6/07/2015, 15:20
(Última modificación: 6/07/2015, 15:21 por Sasagani Yota.)
San s'acabó. Aquel grito de interrupción era el que ambos mellizos estaban esperando a expensas de que ya ninguno de los dos tenía el poder oculto de los Uchiha tintado en los ojos, claro síntoma de que estaban en las últimas. Posiblemente por aquella misma razón el examinador no quiso ir más allá ya que solo era eso, una prueba para medir sus habilidades como shinobis y ver si estaban capacitados para ponerse a las ordenes y caprichos de Uzumaki Shiona-sama.
*Menos mal, joder*
Le ofrecí mi mano a modo de apoyo y el peliblanco la tomó sonriente, aunque eso si, hecho un trapo viejo lleno de polvo. Aquella última arremetida le dejó los brazos realmente maltrechos y aquella estampa morada en sus extremidades me hizo pensar que me había dejado llevar en exceso. Pero ya no podíamos echarnos atrás respecto a nuestros actos, ahora solo nos quedaba acercarnos y acatar el veredicto.
-Yo creo que lo mejor que puedes hacer es dibujartela en la frente- susurré a modo de burla ante su pregunta.
En el palco improvisado, todos los asistentes se levantaron al ver que había llegado el momento más importante del evento, el de la hipotética entrega de bandanas. Contenían la respiración y pronto se creó un ambiente de tensión en el que aquel jonin era el foco de todas y cada una de las miradas. El único que no se había levantado fue Seiyo. Parecía que había entrado en un período de congelación en el que sus codos estaban apoyados en los brazales de su butaca y sus manos se entrelazaban y reposaban justo entre su nariz y sus labios superiores, pensativo y atento a lo que se iba sucediendo. Él no observaba al examinador, sino a sus discípulos, la sangre de su sangre por la que tanto había luchado.
-¿L.. Lo... Lo hemos conseguido?..-
Mi voz salía como un débil hilo de seda que estaba a punto de ser quemado y desintegrado, presa de la incertidumbre. Lo habíamos dado todo pero a veces, incluso eso no es suficiente. el hombre se metió las manos en los bolsillos de su chaleco momento en el que contuve la respiración.
-Aún estáis lejos de ser grandes shinobis, si os soy sincero.- comenzaba -Debéis aprovechar mejor el tiempo, sacar lo mejor de vosotros mismos en cada día y en cada entrenamiento. Sois demasiado precipitados en vuestras decisiones. Sin embargo, es una evidencia que en lo que a la lucha se refiero, casi me atrevería a decir que sois unos prodigios; habéis despertado en sharingan a una corta edad, debéis estar orgullosos de ello, sabéis manejar el Katon, una naturaleza elemental básica. Tú, Uchiha Kota, además, sabes usar el shurikenjutsu a tu favor, te aplaudo pues no es fácil manejarlo. Esto es para ti- Extendió su brazo izquierdo hasta la posición del peliblanco y en ella pudo ver como colgaba una bandana nevada con el símbolo del remolino impregnado en su metal
*Joder! Lo ha conseguido ¡No puedo fallar ahora!*
-Por lo que a ti respecta, Uchiha Yota, estoy fascinado con tu taijutsu, realmente sabes manejarlo a tu favor. Te felicito, esto también es para ti. Enhorabuena a ambos-
Como hacia unos segundos, extendió el brazo derecho por el cual sujetaba una bandana rojiza como la sangre. Como si fuese un acto reflejo la tomé sin dudarlo y me la puse en la frente hinchado como un pavo de puro orgullo y satisfacción.
-¡Jah! ¿Lo has visto, Kotita? ¡Somos gennins!- No pude evitar mirarle con aprecio y con una sonrisa de oreja a oreja.
Aquel día había sido uno de los más intensos y emocionantes de mi, hasta ahora, corta vida. De fondo los gritos de los miembros del clan Uchiha, también emocionados, rompieron la tensión previa y dieron paso a la fiesta que estaba a punto de desatarse.
*Menos mal, joder*
Le ofrecí mi mano a modo de apoyo y el peliblanco la tomó sonriente, aunque eso si, hecho un trapo viejo lleno de polvo. Aquella última arremetida le dejó los brazos realmente maltrechos y aquella estampa morada en sus extremidades me hizo pensar que me había dejado llevar en exceso. Pero ya no podíamos echarnos atrás respecto a nuestros actos, ahora solo nos quedaba acercarnos y acatar el veredicto.
-Yo creo que lo mejor que puedes hacer es dibujartela en la frente- susurré a modo de burla ante su pregunta.
En el palco improvisado, todos los asistentes se levantaron al ver que había llegado el momento más importante del evento, el de la hipotética entrega de bandanas. Contenían la respiración y pronto se creó un ambiente de tensión en el que aquel jonin era el foco de todas y cada una de las miradas. El único que no se había levantado fue Seiyo. Parecía que había entrado en un período de congelación en el que sus codos estaban apoyados en los brazales de su butaca y sus manos se entrelazaban y reposaban justo entre su nariz y sus labios superiores, pensativo y atento a lo que se iba sucediendo. Él no observaba al examinador, sino a sus discípulos, la sangre de su sangre por la que tanto había luchado.
-¿L.. Lo... Lo hemos conseguido?..-
Mi voz salía como un débil hilo de seda que estaba a punto de ser quemado y desintegrado, presa de la incertidumbre. Lo habíamos dado todo pero a veces, incluso eso no es suficiente. el hombre se metió las manos en los bolsillos de su chaleco momento en el que contuve la respiración.
-Aún estáis lejos de ser grandes shinobis, si os soy sincero.- comenzaba -Debéis aprovechar mejor el tiempo, sacar lo mejor de vosotros mismos en cada día y en cada entrenamiento. Sois demasiado precipitados en vuestras decisiones. Sin embargo, es una evidencia que en lo que a la lucha se refiero, casi me atrevería a decir que sois unos prodigios; habéis despertado en sharingan a una corta edad, debéis estar orgullosos de ello, sabéis manejar el Katon, una naturaleza elemental básica. Tú, Uchiha Kota, además, sabes usar el shurikenjutsu a tu favor, te aplaudo pues no es fácil manejarlo. Esto es para ti- Extendió su brazo izquierdo hasta la posición del peliblanco y en ella pudo ver como colgaba una bandana nevada con el símbolo del remolino impregnado en su metal
*Joder! Lo ha conseguido ¡No puedo fallar ahora!*
-Por lo que a ti respecta, Uchiha Yota, estoy fascinado con tu taijutsu, realmente sabes manejarlo a tu favor. Te felicito, esto también es para ti. Enhorabuena a ambos-
Como hacia unos segundos, extendió el brazo derecho por el cual sujetaba una bandana rojiza como la sangre. Como si fuese un acto reflejo la tomé sin dudarlo y me la puse en la frente hinchado como un pavo de puro orgullo y satisfacción.
-¡Jah! ¿Lo has visto, Kotita? ¡Somos gennins!- No pude evitar mirarle con aprecio y con una sonrisa de oreja a oreja.
Aquel día había sido uno de los más intensos y emocionantes de mi, hasta ahora, corta vida. De fondo los gritos de los miembros del clan Uchiha, también emocionados, rompieron la tensión previa y dieron paso a la fiesta que estaba a punto de desatarse.
Narro ~ Hablo ~ Pienso ~ Kumopansa