9/07/2015, 23:47
El chico contestó lo mas obvio, tan solo esperaba que el compañero al que le hubieran quitado la bandana se encontrase bien. El rubio sonrió, recordando las habilidades de aquel chico. Apenas sabía mucho mas que hacer explosiones y cegar con el reflejo de la espada. Con eso no llegaría a ningún lado, y mucho menos a hacer daño a un shinobi. Al menos él pensaba eso.
— Nah, tranquilo Juro, ese chico del que hablo no era muy habilidoso... seguro que a quien fuera que le quitase la bandana, se la robó. En un enfrentamiento directo, perdería seguro, así que tu compañero se encontrará bien seguro. —
Intentando calmar un poco al chico, cambió de tema, y volvió a sacar a luz eso del taller. Juro no titubeó en contestar, al parecer él y su familia se dedicaban a realizar pequeños trabajos y arreglos. Eso explicaba el porqué habían dedicado tanto espacio a unas cuantas herramientas y metales. De hecho, no sabía tan siquiera ni qué tipo de taller era, pero eso era ya curiosear demasiado...
— Ostras, pues suena bien... ayudar a mucha gente a construir sus vidas sobre cimientos y tal... suena como a pequeños héroes ocultos tras un martillo y unas alcayatas. —
Pero de pronto, sus oídos les traerían un sonido mas que reconocido y particular. Un grito femenino rompió el silencio de la noche. De la nada, inundó toda esa tranquilidad, y la agrietó hasta la saciedad.
— AHHHHH! AYUDA POR FAVOOOOR!! —
Al mirar hacia el centro del puente, una muchedumbre se arremolinaba descaradamente sobre una de las barandas. En el centro del coro, una chica era victima, o eso parecía a simple vista. La mayoría de éstos chicos iban ataviados con ropajes de tono oscuro, en su mayoría chándal. La chica por otro lado destacaba, iba vestida con un kimono rojo, conjuntando con su tono de cabello.
El rubio ni se lo pensó dos veces, se levantó de su acomodado asiento, y enfocó su objetivo claramente. Sus orbes se clavaron en el lío que recién se estaba formando, no había manera de hacer como que no pasaba nada. Por otro lado, era raro.... no había ni tan siquiera un maldito guardia de seguridad o shinobi cerca, mas que ese par.
— Lo siento, pero voy a ir hacia allá... — Se disculpó ante Juro.
Sin mas, el chico se levantó y se dirigió sin preámbulos hacia el embrollo.
— EHHHH! Que diablos hacéis!? — Vociferó.
Al instante, el grupo de al menos veinte chicos se volvieron hacia éste. La cosa no pintaba bien....
— Nah, tranquilo Juro, ese chico del que hablo no era muy habilidoso... seguro que a quien fuera que le quitase la bandana, se la robó. En un enfrentamiento directo, perdería seguro, así que tu compañero se encontrará bien seguro. —
Intentando calmar un poco al chico, cambió de tema, y volvió a sacar a luz eso del taller. Juro no titubeó en contestar, al parecer él y su familia se dedicaban a realizar pequeños trabajos y arreglos. Eso explicaba el porqué habían dedicado tanto espacio a unas cuantas herramientas y metales. De hecho, no sabía tan siquiera ni qué tipo de taller era, pero eso era ya curiosear demasiado...
— Ostras, pues suena bien... ayudar a mucha gente a construir sus vidas sobre cimientos y tal... suena como a pequeños héroes ocultos tras un martillo y unas alcayatas. —
Pero de pronto, sus oídos les traerían un sonido mas que reconocido y particular. Un grito femenino rompió el silencio de la noche. De la nada, inundó toda esa tranquilidad, y la agrietó hasta la saciedad.
— AHHHHH! AYUDA POR FAVOOOOR!! —
Al mirar hacia el centro del puente, una muchedumbre se arremolinaba descaradamente sobre una de las barandas. En el centro del coro, una chica era victima, o eso parecía a simple vista. La mayoría de éstos chicos iban ataviados con ropajes de tono oscuro, en su mayoría chándal. La chica por otro lado destacaba, iba vestida con un kimono rojo, conjuntando con su tono de cabello.
El rubio ni se lo pensó dos veces, se levantó de su acomodado asiento, y enfocó su objetivo claramente. Sus orbes se clavaron en el lío que recién se estaba formando, no había manera de hacer como que no pasaba nada. Por otro lado, era raro.... no había ni tan siquiera un maldito guardia de seguridad o shinobi cerca, mas que ese par.
— Lo siento, pero voy a ir hacia allá... — Se disculpó ante Juro.
Sin mas, el chico se levantó y se dirigió sin preámbulos hacia el embrollo.
— EHHHH! Que diablos hacéis!? — Vociferó.
Al instante, el grupo de al menos veinte chicos se volvieron hacia éste. La cosa no pintaba bien....