9/08/2017, 19:38
(Última modificación: 9/08/2017, 19:39 por Aotsuki Ayame.)
Shanise volvió a detenerse, esta vez en seco. Ayame, incapaz de frenar a tiempo ante lo brusco del movimiento, estuvo a punto de chocar con la jonin pero consiguió rectificar su trayectoria justo a tiempo y terminó patinando junto a ella hasta que el suelo terminó de detenerla.
—¿Privilegio...? No lo entiendes, niña —dijo, clavando sus duros ojos azules sobre ella, y la muchacha se estremeció inevitablemente—. Ser la jinchuuriki no te concede ningún privilegio. ¡Eres la guardiana del bijuu, eso es lo que eres!
Shanise se quitó el respirador de la boca, tomó un buen trago de aire y dejó a la vista una ristra de dientes afilados como navajas. Exactamente como los de Kaido.
«¿Otra Hōzuki? ¿Como Yui-sama? Se preguntó Ayame, con un escalofrío.
—No es un privilegio. Es una responsabilidad. ¡Y muy grande! Parece que no entiendes por qué tenemos que protegerte, joder. Hay gente que podría querer hacerse con ese poder para hacer el mal, ¿entiendes? Para causar daños a todos nosotros. Amegakure también estaría en peligro. Tus amigos. Tu familia.
»Así que sí, eres parte del equipo. Como Mogura, tienes exactamente las mismas misiones que él. Eso incluye proteger a la jinchuuriki. ¿Y qué eres tú? Una genin y una jinchuuriki. Así que te tienes que proteger a ti misma. ¿Es que no ves que es muy sencillo? Si la misión es protegerte, nosotros te protegemos. Y tú... te proteges.
Ayame hundió los hombros y dejó escapar el aire de los pulmones, abatida. Le habría encantado responder. Pero no tenía ningún argumento lo suficientemente inteligente como para rebatir aquello. Odiaba admitirlo. Pero tenía razón.
Ahora sólo le quedaba esforzarse para protegerse a sí misma y que nadie tuviera que dar la vida por ella.
—Ahora, continuemos la marcha. Poco a poco, que me tenéis cansada. ¡Y nada de volver a sacar este tema!
Retomaron el rumbo en silencio, pero apenas habían caminado diez metros más cuando Ayame volvió a entrar al trapo. Shanise dejó caer los brazos, y su grito de desesperación le puso los pelos de punta.
«Lo siento. Losiento, losiento, losiento, losiento, losiento....
—¿Quieres que le preguntemos a Yui-sama? Bien. ¿Quieres? Vale. Bien. De acuerdo. —Shanise sonrió maliciosamente, y Ayame tensó todos los músculos del cuerpo cuando sintió que se acercaba a ella. Incluso pegó un respingo cuando apoyó una mano sobre su hombro—. Pues pregúntale tú misma, guapita.
—¿Eh? ¿Que le pregunte yo? ¡Ah, vale! ¡Buena idea! ¿Cómo se enciende la telepatía?
—Oye, Yui. Ayame quiere preguntarte algo.
Ayame ladeó la cabeza, sin saber muy bien qué debía hacer. Pero entonces escuchó una voz. Una voz que no entraba a través de sus oídos, sino que parecía escucharla en su cabeza. La voz de la Arashikage llenó todo su ser, incapaz de ser ignorada:
—Qué pasa ahora.
—¡Oh, vaya! Vale, vale... —exclamó Ayame, entonces se aclaró la garganta, cerró los ojos con fuerza para concentrarse e inspiró con fuerza...
—¡¡¡HOLA, ARASHIKAGE-SAMA!!! ¿¿¿SE ME OYE BIEN??? ¡SOY AYAME! ¡NO QUERRÍA MOLESTARLA! ¡SÓLO QUERÍA PREGUNTARLE QUÉ ERA ESO DEL CHAKRA NATURAL PORQUE SHANISE-SAN NO PARECE SABERLOOOOO!
—¿Privilegio...? No lo entiendes, niña —dijo, clavando sus duros ojos azules sobre ella, y la muchacha se estremeció inevitablemente—. Ser la jinchuuriki no te concede ningún privilegio. ¡Eres la guardiana del bijuu, eso es lo que eres!
Shanise se quitó el respirador de la boca, tomó un buen trago de aire y dejó a la vista una ristra de dientes afilados como navajas. Exactamente como los de Kaido.
«¿Otra Hōzuki? ¿Como Yui-sama? Se preguntó Ayame, con un escalofrío.
—No es un privilegio. Es una responsabilidad. ¡Y muy grande! Parece que no entiendes por qué tenemos que protegerte, joder. Hay gente que podría querer hacerse con ese poder para hacer el mal, ¿entiendes? Para causar daños a todos nosotros. Amegakure también estaría en peligro. Tus amigos. Tu familia.
»Así que sí, eres parte del equipo. Como Mogura, tienes exactamente las mismas misiones que él. Eso incluye proteger a la jinchuuriki. ¿Y qué eres tú? Una genin y una jinchuuriki. Así que te tienes que proteger a ti misma. ¿Es que no ves que es muy sencillo? Si la misión es protegerte, nosotros te protegemos. Y tú... te proteges.
Ayame hundió los hombros y dejó escapar el aire de los pulmones, abatida. Le habría encantado responder. Pero no tenía ningún argumento lo suficientemente inteligente como para rebatir aquello. Odiaba admitirlo. Pero tenía razón.
Ahora sólo le quedaba esforzarse para protegerse a sí misma y que nadie tuviera que dar la vida por ella.
—Ahora, continuemos la marcha. Poco a poco, que me tenéis cansada. ¡Y nada de volver a sacar este tema!
Retomaron el rumbo en silencio, pero apenas habían caminado diez metros más cuando Ayame volvió a entrar al trapo. Shanise dejó caer los brazos, y su grito de desesperación le puso los pelos de punta.
«Lo siento. Losiento, losiento, losiento, losiento, losiento....
—¿Quieres que le preguntemos a Yui-sama? Bien. ¿Quieres? Vale. Bien. De acuerdo. —Shanise sonrió maliciosamente, y Ayame tensó todos los músculos del cuerpo cuando sintió que se acercaba a ella. Incluso pegó un respingo cuando apoyó una mano sobre su hombro—. Pues pregúntale tú misma, guapita.
—¿Eh? ¿Que le pregunte yo? ¡Ah, vale! ¡Buena idea! ¿Cómo se enciende la telepatía?
—Oye, Yui. Ayame quiere preguntarte algo.
Ayame ladeó la cabeza, sin saber muy bien qué debía hacer. Pero entonces escuchó una voz. Una voz que no entraba a través de sus oídos, sino que parecía escucharla en su cabeza. La voz de la Arashikage llenó todo su ser, incapaz de ser ignorada:
—Qué pasa ahora.
—¡Oh, vaya! Vale, vale... —exclamó Ayame, entonces se aclaró la garganta, cerró los ojos con fuerza para concentrarse e inspiró con fuerza...
—¡¡¡HOLA, ARASHIKAGE-SAMA!!! ¿¿¿SE ME OYE BIEN??? ¡SOY AYAME! ¡NO QUERRÍA MOLESTARLA! ¡SÓLO QUERÍA PREGUNTARLE QUÉ ERA ESO DEL CHAKRA NATURAL PORQUE SHANISE-SAN NO PARECE SABERLOOOOO!