13/08/2017, 23:42
(Última modificación: 13/08/2017, 23:53 por Aotsuki Ayame.)
—Pues... —meditó—. Unas horas nos quedan, desde luego. Y esa no sería la peor parte. Mucho me temo que aún nos queda más de un día y medio de camino hasta llegar a la Ciudad Fantasma. Como mucho, llegaríamos al Cementerio del Gobi al anochecer.
Ayame asintió para sí. Nunca admitiría en voz alta que se le había ido el santo al cielo a mitad de la respuesta del jonin, ¡pero es que Mogura acababa de desplegar un auténtico banquete delante de sus narices! Platos calientes, yakitori humeante, adorables salchichas cortadas en forma de pulpo y un tazón de arroz blanco con lonchas de cerdo asado... La boca se le hacía agua por momentos sin necesidad de utilizar su técnica de hidratación y al final Ayame se vio obligada a apartar la mirada hacia un lado, abrazándose el estómago para que dejara de exigir aquella comida como una bestia hambrienta.
—Y... no sé a vosotros, pero yo no duermo entre un montón de tumbas ni de coña. Vamos, es que ni de coña. —continuó Shanise.
Ayame asintió con energía.
—¡Estoy muy de acuerdo con eso, Shanise-senpai! —exclamó y su voz sonó más desesperada de lo que verdad había pretendido en un principio. Pero era pensar en dormir precisamente en un cementerio y se le erizaban todos los pelos del cuerpo.
No. Nunca podría hacer algo así. Ni de broma.
—De modo que, mucho me temo que tendremos que pasar la noche en Shinogi-to. Lamentablemente sólo es un poquito mejor que el Cementerio del Gobi. ¡JÁ!
«Cualquier cosa sería mejor que el cementerio.» Coincidió Ayame para sus adentros, pero torció el gesto ligeramente y después le pegó otro bocado a su sandwich. «Pero precisamente Shinogi-to...»
No le hacía ninguna gracia. Pero no había posibilidad de elección.
Ayame asintió para sí. Nunca admitiría en voz alta que se le había ido el santo al cielo a mitad de la respuesta del jonin, ¡pero es que Mogura acababa de desplegar un auténtico banquete delante de sus narices! Platos calientes, yakitori humeante, adorables salchichas cortadas en forma de pulpo y un tazón de arroz blanco con lonchas de cerdo asado... La boca se le hacía agua por momentos sin necesidad de utilizar su técnica de hidratación y al final Ayame se vio obligada a apartar la mirada hacia un lado, abrazándose el estómago para que dejara de exigir aquella comida como una bestia hambrienta.
—Y... no sé a vosotros, pero yo no duermo entre un montón de tumbas ni de coña. Vamos, es que ni de coña. —continuó Shanise.
Ayame asintió con energía.
—¡Estoy muy de acuerdo con eso, Shanise-senpai! —exclamó y su voz sonó más desesperada de lo que verdad había pretendido en un principio. Pero era pensar en dormir precisamente en un cementerio y se le erizaban todos los pelos del cuerpo.
No. Nunca podría hacer algo así. Ni de broma.
—De modo que, mucho me temo que tendremos que pasar la noche en Shinogi-to. Lamentablemente sólo es un poquito mejor que el Cementerio del Gobi. ¡JÁ!
«Cualquier cosa sería mejor que el cementerio.» Coincidió Ayame para sus adentros, pero torció el gesto ligeramente y después le pegó otro bocado a su sandwich. «Pero precisamente Shinogi-to...»
No le hacía ninguna gracia. Pero no había posibilidad de elección.