7/08/2017, 03:04
—Bien… para ser honesto resulta algo un poco avergonzó de explicar — Expresó primeramente el peliblanco, pero no pude evitar verlo directamente con una expresión de asombro, es que en el momento en que se fijase en mis orbes, las cuales estaban más abiertas de lo común, entendería que yo ya estaba malinterpretando la situación, literalmente estaba pensando en lo peor.
— Ella es mí… guardiana— Y entonces aclaró la situación en menos de un segundo y cortando toda confusión en mi mente.
—Aaahh...— Expresé con un tono entre alivio y asombro a la vez, no era nada de lo que tenía en mente por lo que terminó agarrándome de sorpresa.
No obstante, mi hermano seguía cada una de las palabras que expresaba el interlocutor, seguía sus labios y sus movimientos sin que se escapase ningún detalle de lo que se decía.
— Hasta hace poco viví en mi pueblo, aislado del resto del mundo. Razón por la cual desconozco mucho sobre la forma en que funcionan las cosas en distintos sitios. El trabajo de Naomi es velar para que no me meta en problemas y enseñarme sobre todo aquello que desconozco acerca de los viajes.
»No es que necesite una niñera ni nada por el estilo, es solo la condición impuesta por mi tutor al momento de patrocinar y permitir mis viajes.
—Oi... Oi... Por un mommento pensé que ustedes dos...— Al parecer era nuestro momento para caer en las imprudencias, hubiera sido así sí no decido intervenir, por lo que me vi en la obligación de terminar cortando la frase del ojiblanco.
—Así que un guardián ¿eh?— Repetí incrédulo y tratando de llamar la atención. A mi mente venían imágenes de que solo ese tipo de cuidados lo tenían la gente de la nobleza, con mucho poder o muy ricos. —Disculpa pero...— Y las siguientes palabras las susurré: —¿Eres de la nobleza? ¿Un príncipe o algo así? o... ¿Tienes mucho dinero?— Pregunté, aquellas preguntas eran un tanto atrevidas realizarlas, pero aún así lo hice.
Tras recibir la respuesta miraría a mi acompañante, le lancé una mirada de esas que transmiten mensajes, no quería que fuera imprudente, y supongo que él hubiera querido lo mismo, pero no pudo detenerme al preguntar aquello.
—Por cierto... Tenemos un problema.— Y al escuchar lo del problema miré a verle sin entender bien a que se refería. —Sí.— Afirmó ante mi curiosa mirada. —Verán, es que no sabemos mucho de etiqueta ni nada sobre todos estos lujos.— Miró con confusión toda la cubertería que estaba en la mesa, en ese momento lo entendí.
—Sí, miro la mitad de los cubiertos y no sé para que se usan.— Complementé a mi hermano, aunque aquel comentario me daba bastante vergüenza y en mi rostro podría notarse.
— Ella es mí… guardiana— Y entonces aclaró la situación en menos de un segundo y cortando toda confusión en mi mente.
—Aaahh...— Expresé con un tono entre alivio y asombro a la vez, no era nada de lo que tenía en mente por lo que terminó agarrándome de sorpresa.
No obstante, mi hermano seguía cada una de las palabras que expresaba el interlocutor, seguía sus labios y sus movimientos sin que se escapase ningún detalle de lo que se decía.
— Hasta hace poco viví en mi pueblo, aislado del resto del mundo. Razón por la cual desconozco mucho sobre la forma en que funcionan las cosas en distintos sitios. El trabajo de Naomi es velar para que no me meta en problemas y enseñarme sobre todo aquello que desconozco acerca de los viajes.
»No es que necesite una niñera ni nada por el estilo, es solo la condición impuesta por mi tutor al momento de patrocinar y permitir mis viajes.
—Oi... Oi... Por un mommento pensé que ustedes dos...— Al parecer era nuestro momento para caer en las imprudencias, hubiera sido así sí no decido intervenir, por lo que me vi en la obligación de terminar cortando la frase del ojiblanco.
—Así que un guardián ¿eh?— Repetí incrédulo y tratando de llamar la atención. A mi mente venían imágenes de que solo ese tipo de cuidados lo tenían la gente de la nobleza, con mucho poder o muy ricos. —Disculpa pero...— Y las siguientes palabras las susurré: —¿Eres de la nobleza? ¿Un príncipe o algo así? o... ¿Tienes mucho dinero?— Pregunté, aquellas preguntas eran un tanto atrevidas realizarlas, pero aún así lo hice.
Tras recibir la respuesta miraría a mi acompañante, le lancé una mirada de esas que transmiten mensajes, no quería que fuera imprudente, y supongo que él hubiera querido lo mismo, pero no pudo detenerme al preguntar aquello.
—Por cierto... Tenemos un problema.— Y al escuchar lo del problema miré a verle sin entender bien a que se refería. —Sí.— Afirmó ante mi curiosa mirada. —Verán, es que no sabemos mucho de etiqueta ni nada sobre todos estos lujos.— Miró con confusión toda la cubertería que estaba en la mesa, en ese momento lo entendí.
—Sí, miro la mitad de los cubiertos y no sé para que se usan.— Complementé a mi hermano, aunque aquel comentario me daba bastante vergüenza y en mi rostro podría notarse.