11/08/2017, 00:58
(Última modificación: 11/08/2017, 01:04 por Aotsuki Ayame.)
Cuatro voces chillaron al unísono dentro de su cabeza, y Ayame pegó un brinco al sentirlo:
—¡¡¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH!!!
—¡¡¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH!!!
—¡¡¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH!!!
—¡¡¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH!!!
—¡Niña, mi conexión a distancia no funciona así, no hace falta chillar, joder! —exclamó una voz desconocida para ella, aunque, dentro del contexto, debía de ser el Yamanaka encargado de mantener la comunicación telepática del que habían hablado con anterioridad.
—Inomaru-kun, es sólo una niña... No pasa... No pasa nada —dijo la voz del Morikage, jadeante pero conciliador.
—¿Ayame? ¿Ayame?
La voz de Yui respondió al fin.
—¡Ah! ¿Sí, Arashikage-sama? —contestó Ayame, con una resplandeciente sonrisa.
—¡¡VETE A TOMAR POR CULO!!
El chillido resonó en su mente, rebotó en su cráneo y terminó perforando sus tímpanos. Mareada Ayame cayó al suelo de rodillas, temblorosa y con un molesto pitido todavía disturbándola. La muchacha se llevó una mano a la cabeza y cerró los ojos con un profundo gesto de dolor, pero aún tardó algunos segundos en reponerse de la sensación. Ahora sabía de primera mano lo que habían sentido las víctimas de sus técnicas de voz, y no era algo precisamente agradable...
Agitó la cabeza, tratando de disipar el aturdimiento, pero el túnel seguía girando a su alrededor a toda velocidad y le suponía un verdadero esfuerzo el simple hecho de mantener la espalda erguida. Fue entonces cuando fue consciente de lo que había pasado y trató de levantarse. Trastabilló durante unos instantes, pero consiguió mantener el equilibrio y miró por debajo de las pestañas a Mogura y a Shanise.
—Yo... yo... —balbuceaba, sus mejillas enrojeciendo por momentos. Al final hizo acopio de las pocas fuerzas que le quedaban e inclinó la espalda todo lo que pudo con cierta torpeza y lentitud—. Lo... lo siento mucho...
Bastante era que no se había caído de boca al intentar hacer la reverencia.
«Ahora nunca sabré lo que es el chakra natural...» Se lamentó para sus adentros, profundamente afligida.
Pero entonces, una bombilla se encendió en su cabeza. Súbitamente inspirada, Ayame se reincorporó y golpeó la palma de su mano abierta con su otra mano.
—¡Ya sé! ¡Podemos invocar a los otros dos grupos y preguntarles a ellos! ¡Alguno tiene que saberlo!
—¡¡¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH!!!
—¡¡¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH!!!
—¡¡¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH!!!
—¡¡¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH!!!
—¡Niña, mi conexión a distancia no funciona así, no hace falta chillar, joder! —exclamó una voz desconocida para ella, aunque, dentro del contexto, debía de ser el Yamanaka encargado de mantener la comunicación telepática del que habían hablado con anterioridad.
—Inomaru-kun, es sólo una niña... No pasa... No pasa nada —dijo la voz del Morikage, jadeante pero conciliador.
—¿Ayame? ¿Ayame?
La voz de Yui respondió al fin.
—¡Ah! ¿Sí, Arashikage-sama? —contestó Ayame, con una resplandeciente sonrisa.
—¡¡VETE A TOMAR POR CULO!!
El chillido resonó en su mente, rebotó en su cráneo y terminó perforando sus tímpanos. Mareada Ayame cayó al suelo de rodillas, temblorosa y con un molesto pitido todavía disturbándola. La muchacha se llevó una mano a la cabeza y cerró los ojos con un profundo gesto de dolor, pero aún tardó algunos segundos en reponerse de la sensación. Ahora sabía de primera mano lo que habían sentido las víctimas de sus técnicas de voz, y no era algo precisamente agradable...
Agitó la cabeza, tratando de disipar el aturdimiento, pero el túnel seguía girando a su alrededor a toda velocidad y le suponía un verdadero esfuerzo el simple hecho de mantener la espalda erguida. Fue entonces cuando fue consciente de lo que había pasado y trató de levantarse. Trastabilló durante unos instantes, pero consiguió mantener el equilibrio y miró por debajo de las pestañas a Mogura y a Shanise.
—Yo... yo... —balbuceaba, sus mejillas enrojeciendo por momentos. Al final hizo acopio de las pocas fuerzas que le quedaban e inclinó la espalda todo lo que pudo con cierta torpeza y lentitud—. Lo... lo siento mucho...
Bastante era que no se había caído de boca al intentar hacer la reverencia.
«Ahora nunca sabré lo que es el chakra natural...» Se lamentó para sus adentros, profundamente afligida.
Pero entonces, una bombilla se encendió en su cabeza. Súbitamente inspirada, Ayame se reincorporó y golpeó la palma de su mano abierta con su otra mano.
—¡Ya sé! ¡Podemos invocar a los otros dos grupos y preguntarles a ellos! ¡Alguno tiene que saberlo!