1/08/2017, 21:44
La enfermera acudió enseguida a sedar a Ayame, y la muchacha no tardó en caer de nuevo en un profundo y plácido sueño, alejado de los dolores y el sufrimiento que había comenzado a lacerar su maltrecho cuerpo ante el inminente despertar. Zetsuo suspiró para sí y se dio la vuelta justo en el momento en el que la temperatura de la habitación parecía descender varios grados de repente.
Dos toques en la puerta precedieron la entrada de Kōri, que avanzó hasta situarse en el centro de la habitación. En su mano derecha llevaba una bolsa de plástico que dejó sobre la mesita de noche que se encontraba entre los dos chicos. Un dulce aroma a vainilla llegó hasta la nariz de Daruu.
—Buenos días —saludó en voz baja, con una ligera inclinación de cabeza. Sus ojos, gélidos, se dirigieron en primer lugar hacia Zetsuo—. ¿Cómo se encuentra Ayame?
Zetsuo resopló y se dejó caer en la silla más cercana, visiblemente agotado.
—El veneno ya ha sido neutralizado, pero su cuerpo aún tardará algunos días en recomponerse del todo —respondió el médico, con voz grave. Y después habló su padre—: Esta niña estúpida... mira que le tengo dicho que se lleve siempre consigo un antídoto. Menos mal que llegaste a tiempo.
Kōri inclinó de nuevo la cabeza. Fijó sus ojos durante unos instantes en su hermana y sólo unos segundos después se volvió hacia Daruu.
—Veo que ya has despertado. ¿Te encuentras bien, Daruu-kun? —preguntó, ladeando ligeramente la cabeza—. No parece que Ayame va a poder despertar pronto, y cuando lo haga seguramente necesite algunos días más de reposo. Esto no le hará gracia, pero debemos volver nosotros dos solos a la torre a terminar la misión.
»Y, esta vez, sin laberintos de por medio.
Dos toques en la puerta precedieron la entrada de Kōri, que avanzó hasta situarse en el centro de la habitación. En su mano derecha llevaba una bolsa de plástico que dejó sobre la mesita de noche que se encontraba entre los dos chicos. Un dulce aroma a vainilla llegó hasta la nariz de Daruu.
—Buenos días —saludó en voz baja, con una ligera inclinación de cabeza. Sus ojos, gélidos, se dirigieron en primer lugar hacia Zetsuo—. ¿Cómo se encuentra Ayame?
Zetsuo resopló y se dejó caer en la silla más cercana, visiblemente agotado.
—El veneno ya ha sido neutralizado, pero su cuerpo aún tardará algunos días en recomponerse del todo —respondió el médico, con voz grave. Y después habló su padre—: Esta niña estúpida... mira que le tengo dicho que se lleve siempre consigo un antídoto. Menos mal que llegaste a tiempo.
Kōri inclinó de nuevo la cabeza. Fijó sus ojos durante unos instantes en su hermana y sólo unos segundos después se volvió hacia Daruu.
—Veo que ya has despertado. ¿Te encuentras bien, Daruu-kun? —preguntó, ladeando ligeramente la cabeza—. No parece que Ayame va a poder despertar pronto, y cuando lo haga seguramente necesite algunos días más de reposo. Esto no le hará gracia, pero debemos volver nosotros dos solos a la torre a terminar la misión.
»Y, esta vez, sin laberintos de por medio.