12/08/2017, 19:08
(Última modificación: 12/08/2017, 19:08 por Aotsuki Ayame.)
Si las miradas mataran, Ayame habría muerto por lo menos diez veces aquel día. Shanise y Mogura se quedaron mirándola fijamente tras su propuesta, sus ojos clavándose como puñales en su cuerpo. Y cuando creía que estaba a punto de recibir una nueva colleja, o quizás algo peor, la jonin giró sobre sus tobillos y reanudó la marcha a todo correr.
—¡Vamos, sigamos! ¡Es una orden! ¡Se acabaron las sugerencias, vamos, vamos! —vociferó. Detrás de ella, y siguiendo sus pasos, Ayame había estaba a punto de hablar de nuevo, cuando añadió—. Y Ayame, si me veo obligada a contestar a la pregunta de Por Qué Esa No Es Una Buena Idea, te prometo que te vas a arrepentir.
La genin volvió a cerrar la boca de inmediato y agachó la mirada. Definitivamente, nunca sabría qué era aquello del chakra natural...
Cuando Ayame miró por enésima vez hacia el techo, hacia las enormes cristaleras que les protegían de las inclemencias del tiempo y al mismo tiempo les permitían ver el exterior, pese a la eterna capa de nubes que cubrían el cielo se dio cuenta de que estaba oscureciendo. En pocos instantes anochecería. Menos mal que el túnel estaba lo suficientemente iluminado, pues de lo contrario lo habría pasado realmente mal... Y justamente por esa razón, en aquellos instantes sus preocupaciones eran bien distintas. Habían estado corriendo sin descanso durante un largo trecho a una buena velocidad. Y tanto era así que las piernas ya le temblaban desde hacía un rato y había aminorado la velocidad sin poder hacer nada por evitarlo. Ella era una kunoichi bastante ágil, y así se había asegurado de demostrarlo en los primeros minutos, pero la resistencia no era su fuerte y ahora jadeaba como un guepardo superado por una gacela.
Afortunadamente, Shanise terminó por detenerse al cabo de lo que a ella se le antojaron varias tortuosas horas. Ayame no perdió un instante para tirarse de rodillas al suelo, masajeándose las piernas y resollando con fuerza al tiempo que trataba de ignorar el fuego de sus pulmones. No quería ni imaginar qué habría sido de ella si hubiesen seguido corriendo de aquella manera.
—Descansemos hasta mañana —intervino la jonin, que había descolgado su mochila y sacó de ella un par de sandwiches que puso frente a ella.
Ayame asintió sin fuerzas, y no dudó un instante en hacer exactamente lo mismo, y tomó casi con mimo dos sandwiches de queso y jamón que había preparado para la ocasión. Odiaba mostrarse tan débil, y más en una misión tan importante como aquella...
Pero, literalmente, casi no podía ni con su alma.
—Que Amenokami bendiga esta cena, y... que haga que alguien arregle de una vez el puto Túnel —añadió, y aquello consiguió arrancarle una risilla.
Aunque ojalá tuviera razón.
Exhausta, desenvolvió su comida y le pegó el primer bocado. El sandwich estaba húmedo y frío por el ambiente, pero en aquellos momentos fue una auténtica delicia para su paladar. Masticó, despacio pero con ansias, y cuando sintió que al tragar el pan le formaba una bola de masa en la garganta se apresuró a tomar el termo de agua, destaparlo y pegarle un buen trago.
—¿Cuánto puede faltar para salir de este túnel? —preguntó, con un hilo de voz—. Teniendo en cuenta que para mañana no esté arreglado, claro...
—¡Vamos, sigamos! ¡Es una orden! ¡Se acabaron las sugerencias, vamos, vamos! —vociferó. Detrás de ella, y siguiendo sus pasos, Ayame había estaba a punto de hablar de nuevo, cuando añadió—. Y Ayame, si me veo obligada a contestar a la pregunta de Por Qué Esa No Es Una Buena Idea, te prometo que te vas a arrepentir.
La genin volvió a cerrar la boca de inmediato y agachó la mirada. Definitivamente, nunca sabría qué era aquello del chakra natural...
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Cuando Ayame miró por enésima vez hacia el techo, hacia las enormes cristaleras que les protegían de las inclemencias del tiempo y al mismo tiempo les permitían ver el exterior, pese a la eterna capa de nubes que cubrían el cielo se dio cuenta de que estaba oscureciendo. En pocos instantes anochecería. Menos mal que el túnel estaba lo suficientemente iluminado, pues de lo contrario lo habría pasado realmente mal... Y justamente por esa razón, en aquellos instantes sus preocupaciones eran bien distintas. Habían estado corriendo sin descanso durante un largo trecho a una buena velocidad. Y tanto era así que las piernas ya le temblaban desde hacía un rato y había aminorado la velocidad sin poder hacer nada por evitarlo. Ella era una kunoichi bastante ágil, y así se había asegurado de demostrarlo en los primeros minutos, pero la resistencia no era su fuerte y ahora jadeaba como un guepardo superado por una gacela.
Afortunadamente, Shanise terminó por detenerse al cabo de lo que a ella se le antojaron varias tortuosas horas. Ayame no perdió un instante para tirarse de rodillas al suelo, masajeándose las piernas y resollando con fuerza al tiempo que trataba de ignorar el fuego de sus pulmones. No quería ni imaginar qué habría sido de ella si hubiesen seguido corriendo de aquella manera.
—Descansemos hasta mañana —intervino la jonin, que había descolgado su mochila y sacó de ella un par de sandwiches que puso frente a ella.
Ayame asintió sin fuerzas, y no dudó un instante en hacer exactamente lo mismo, y tomó casi con mimo dos sandwiches de queso y jamón que había preparado para la ocasión. Odiaba mostrarse tan débil, y más en una misión tan importante como aquella...
Pero, literalmente, casi no podía ni con su alma.
—Que Amenokami bendiga esta cena, y... que haga que alguien arregle de una vez el puto Túnel —añadió, y aquello consiguió arrancarle una risilla.
Aunque ojalá tuviera razón.
Exhausta, desenvolvió su comida y le pegó el primer bocado. El sandwich estaba húmedo y frío por el ambiente, pero en aquellos momentos fue una auténtica delicia para su paladar. Masticó, despacio pero con ansias, y cuando sintió que al tragar el pan le formaba una bola de masa en la garganta se apresuró a tomar el termo de agua, destaparlo y pegarle un buen trago.
—¿Cuánto puede faltar para salir de este túnel? —preguntó, con un hilo de voz—. Teniendo en cuenta que para mañana no esté arreglado, claro...