29/07/2017, 16:14
Kappa era su nombre. El de la cicatriz, quien de haber estado sumamente enervado, ahora permanecía tranquilo ante el pastoso avance de Skippy, quien se arrojó sin elegancia sobre el sofá y tomó entre sus brazos a la inconsciente mujer. Luego, con una fuerza desconocida; arrojó el menudo cuerpo hasta los linderos de Kaido, y éste tuvo que hacer un gran esfuerzo para cogerla de bien sin que se golpease contra nada. Tambaleó en su posición un par de pasos y frenó, justo antes de llevarse una mesa por la espalda.
Con aquella mujer entre sus brazos, no pudo hacer más que soltar un suspiro tedioso, y escuchar las vacilaciones del de la cicatriz. Quien advertía ahora sobre la profesión del escualo. Y sobre su experiencia con la verde.
—Skippy-dono, ¿por qué no me acompañas? recuerda que Yaimu nos espera también en Lindesvan, así que... ¿por qué no me ayudas a llevar a la señorita a comer algo, y así tú también pruebas un bocado? te hará en falta, pues la noche es larga.
Intentó convencerle, mientras maniobraba con la mujer sin que se le resbalase de las manos. Lo cierto es que no tenía intención alguna de perder de vista a Skippy, y menos dejándolo rodeado con esa gente. Aunque, por otro lado, todo el peso del asunto de la pobre mujer había recaído completamente sobre sí, y no podía dejarla morir. Las putas también tenían derecho a vivir, ¿o no?
Con aquella mujer entre sus brazos, no pudo hacer más que soltar un suspiro tedioso, y escuchar las vacilaciones del de la cicatriz. Quien advertía ahora sobre la profesión del escualo. Y sobre su experiencia con la verde.
—Skippy-dono, ¿por qué no me acompañas? recuerda que Yaimu nos espera también en Lindesvan, así que... ¿por qué no me ayudas a llevar a la señorita a comer algo, y así tú también pruebas un bocado? te hará en falta, pues la noche es larga.
Intentó convencerle, mientras maniobraba con la mujer sin que se le resbalase de las manos. Lo cierto es que no tenía intención alguna de perder de vista a Skippy, y menos dejándolo rodeado con esa gente. Aunque, por otro lado, todo el peso del asunto de la pobre mujer había recaído completamente sobre sí, y no podía dejarla morir. Las putas también tenían derecho a vivir, ¿o no?