28/07/2017, 22:37
(Última modificación: 29/07/2017, 02:32 por Amedama Daruu.)
Kori tan sólo tuvo que dar una instrucción mínima para que el recepcionista, alarmado, solicitara una camilla y de inmediato acudiera una enfermera para llevarse a Ayame. Daruu observó con preocupación y dolor el rostro gris de la muchacha, casi del mismo color que el que su hermano exhibía de manera natural, y tragó saliva.
Les habían preparado para todo, pero comprendió que no estaban preparados para nada. Y entonces sintió la verdadera diferencia entre él y su sensei, un pilar inamovible, que a pesar de tener a su hermana al filo del precipicio de la muerte había actuado con frialdad y precisión.
—Tú también debes ser atendido, Daruu-kun —dijo el Hielo, de pronto.
—¿Eh?
—Esa quemadura de la espalda no tiene buena pinta. Yo debo hablar con Zetsuo para explicarle lo ocurrido.
Hasta entonces, no se había acordado de la quemadura de la espalda. Más bien, la adrenalina había borrado esa sensación. Pero de pronto, como si lo que le había dicho Kori fueran las palabras mágicas de un hechizo, sintió el ardor terrible del impacto con la explosión de aquél gas del laberinto, el peso de las piernas y los brazos y las ganas de vomitar. Empezó a estar mareado...
»Sobre la misión, está claro que aún no la habéis cumplido... Por lo que tendréis que volver. Y esta vez os acompañaré. Lo siento, no esperaba que algo así ocurriera. Habéis pasado por algo que sobrepasa en mucho una simple misión de rango D para unos ninjas novatos como vosotros.
—No... es tu... cul...
Se desplomó en el suelo del hospital. Escuchó gritos de alarma, pero parecían lejanos, como si acabase de hundirse en las aguas de un estanque.
Abrió los ojos. El techo era blanco y había mucha luz. Es curioso, porque no recordaba tener esas cortinas en la habitación. Y la ventana no estaba a la izquierda cuando solía dormir, no señor. Las ventanas normales de habitación de Daruu están a la derecha de la almohada. Todo aquello era muy raro.
Guau. Qué raro le parecía todo. Le daba vueltas. Y no sentía casi nada al mover las manos, como si estuviera flotando, como si estuviera flotando...
Unas voces lejanas le devolvieron poco a poco a la realidad.
«¿Que no se me ha pasado la anestesia del todo? ¿Qué aneste...?»
—No se preocupe, yo lo veo igual de tonto que siempre —contestó una voz familiar. Y pese a la broma cruel, oirla le hizo llorar. Y le recordó, de nuevo, que no era más que un crío pequeño jugando a ser ninja.
«Ma... mamá...»
Les habían preparado para todo, pero comprendió que no estaban preparados para nada. Y entonces sintió la verdadera diferencia entre él y su sensei, un pilar inamovible, que a pesar de tener a su hermana al filo del precipicio de la muerte había actuado con frialdad y precisión.
—Tú también debes ser atendido, Daruu-kun —dijo el Hielo, de pronto.
—¿Eh?
—Esa quemadura de la espalda no tiene buena pinta. Yo debo hablar con Zetsuo para explicarle lo ocurrido.
Hasta entonces, no se había acordado de la quemadura de la espalda. Más bien, la adrenalina había borrado esa sensación. Pero de pronto, como si lo que le había dicho Kori fueran las palabras mágicas de un hechizo, sintió el ardor terrible del impacto con la explosión de aquél gas del laberinto, el peso de las piernas y los brazos y las ganas de vomitar. Empezó a estar mareado...
»Sobre la misión, está claro que aún no la habéis cumplido... Por lo que tendréis que volver. Y esta vez os acompañaré. Lo siento, no esperaba que algo así ocurriera. Habéis pasado por algo que sobrepasa en mucho una simple misión de rango D para unos ninjas novatos como vosotros.
—No... es tu... cul...
Se desplomó en el suelo del hospital. Escuchó gritos de alarma, pero parecían lejanos, como si acabase de hundirse en las aguas de un estanque.
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Abrió los ojos. El techo era blanco y había mucha luz. Es curioso, porque no recordaba tener esas cortinas en la habitación. Y la ventana no estaba a la izquierda cuando solía dormir, no señor. Las ventanas normales de habitación de Daruu están a la derecha de la almohada. Todo aquello era muy raro.
Guau. Qué raro le parecía todo. Le daba vueltas. Y no sentía casi nada al mover las manos, como si estuviera flotando, como si estuviera flotando...
Unas voces lejanas le devolvieron poco a poco a la realidad.
«¿Que no se me ha pasado la anestesia del todo? ¿Qué aneste...?»
—No se preocupe, yo lo veo igual de tonto que siempre —contestó una voz familiar. Y pese a la broma cruel, oirla le hizo llorar. Y le recordó, de nuevo, que no era más que un crío pequeño jugando a ser ninja.
«Ma... mamá...»
![[Imagen: K02XwLh.png]](https://i.imgur.com/K02XwLh.png)