13/08/2017, 18:45
La paciencia de Shanise realmente era digna de un monumento, tenía todo el poder para reducir a Ayame a una mancha en el piso y las razones para hacerlo pero aún así no lo hizo. El corazón del joven médico no había parado de latir con fuerza en todo momento, temió lo peor por un segundo.
—¡Vamos, sigamos! ¡Es una orden! ¡Se acabaron las sugerencias, vamos, vamos! Y Ayame, si me veo obligada a contestar a la pregunta de Por Qué Esa No Es Una Buena Idea, te prometo que te vas a arrepentir.
Aquello era algo con lo que podía lidiar, las ordenes de un superior y el trato firme, nada de opiniones fuera de lugar ni consultas que tentasen a la suerte. Se suponía que nadie moría por preguntar, pero Ayame parecía querer tirar esa teoría por la borda.
«¡Sobrevivimos...!»
Mogura echó a andar sin mayor demora, no quería causar ninguna clase de problema.
El recorrido por el Túnel sin duda alguna fue un ejercicio tortuoso, no solo por la velocidad que tenía que manejar, que hacía que sus piernas se sintiesen como si se le fuesen a caer, sino por el hecho de que no había absolutamente nada interesante que ver en el camino. Fue bueno por un lado porque le ayudó a tranquilizarse por el hecho de que casi mataban a la pobre Ayame por su falta de modales, pero también generaba la sensación de que estaban atrapados en una dimensión infinita donde solo había túnel, túnel y más túnel.
Pero finalmente, su superior se detuvo y marcó el final del día.
—Descansemos hasta mañana
Dijo Shanise para luego tomar su mochila y sacar un par de sándwiches, seguidamente se colocaría en el piso y se prepararía para hacer una bendición.
¡Entendido, Shanise-san!
Ayame asintió y se dio a la tarea de buscar su comida. Mogura teniendo luz verde, se dejó caer casi al instante sobre el piso colocándose en seiza, se quitaría su morral y lo colocaría delante suyo. En su interior había unas pocas cosas, no había comida empaquetada ni tampoco sándwiches preparados.
Un humilde pergamino tomó y puso sobre el piso, Comida se podía leer en él. Lentamente lo fue abriendo, más que nada por el hecho de que no sentía que le quedase demasiada energía.
—Que Amenokami bendiga esta cena, y... que haga que alguien arregle de una vez el puto Túnel
Estuvo a punto de dejar escapar una risa por el comentario de la mujer, pero logró contenerse de hacerlo.
Volviendo a su cena, el pergamino estaba desplegado, había una sería de marcas que envolvían diferentes palabras, todos nombres de comidas. Sin más, puso su palma en el centro y una ligera nube de humo se manifestó frente al joven médico. El humo se desvanecería rápidamente y daría lugar a una esencia muy pero muy placentera en todos los presentes, comida caliente, de esa que te abre el apetito con solo sentir el aroma.
Donde antes había marcas, ahora habría un pequeño plato con tres piezas de yakitori, a un lado habría un poco de takoyaki, junto a eso unas salchichas cortadas con forma de pulpo y en el centro un tazón con arroz blanco y lonjas de cerco asado, todo caliente. Una tetera y una taza vacía también se manifestarían del interior del pergamino, té verde caliente.
Un detalle que un ojo atento podría llegar a notar es que quedaba una marca más en el pergamino, se podía leer la palabra Fresa en ella.
Junto sus manos e hizo un silencioso rezo y sin intenciones de perder más tiempo se dio a la tarea de tomar un poco de arroz y llevárselo a la boca.
Ayame había dicho algo, le pareció escuchar, pero la verdad es que la sensación de comida caliente en su boca después de un día tan largo le habían hecho ignorarla por completo.
—¡Vamos, sigamos! ¡Es una orden! ¡Se acabaron las sugerencias, vamos, vamos! Y Ayame, si me veo obligada a contestar a la pregunta de Por Qué Esa No Es Una Buena Idea, te prometo que te vas a arrepentir.
Aquello era algo con lo que podía lidiar, las ordenes de un superior y el trato firme, nada de opiniones fuera de lugar ni consultas que tentasen a la suerte. Se suponía que nadie moría por preguntar, pero Ayame parecía querer tirar esa teoría por la borda.
«¡Sobrevivimos...!»
Mogura echó a andar sin mayor demora, no quería causar ninguna clase de problema.
. . .
El recorrido por el Túnel sin duda alguna fue un ejercicio tortuoso, no solo por la velocidad que tenía que manejar, que hacía que sus piernas se sintiesen como si se le fuesen a caer, sino por el hecho de que no había absolutamente nada interesante que ver en el camino. Fue bueno por un lado porque le ayudó a tranquilizarse por el hecho de que casi mataban a la pobre Ayame por su falta de modales, pero también generaba la sensación de que estaban atrapados en una dimensión infinita donde solo había túnel, túnel y más túnel.
Pero finalmente, su superior se detuvo y marcó el final del día.
—Descansemos hasta mañana
Dijo Shanise para luego tomar su mochila y sacar un par de sándwiches, seguidamente se colocaría en el piso y se prepararía para hacer una bendición.
¡Entendido, Shanise-san!
Ayame asintió y se dio a la tarea de buscar su comida. Mogura teniendo luz verde, se dejó caer casi al instante sobre el piso colocándose en seiza, se quitaría su morral y lo colocaría delante suyo. En su interior había unas pocas cosas, no había comida empaquetada ni tampoco sándwiches preparados.
Un humilde pergamino tomó y puso sobre el piso, Comida se podía leer en él. Lentamente lo fue abriendo, más que nada por el hecho de que no sentía que le quedase demasiada energía.
—Que Amenokami bendiga esta cena, y... que haga que alguien arregle de una vez el puto Túnel
Estuvo a punto de dejar escapar una risa por el comentario de la mujer, pero logró contenerse de hacerlo.
Volviendo a su cena, el pergamino estaba desplegado, había una sería de marcas que envolvían diferentes palabras, todos nombres de comidas. Sin más, puso su palma en el centro y una ligera nube de humo se manifestó frente al joven médico. El humo se desvanecería rápidamente y daría lugar a una esencia muy pero muy placentera en todos los presentes, comida caliente, de esa que te abre el apetito con solo sentir el aroma.
Donde antes había marcas, ahora habría un pequeño plato con tres piezas de yakitori, a un lado habría un poco de takoyaki, junto a eso unas salchichas cortadas con forma de pulpo y en el centro un tazón con arroz blanco y lonjas de cerco asado, todo caliente. Una tetera y una taza vacía también se manifestarían del interior del pergamino, té verde caliente.
Un detalle que un ojo atento podría llegar a notar es que quedaba una marca más en el pergamino, se podía leer la palabra Fresa en ella.
Junto sus manos e hizo un silencioso rezo y sin intenciones de perder más tiempo se dio a la tarea de tomar un poco de arroz y llevárselo a la boca.
Ayame había dicho algo, le pareció escuchar, pero la verdad es que la sensación de comida caliente en su boca después de un día tan largo le habían hecho ignorarla por completo.
Hablo - Pienso