho caso hasta ahora —Pinchó el recipiente en la pierna de Ayame. Daruu tuvo que apartar la mirada para no marearse de nuevo. Tragó saliva mientras el hermano de Ayame retiraba el antídoto de sus piernas y lo guardaba el recipiente. El Hielo cogió a Ayame en volandas y se volvió de nuevo hacia Daruu—. Le he administrado un antídoto genérico. Debería bastar para ralentizar los efectos del veneno durante un tiempo... pero tenemos que darnos prisa y llevarla al hospital. Zetsuo sabrá qué hacer.
Daruu asintió lentamente y se levantó del suelo. Se restregó los ojos con las muñecas y se colocó más cerca de Kori, como si tuviera miedo de que el suelo se abriera y cayera de nuevo al laberinto, sólo y desprotegido, para que aquellas sierpes acabasen definitivamente con la vida de un genin de Ame.
—Y por el camino vas a explicarme lo que ha ocurrido con más detalle.
Y así lo hizo. Los muchachos se movieron con toda la presteza que el magullado cuerpo de Daruu les permitía. Durante el trayecto, el muchacho no tuvo ningún reparo en contarle a Kori con absoluto y total lujo de de detalles todo lo que había sucedido desde que habían puesto un pie en el edificio. Qué había pasado al caer, cómo Ayame le había salvado la vida, lo de la voz siniestra, el extraño chakra de las paredes que no dejaba pasar a su Byakugan, el método que habían elegido para escapar del laberinto, todas y cada una de las trampas en las que habían caído... y su fatídico encuentro con las serpientes a sólo un pasillo del ascensor de salida.
—No va a morir.
Aquella puntita de luz en su corazón recibió la fuerza necesaria para hacerle dejar de parecer un fantasma en vida. Con los ojos rojos e hinchados de llorar, Daruu levantó la vista y miró a los ojos de Kori, desesperado, solicitante. Como si le hubiera leído la mente, el muchacho se volvió hacia Ayame mientras rebuscaba en uno de sus portaobjetos. De él sustrajo una cápsula con líquido y una aguja, que, a todas luces, parecía un antídoto.
«Es verdad, es verdad, ¡la va a salvar! ¡Tiene un antídoto!»
—Con la de veces que padre nos ha insistido en que llevemos uno de estos siempre encima, y no le has hecho caso hasta ahora —Pinchó el recipiente en la pierna de Ayame. Daruu tuvo que apartar la mirada para no marearse de nuevo. Tragó saliva mientras el hermano de Ayame retiraba el antídoto de sus piernas y lo guardaba el recipiente. El Hielo cogió a Ayame en volandas y se volvió de nuevo hacia Daruu—. Le he administrado un antídoto genérico. Debería bastar para ralentizar los efectos del veneno durante un tiempo... pero tenemos que darnos prisa y llevarla al hospital. Zetsuo sabrá qué hacer.
Daruu asintió lentamente y se levantó del suelo. Se restregó los ojos con las muñecas y se colocó más cerca de Kori, como si tuviera miedo de que el suelo se abriera y cayera de nuevo al laberinto, sólo y desprotegido, para que aquellas sierpes acabasen definitivamente con la vida de un genin de Ame.
—Y por el camino vas a explicarme lo que ha ocurrido con más detalle.
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Y así lo hizo. Los muchachos se movieron con toda la presteza que el magullado cuerpo de Daruu les permitía. Durante el trayecto, el muchacho no tuvo ningún reparo en contarle a Kori con absoluto y total lujo de de detalles todo lo que había sucedido desde que habían puesto un pie en el edificio. Qué había pasado al caer, cómo Ayame le había salvado la vida, lo de la voz siniestra, el extraño chakra de las paredes que no dejaba pasar a su Byakugan, el método que habían elegido para escapar del laberinto, todas y cada una de las trampas en las que habían caído... y su fatídico encuentro con las serpientes a sólo un pasillo del ascensor de salida.
![[Imagen: K02XwLh.png]](https://i.imgur.com/K02XwLh.png)