17/08/2017, 20:54
—¡Oh, ya era hora! ¡Creía que no llegaríais nunca! Vamos, acompañadme.
— Buenos días, Kanari-sama, Furukawa Eri y Senju Nabi a su completo servicio —
Imité la reverencia de Eri-hime dejando que lo dicho por ella llenase toda la cortesía y educación que hacía falta en una presentación. La mujer mejor vestida, y bastante más hermosa, que la propia kage nos instó a entrar con más prisa que sus pollos cuando comen. Nos hizo atravesar el patio de su casa que era como cinco veces más caro que todo el dinero que había gastado yo en mi vida multiplicado por diez. En dicho patio había pollos, muchos pollos, una cantidad de pollos insoportable. Ya sin mencionar los de piedra que había en la entrada.
Con lo bonita que era la piedra, usarla para hacer figuritas de pollos, que desperdicio. Pudiendo usarse para retratar los rostros de los Kages de la villa o los bijuus o algo chulo como en el Valle del Fin. Ese era el problema de la humanidad, mucho hacer chorradas y poco hacer cosas epicas. Si algún día me hacía rico haría estatuas con mi Doton de todos los bijuus a escala real y los pondré en el jardín.
Para cuando nos detuvimos ya había acabado con mi hilo de pensamiento y volvía a la realidad, y la realidad era incluso mejor que mis pensamientos por primera vez en mucho tiempo. Todo era de mi color, el color de la sabiduría y el poder, dorado y brillaba incluso más que mi pelazo. Siempre había querido algo que brillase más que mi pelo.
—Esperad aquí un momento. Y no toquéis nada.
Bien, ordenes sencillas y fáciles de cumplir. Mi única respuesta fue otra leve reverencia. Apenas me dio tiempo a pensar en todas mis estatuas de bijuus hechas de oro cuando ya estaba bajando lo que había subido con un papel en las manos. Aprovecho para decir que a casi todos los bijuus me los imagino como dinosaurios con colas. Pero dinosaurios dorados.
—Necesito que vayáis a la oficina de mensajería y recojáis esto por mí. ¡Es muy importante para mí así que ni se os ocurra perderlo! ¿De acuerdo? ¿Alguna duda?
— Vamos enseguida, no se preocupe.
La última reverencia por ahora y seguí a Eri cuando se dirigió a la puerta. Una misión de recados, típico de las de rango D, podían haber especificado en el pergamino que solo se trataba de ir a por un paquete. Casi me había preocupado y todo.
— Buenos días, Kanari-sama, Furukawa Eri y Senju Nabi a su completo servicio —
Imité la reverencia de Eri-hime dejando que lo dicho por ella llenase toda la cortesía y educación que hacía falta en una presentación. La mujer mejor vestida, y bastante más hermosa, que la propia kage nos instó a entrar con más prisa que sus pollos cuando comen. Nos hizo atravesar el patio de su casa que era como cinco veces más caro que todo el dinero que había gastado yo en mi vida multiplicado por diez. En dicho patio había pollos, muchos pollos, una cantidad de pollos insoportable. Ya sin mencionar los de piedra que había en la entrada.
Con lo bonita que era la piedra, usarla para hacer figuritas de pollos, que desperdicio. Pudiendo usarse para retratar los rostros de los Kages de la villa o los bijuus o algo chulo como en el Valle del Fin. Ese era el problema de la humanidad, mucho hacer chorradas y poco hacer cosas epicas. Si algún día me hacía rico haría estatuas con mi Doton de todos los bijuus a escala real y los pondré en el jardín.
Para cuando nos detuvimos ya había acabado con mi hilo de pensamiento y volvía a la realidad, y la realidad era incluso mejor que mis pensamientos por primera vez en mucho tiempo. Todo era de mi color, el color de la sabiduría y el poder, dorado y brillaba incluso más que mi pelazo. Siempre había querido algo que brillase más que mi pelo.
—Esperad aquí un momento. Y no toquéis nada.
Bien, ordenes sencillas y fáciles de cumplir. Mi única respuesta fue otra leve reverencia. Apenas me dio tiempo a pensar en todas mis estatuas de bijuus hechas de oro cuando ya estaba bajando lo que había subido con un papel en las manos. Aprovecho para decir que a casi todos los bijuus me los imagino como dinosaurios con colas. Pero dinosaurios dorados.
—Necesito que vayáis a la oficina de mensajería y recojáis esto por mí. ¡Es muy importante para mí así que ni se os ocurra perderlo! ¿De acuerdo? ¿Alguna duda?
— Vamos enseguida, no se preocupe.
La última reverencia por ahora y seguí a Eri cuando se dirigió a la puerta. Una misión de recados, típico de las de rango D, podían haber especificado en el pergamino que solo se trataba de ir a por un paquete. Casi me había preocupado y todo.
—Nabi—
![[Imagen: 23uv4XH.gif]](https://i.imgur.com/23uv4XH.gif)