15/08/2017, 13:03
(Última modificación: 15/08/2017, 13:04 por Inuzuka Nabi.)
Nuestro querido Genin salió del Edificio del Morikage dispuesto a completar su misión sin ningún tipo de duda. Incluso con su enorme problema para orientarse, pues ya había trazado un plan para poder sortear ese obstaculo sin perder un momento.
Juro se acercó a la primera persona que vio y le soltó una oración que tendría que usar durante toda su vida.
— Buenos días. ¿Me podría decir usted donde queda esta dirección?
Tal vez debería haber esperado a la segunda persona, o a la primera que pareciese capaz de decirle donde quedaba la dirección, o a la primera que no estuviese ocupada con otra tarea mucho más ardua. El niño medía casi la mitad que el genin y le miró como si mirase una pared, con una mirada perdida en el infinito. Su dedo, en cambio, no estaba tan perdido, pues estaba escudriñando su orificio nasal en busca de algún tentempié.
Un silencio incomodo se hizo entre los dos, incomodo más por Juro que por el niño, que finalmente encontró algo que llevarse a la boca, literalmente, se saco un hilillo de moco más largo que todos los hilos de chakra que había hecho el marionetista hasta el momento. El niño empezó a sorber y el espagueti de moco no parecía acabarse.
Ahora solo quedaba saber si Juro se uniría al banquete o continuaría con su misión.
Juro se acercó a la primera persona que vio y le soltó una oración que tendría que usar durante toda su vida.
— Buenos días. ¿Me podría decir usted donde queda esta dirección?
Tal vez debería haber esperado a la segunda persona, o a la primera que pareciese capaz de decirle donde quedaba la dirección, o a la primera que no estuviese ocupada con otra tarea mucho más ardua. El niño medía casi la mitad que el genin y le miró como si mirase una pared, con una mirada perdida en el infinito. Su dedo, en cambio, no estaba tan perdido, pues estaba escudriñando su orificio nasal en busca de algún tentempié.
Un silencio incomodo se hizo entre los dos, incomodo más por Juro que por el niño, que finalmente encontró algo que llevarse a la boca, literalmente, se saco un hilillo de moco más largo que todos los hilos de chakra que había hecho el marionetista hasta el momento. El niño empezó a sorber y el espagueti de moco no parecía acabarse.
Ahora solo quedaba saber si Juro se uniría al banquete o continuaría con su misión.