8/08/2017, 23:42
Shanise respondió con un leve gruñido a su pregunta. Ayame ladeó la cabeza ligeramente, preguntándose si no la habría escuchado y si debería repetirla. Afortunadamente, fue Mogura el que corroboró su pregunta.
—¿Sería posible saber un poco más sobre ese tipo de chakra, Shanise-san?
La jonin aminoró la velocidad hasta detenerse en seco. Ayame hizo lo mismo y, jadeante y sofocada por todo el tiempo que llevaban moviéndose, agradeció aquella pausa. Y entonces...
—Está bien, ¡está bien! —exclamó, desesperada—. No tengo ni idea, ¿vale? ¡No lo sé! Todos esos ninjas de tan altísimo nivel hablando de chakra natural y yo no sé qué huevos es.
Se cruzó de brazos, claramente malhumorada, y tras soltar un par de murmullos echó a andar de nuevo. Ayame hundió los hombros.
«Jo... entonces estamos protegiendo algo sin saber qué es exactamente.» Pensaba, algo decepcionada, al tiempo que seguía sus pasos.
—Lo que está claro es que si es igual de fuerte que el de un bijuu, como se dijo, tenemos que detenerlo —continuó hablando—. Ahora que ha quedado esto claro y que se ha roto el hielo, me gustaría dejar un par de cosas claras. La primera de ellas...
Se detuvo de nuevo, se dio la vuelta y señaló a Mogura con un dedo.
—Tenemos otra misión aparte de lo de los hilos. La misión es proteger a Ayame a cualquier coste. ¿Entendido? —Ayame desvió la mirada, incómoda, pero sus ojos seguían clavados por el rabillo del ojo en Shanise—. Y, Mogura-kun, esto es altamente secreto, así que si lo cuentas a alguien eres hombre muerto...
»...es porque Ayame es la jinchuuriki del Gobi.
La revelación cayó un jarro de agua fría. Ayame se había congelado en el sitio, y con la boca abierta intercambió la mirada entre Shanise y Mogura. ¿Pero qué acababa de hacer? ¿Le acababa de revelar a Mogura el secreto más importante de Amegakure? ¿Así? ¿Sin más? ¿Y ahora qué debía hacer? ¿Cómo la iba a mirar a partir de ahora su compañero de aldea? ¿También la vería como un jarrón ornamentado? Le miró de reojo, esperando ver cualquier reacción en su rostro. Pero más allá de la sorpresa, Ayame no consiguió ver nada más. Mogura simplemente se acomodó los cabellos y, tras esbozar una breve sonrisa, se encogió de hombros. Ni siquiera hizo ningún comentario al respecto. Nada.
Un repentino golpe en la mejilla la devolvió a la realidad de forma brusca y abrupta.
—Sobre ti —continuó Shanise, y Ayame se llevó una mano a la cara con gesto dolido y avergonzado. No sabía bien qué había hecho para merecerse un golpe así y, aunque no había sido tan fuerte como otros que había recibido por parte de su padre, se sintió dolida tanto física como psicológicamente—, me han dicho que eres "una mocosa que se cree menos de lo que realmente vale". ¿Sabes qué? No me atrevería a decírselo a la cara a ese padre tuyo, pero gran parte del problema es la educación que se te da. Todo el mundo te trata como una cajita de cristal que puede romperse en cualquier momento, y a la que hay que cuidar. Incluso Yui-sama.
«Ha visto a través de mí... Sabe a la perfección cómo me siento y todo lo que he estado pensando» Pensó, agachando la cabeza en un gesto sumiso y con un nudo cerrado en la garganta. Con razón le había pegado entonces.
—Pero vamos a dejarlo claro de una vez —zanjó, y Ayame casi se vio obligada a alzar la cabeza—. Las cajas de cristal no son educadas para matar gente. Tú eres una kunoichi. Eres una mujer. Aprende a defenderte por ti misma. Así quizás dejarás de sentirte una cajita. Creo que puedes ser tan útil para esta misión como Mogura-kun, al menos en vuestra función de genin. Pero si estás todo el tiempo con esa cara de sentirte un trofeo sólo conseguirás convertirte en eso.
»Espabila de una puta vez, Ayame-chan. No eres un copito de nieve, eres una subordinada más, y tienes la misión de no permitir que te pase nada, por el bien de todos. Y, bueno, de encontrar unos hilos de chakra natural de mierda o lo que sea eso. Vamos.
Shanise retomó la carrera, y tanto Mogura como Ayame siguieron sus pasos. Mogura hizo una pregunta al aire, pero Ayame no le había escuchado. Estaba sumida en sus propios pensamientos y, al final, no pudo contenerse por más tiempo.
—S... sé que no estoy en una posición para reclamar nada —alzó la voz, por encima de su cansada respiración—. Pero no quiero que me portejáis sólo porque soy jinchuriki... Q... quiero ser parte del equipo como una genin más. Sin... sin ningún tipo de privilegio. Por favor —se apresuró a añadir, bajando la cabeza. No podría soportar que a nadie le pasara algo protegiéndola por una razón tan superficial como aquella.
Por otro lado, había algo que seguía reconcomiéndole la cabeza.
—Oye, Shamisen-san, ¿no podrías preguntarle a Arashikage-sama qué es eso del chakra natural? Seguro que ella lo sabe...
—¿Sería posible saber un poco más sobre ese tipo de chakra, Shanise-san?
La jonin aminoró la velocidad hasta detenerse en seco. Ayame hizo lo mismo y, jadeante y sofocada por todo el tiempo que llevaban moviéndose, agradeció aquella pausa. Y entonces...
—Está bien, ¡está bien! —exclamó, desesperada—. No tengo ni idea, ¿vale? ¡No lo sé! Todos esos ninjas de tan altísimo nivel hablando de chakra natural y yo no sé qué huevos es.
Se cruzó de brazos, claramente malhumorada, y tras soltar un par de murmullos echó a andar de nuevo. Ayame hundió los hombros.
«Jo... entonces estamos protegiendo algo sin saber qué es exactamente.» Pensaba, algo decepcionada, al tiempo que seguía sus pasos.
—Lo que está claro es que si es igual de fuerte que el de un bijuu, como se dijo, tenemos que detenerlo —continuó hablando—. Ahora que ha quedado esto claro y que se ha roto el hielo, me gustaría dejar un par de cosas claras. La primera de ellas...
Se detuvo de nuevo, se dio la vuelta y señaló a Mogura con un dedo.
—Tenemos otra misión aparte de lo de los hilos. La misión es proteger a Ayame a cualquier coste. ¿Entendido? —Ayame desvió la mirada, incómoda, pero sus ojos seguían clavados por el rabillo del ojo en Shanise—. Y, Mogura-kun, esto es altamente secreto, así que si lo cuentas a alguien eres hombre muerto...
»...es porque Ayame es la jinchuuriki del Gobi.
La revelación cayó un jarro de agua fría. Ayame se había congelado en el sitio, y con la boca abierta intercambió la mirada entre Shanise y Mogura. ¿Pero qué acababa de hacer? ¿Le acababa de revelar a Mogura el secreto más importante de Amegakure? ¿Así? ¿Sin más? ¿Y ahora qué debía hacer? ¿Cómo la iba a mirar a partir de ahora su compañero de aldea? ¿También la vería como un jarrón ornamentado? Le miró de reojo, esperando ver cualquier reacción en su rostro. Pero más allá de la sorpresa, Ayame no consiguió ver nada más. Mogura simplemente se acomodó los cabellos y, tras esbozar una breve sonrisa, se encogió de hombros. Ni siquiera hizo ningún comentario al respecto. Nada.
Un repentino golpe en la mejilla la devolvió a la realidad de forma brusca y abrupta.
—Sobre ti —continuó Shanise, y Ayame se llevó una mano a la cara con gesto dolido y avergonzado. No sabía bien qué había hecho para merecerse un golpe así y, aunque no había sido tan fuerte como otros que había recibido por parte de su padre, se sintió dolida tanto física como psicológicamente—, me han dicho que eres "una mocosa que se cree menos de lo que realmente vale". ¿Sabes qué? No me atrevería a decírselo a la cara a ese padre tuyo, pero gran parte del problema es la educación que se te da. Todo el mundo te trata como una cajita de cristal que puede romperse en cualquier momento, y a la que hay que cuidar. Incluso Yui-sama.
«Ha visto a través de mí... Sabe a la perfección cómo me siento y todo lo que he estado pensando» Pensó, agachando la cabeza en un gesto sumiso y con un nudo cerrado en la garganta. Con razón le había pegado entonces.
—Pero vamos a dejarlo claro de una vez —zanjó, y Ayame casi se vio obligada a alzar la cabeza—. Las cajas de cristal no son educadas para matar gente. Tú eres una kunoichi. Eres una mujer. Aprende a defenderte por ti misma. Así quizás dejarás de sentirte una cajita. Creo que puedes ser tan útil para esta misión como Mogura-kun, al menos en vuestra función de genin. Pero si estás todo el tiempo con esa cara de sentirte un trofeo sólo conseguirás convertirte en eso.
»Espabila de una puta vez, Ayame-chan. No eres un copito de nieve, eres una subordinada más, y tienes la misión de no permitir que te pase nada, por el bien de todos. Y, bueno, de encontrar unos hilos de chakra natural de mierda o lo que sea eso. Vamos.
Shanise retomó la carrera, y tanto Mogura como Ayame siguieron sus pasos. Mogura hizo una pregunta al aire, pero Ayame no le había escuchado. Estaba sumida en sus propios pensamientos y, al final, no pudo contenerse por más tiempo.
—S... sé que no estoy en una posición para reclamar nada —alzó la voz, por encima de su cansada respiración—. Pero no quiero que me portejáis sólo porque soy jinchuriki... Q... quiero ser parte del equipo como una genin más. Sin... sin ningún tipo de privilegio. Por favor —se apresuró a añadir, bajando la cabeza. No podría soportar que a nadie le pasara algo protegiéndola por una razón tan superficial como aquella.
Por otro lado, había algo que seguía reconcomiéndole la cabeza.
—Oye, Shamisen-san, ¿no podrías preguntarle a Arashikage-sama qué es eso del chakra natural? Seguro que ella lo sabe...