18/08/2017, 22:28
Aquel día le estaba resultando tremendamente improductivo, es más; quería irse a dormir todo el tiempo que pudiese para que pasase pronto. Había visto a Datsue y hoy tampoco había sido el día en el que hablarían sobre lo del torneo, que claro; aunque ella ya tenía toda la información que necesitaba, quería hablar con él, algo dentro se lo decía, pero por otra parte su ego decía que le diesen por saco y que pasase página.
Su estómago rugió y ella se revolvió entre sus sábanas, pero no quería comer, no se lo merecía, ¡había hecho total ridículo allí! ¿Y su hermano? No habló con él, ni si quiera sabía si había venido a verla o no. «Aunque hubiera sido una pérdida de tiempo,» pensó «No se hubise perdido mucho.»
Sin embargo algo rivalizó con los sonidos poco normales que hacía su estómago vacío y demandante de comida, y eso fue la voz femenina —y neutra— de alguien fuera de su habitación. Rápidamente la cabeza de Eri se irguió y su cabeza trabajó a toda velocidad.
«¡Koko-san!»
Su cuerpo rodó y se dio de bruces contra el suelo, pero veloz se levantó y se apresuró a abrir mostrando una imagen a la persona que estaba allí llamando a su puerta un tanto desaliñada: sus ropas no estaban todas en sus sitios correspondientes —y no traía la túnica abierta que había dejado encima de la mesa y que había usado como excusa para hablar con la rubia— y el pelo lo traía revuelto, parecía incluso que se acababa de levantar de la cama.
Y eso tenía parte de verdad.
—¡Hola! —exclamó Eri mientras sujetaba el pomo de su puerta, un poco indecisa por no saber qué decir —. ¡Kageyama Koko-san! E-estaba buscándote, creo que esto es tuyo...
Con paso apresurado volvió al interior de su habitación, la cual sí que se encontraba recogida a excepción de unos cuantos libros y pergaminos junto a algunos objetos personales de la joven sobre la cama y demás lugares; tomó su chaqueta y se la tendió a la joven rubia que estaba en la puerta.
—L-lo encontré en tu puerta tirado...
Sabía que era mentira, todo era una mentira.
Pero sería una mentira hasta el final.
Su estómago rugió y ella se revolvió entre sus sábanas, pero no quería comer, no se lo merecía, ¡había hecho total ridículo allí! ¿Y su hermano? No habló con él, ni si quiera sabía si había venido a verla o no. «Aunque hubiera sido una pérdida de tiempo,» pensó «No se hubise perdido mucho.»
Sin embargo algo rivalizó con los sonidos poco normales que hacía su estómago vacío y demandante de comida, y eso fue la voz femenina —y neutra— de alguien fuera de su habitación. Rápidamente la cabeza de Eri se irguió y su cabeza trabajó a toda velocidad.
«¡Koko-san!»
Su cuerpo rodó y se dio de bruces contra el suelo, pero veloz se levantó y se apresuró a abrir mostrando una imagen a la persona que estaba allí llamando a su puerta un tanto desaliñada: sus ropas no estaban todas en sus sitios correspondientes —y no traía la túnica abierta que había dejado encima de la mesa y que había usado como excusa para hablar con la rubia— y el pelo lo traía revuelto, parecía incluso que se acababa de levantar de la cama.
Y eso tenía parte de verdad.
—¡Hola! —exclamó Eri mientras sujetaba el pomo de su puerta, un poco indecisa por no saber qué decir —. ¡Kageyama Koko-san! E-estaba buscándote, creo que esto es tuyo...
Con paso apresurado volvió al interior de su habitación, la cual sí que se encontraba recogida a excepción de unos cuantos libros y pergaminos junto a algunos objetos personales de la joven sobre la cama y demás lugares; tomó su chaqueta y se la tendió a la joven rubia que estaba en la puerta.
—L-lo encontré en tu puerta tirado...
Sabía que era mentira, todo era una mentira.
Pero sería una mentira hasta el final.
![[Imagen: ksQJqx9.png]](https://i.imgur.com/ksQJqx9.png)