11/08/2017, 23:39
(Última modificación: 11/08/2017, 23:45 por Sasagani Yota.)
—Bueno, menos mal... No querr...
Una tercera persona aparecería por el lugar, de la cual ni el marionetista ni yo nos habríamos dado cuenta ya que tanto el uno como el otro estábamos bastante pendientes, él de recoger los trozos desperdigados de Gen y yo de levantarme, para lo cual estaba haciendo un esfuerzo más que notable. Se notaba a la legua por los gestos que hacía con la boca y con los gemidos que emitía con el fin de recuperar la verticalidad.
— ¡Juro-kun, Yota-kun!
*¿Pero qué coño?*
— Me ha costado encontraros pero al fin doy con vosotros, ¿Cómo van esos nervios, muchachos?
— ¡¿Sora-sensei?!
Maldita sea, no daba crédito, tanto fue así que al apoyar la rodilla volví a toser dejando un nuevo escupitajo de sangre a su paso. Direccioné mi mirada hasta el orígen de aquella voz. Efectivamente, se trataba de Sora, la mujer de cabellos rosados y que ejercía de sensei de ambos. Y también de Izumi.
— ¿Cómo se ha colado? En teoría los que no participan en los combates no pueden entrar...
— Ah, sí. No te preocupes por eso, Yota-kun. Digamos que conseguí un pase y bueno, os he traído algo. Vamos venid aquí
No pude evitar mirar al marionetista y encogerme de hombros. Aquello me pillo totalmente por sorpresa. Unos minutos antes y se hubiera avergonzado de sus pupilos. Terminé por levantarme por completo, no sin antes realizar un gran esfuerzo. Sentía como todas y cada una de mis células fuese a explotar en cualquier momento. Terminé por acceder a la orden de Sora y me acerque.
— He traído un poco de desayuno. seguro que no habéis probado bocado en toda la mañana, ¿Me equivoco?
— La verdad es que no — dije, finalmente, con cara de circunstancias — Vaya, tiene muy buena pinta
La mujer extendió un paño bastante grande y sobre él deposito unos bollos de canela junto a un poco de chocolate y por supuesto agua bien fresca.
Una tercera persona aparecería por el lugar, de la cual ni el marionetista ni yo nos habríamos dado cuenta ya que tanto el uno como el otro estábamos bastante pendientes, él de recoger los trozos desperdigados de Gen y yo de levantarme, para lo cual estaba haciendo un esfuerzo más que notable. Se notaba a la legua por los gestos que hacía con la boca y con los gemidos que emitía con el fin de recuperar la verticalidad.
— ¡Juro-kun, Yota-kun!
*¿Pero qué coño?*
— Me ha costado encontraros pero al fin doy con vosotros, ¿Cómo van esos nervios, muchachos?
— ¡¿Sora-sensei?!
Maldita sea, no daba crédito, tanto fue así que al apoyar la rodilla volví a toser dejando un nuevo escupitajo de sangre a su paso. Direccioné mi mirada hasta el orígen de aquella voz. Efectivamente, se trataba de Sora, la mujer de cabellos rosados y que ejercía de sensei de ambos. Y también de Izumi.
— ¿Cómo se ha colado? En teoría los que no participan en los combates no pueden entrar...
— Ah, sí. No te preocupes por eso, Yota-kun. Digamos que conseguí un pase y bueno, os he traído algo. Vamos venid aquí
No pude evitar mirar al marionetista y encogerme de hombros. Aquello me pillo totalmente por sorpresa. Unos minutos antes y se hubiera avergonzado de sus pupilos. Terminé por levantarme por completo, no sin antes realizar un gran esfuerzo. Sentía como todas y cada una de mis células fuese a explotar en cualquier momento. Terminé por acceder a la orden de Sora y me acerque.
— He traído un poco de desayuno. seguro que no habéis probado bocado en toda la mañana, ¿Me equivoco?
— La verdad es que no — dije, finalmente, con cara de circunstancias — Vaya, tiene muy buena pinta
La mujer extendió un paño bastante grande y sobre él deposito unos bollos de canela junto a un poco de chocolate y por supuesto agua bien fresca.
Narro ~ Hablo ~ Pienso ~ Kumopansa