5/08/2017, 05:48
A pesar de lo inoportuna, pese a lo incomoda que pudiese llegar ser, la pregunta fue respondida con un agradable tono de naturalidad y simpleza, tal como le resultaba agradable al peliblanco: Sin melodramas ni desbordes emocionales, pero con gran calidez y sinceridad, de esa sinceridad que arde y que refresca.
—Entiendo… Gracias por responderme. —Una sonrisa tenue y serena era toda la evidencia de lo satisfecho que había quedado con aquella contestación.
El típico y tan mal usado “entiendo”, usual certificación de que no se comprende, pero de que si se acepta lo escuchado. En el caso de Kōtetsu llegaba a significar, literalmente, el estado de compresión: En un pasado que ahora parecía muy lejano, también había tenido a quienes llamar hermanos sin que la sangre tuviera más parentesco que aquel color rojo de cuando se ve derramada. Eran personas con quienes se había criado y con quienes se había cuidado mutuamente. Primero amigos, luego compañeros de armas y al final hermanos de vida y causa. Aquello le hizo sentir un poco de nostalgia; el extrañar aquellos viejos tiempos de entrenamiento y camaradería. Pero ese sentimiento jamás llegaba a ser más que una leve brisa fría y fresca soplando en su ser, jamás llegaba a convertirse en la lluvia tristona que dominaba los escenarios internos de quienes penan por la pérdida de su seres queridos.
—Suena como una muy agradable relación fraternal —matizo, Naomi.
—Sí, de verdad lo es…
“Aunque ese tipo de apego solo hace que las separaciones sean más dolorosa. Y es que al final, sea por uno u otro motivo, la separación es inevitable”.
—Por cierto, ¿a qué hora empieza la cena?— Murmuro para no comentar nada fuera de lugar por la cercanía al encargado.
—Por lo general, se dan unos minutos más de protocolo, para que las personas culminen sus charlas casuales y para que se hagan más consientes de su apetito.
—Bueno, eso nos da unos cuantos minutos mas —señalo con serenidad el joven espadachín—. Creo que es suficiente para contestarles alguna pregunta de magnitud similar a la que yo les hice. Claro, si es que quieren hacer alguna. Yo considero que sería justo el hacerla.
—Entiendo… Gracias por responderme. —Una sonrisa tenue y serena era toda la evidencia de lo satisfecho que había quedado con aquella contestación.
El típico y tan mal usado “entiendo”, usual certificación de que no se comprende, pero de que si se acepta lo escuchado. En el caso de Kōtetsu llegaba a significar, literalmente, el estado de compresión: En un pasado que ahora parecía muy lejano, también había tenido a quienes llamar hermanos sin que la sangre tuviera más parentesco que aquel color rojo de cuando se ve derramada. Eran personas con quienes se había criado y con quienes se había cuidado mutuamente. Primero amigos, luego compañeros de armas y al final hermanos de vida y causa. Aquello le hizo sentir un poco de nostalgia; el extrañar aquellos viejos tiempos de entrenamiento y camaradería. Pero ese sentimiento jamás llegaba a ser más que una leve brisa fría y fresca soplando en su ser, jamás llegaba a convertirse en la lluvia tristona que dominaba los escenarios internos de quienes penan por la pérdida de su seres queridos.
—Suena como una muy agradable relación fraternal —matizo, Naomi.
—Sí, de verdad lo es…
“Aunque ese tipo de apego solo hace que las separaciones sean más dolorosa. Y es que al final, sea por uno u otro motivo, la separación es inevitable”.
—Por cierto, ¿a qué hora empieza la cena?— Murmuro para no comentar nada fuera de lugar por la cercanía al encargado.
—Por lo general, se dan unos minutos más de protocolo, para que las personas culminen sus charlas casuales y para que se hagan más consientes de su apetito.
—Bueno, eso nos da unos cuantos minutos mas —señalo con serenidad el joven espadachín—. Creo que es suficiente para contestarles alguna pregunta de magnitud similar a la que yo les hice. Claro, si es que quieren hacer alguna. Yo considero que sería justo el hacerla.