28/07/2017, 10:15
Abandonaron la torre con toda la presteza que pudieron y teniendo en cuenta el estado magullado de Daruu. Y con igual rapidez se dirigieron hacia el hospital central de Amegakure. Por el camino, el genin le contó con todo lujo de detalles lo que había ocurrido en el interior de la torre durante su misión mientras el jonin le escuchaba sumergido en un meditativo silencio. Había entrecerrado ligeramente los ojos, pero no dijo nada al respecto hasta que llegaron al enorme complejo constituido por varios edificios.
Kōri entró directamente en la sección de urgencias y la temperatura ambiental del salón pareció bajar varios grados repentinamente ante su presencia. Ajeno a ello y acompañado de Daruu, se dirigió a toda prisa a la recepción.
—Envenenamiento por mordeduras de serpientes —dijo nada más llegar, sin un saludo, sin esperar una bienvenida.
El recepcionista, que apenas había tenido tiempo de levantar la cabeza de los documentos que poblaban la mesa, se vio sobresaltado por tan brusca presentación. Aún algo aturdido, miró a Kōri y entonces reparó en la muchacha que llevaba en sus brazos y que volvía a estar pálida como la cera y a tiritar. Los efectos del antídoto estaban disipándose bajo el poder del veneno. La alarma se disparó en su semblante.
—¡UNA CAMILLA! ¡RÁPIDO!
Todo sucedió muy deprisa. Ante la petición del recepcionista, una enfermera apareció de la nada con una camilla, arrancaron a Ayame de los brazos de su hermano y la depositaron con cuidado encima de ella. E igual de rápido desaparecieron tras girar una esquina. Sólo entonces, Kōri se dio media vuelta encaró a su otro alumno.
—Tú también debes ser atendido, Daruu-kun —dijo, y la calma que le caracterizaba había vuelto tanto a su voz como a su semblante. Sin embargo, se le veía terriblemente cansado y llevaba las manos cerradas en sendos puños—. Esa quemadura de la espalda no tiene buena pinta. Yo debo hablar con Zetsuo para explicarle lo ocurrido.
»Sobre la misión, está claro que aún no la habéis cumplido... Por lo que tendréis que volver. Y esta vez os acompañaré. Lo siento, no esperaba que algo así ocurriera. Habéis pasado por algo que sobrepasa en mucho una simple misión de rango D para unos ninjas novatos como vosotros.
Kōri entró directamente en la sección de urgencias y la temperatura ambiental del salón pareció bajar varios grados repentinamente ante su presencia. Ajeno a ello y acompañado de Daruu, se dirigió a toda prisa a la recepción.
—Envenenamiento por mordeduras de serpientes —dijo nada más llegar, sin un saludo, sin esperar una bienvenida.
El recepcionista, que apenas había tenido tiempo de levantar la cabeza de los documentos que poblaban la mesa, se vio sobresaltado por tan brusca presentación. Aún algo aturdido, miró a Kōri y entonces reparó en la muchacha que llevaba en sus brazos y que volvía a estar pálida como la cera y a tiritar. Los efectos del antídoto estaban disipándose bajo el poder del veneno. La alarma se disparó en su semblante.
—¡UNA CAMILLA! ¡RÁPIDO!
Todo sucedió muy deprisa. Ante la petición del recepcionista, una enfermera apareció de la nada con una camilla, arrancaron a Ayame de los brazos de su hermano y la depositaron con cuidado encima de ella. E igual de rápido desaparecieron tras girar una esquina. Sólo entonces, Kōri se dio media vuelta encaró a su otro alumno.
—Tú también debes ser atendido, Daruu-kun —dijo, y la calma que le caracterizaba había vuelto tanto a su voz como a su semblante. Sin embargo, se le veía terriblemente cansado y llevaba las manos cerradas en sendos puños—. Esa quemadura de la espalda no tiene buena pinta. Yo debo hablar con Zetsuo para explicarle lo ocurrido.
»Sobre la misión, está claro que aún no la habéis cumplido... Por lo que tendréis que volver. Y esta vez os acompañaré. Lo siento, no esperaba que algo así ocurriera. Habéis pasado por algo que sobrepasa en mucho una simple misión de rango D para unos ninjas novatos como vosotros.