19/08/2017, 12:43
Todo se estaba yendo al carajo. Akame lo había sabido cuando Yakisoba les hizo aquella pregunta tan directa y fuera de contexto. Cuando notó aquel extraño tono en su voz, normalmente tan afable, que le erizó el vello de la nuca. Todo se estaba yendo al carajo.
El Uchiha se vio obligado a hablar con una sinceridad más clara que cualquier excusa, cualquier truco. Ni siquiera Datsue con su lengua de plata fue capaz de resistirse. «Esto es alguna técnica, este maldito nos está interrogando con una técnica. ¿A nosotros? ¿A sus propios gennin?» Algo no encajaba. «¿Por qué nos trajeron entonces a esta misión? ¿Para matarnos aquí sin que nadie sepa nunca la verdad y decir que morimos en acto de servicio? ¿Tantas molestias sólo por nosotros dos...?»
La cabeza estaba a punto de echarle humo. Akame pensaba a toda velocidad mientras su compañero de Aldea se explicaba, otorgándole unos instantes de gracia. Daba igual, porque en realidad tendría que contestar con lo que realmente pensaba de su Uzukage. Y él mismo temía que podía ser algo que no gustase al Akimichi.
—Pienso que Gouna no debería haber sido Kage. Dicen que no era la candidata con más apoyos, ni siquiera de cerca. No se crió en Uzushiogakure. La gente no la conocía, y aun así ella entró en tu acto de toma de posesión del sombrero de Kage, mató a otro de los personajes más importantes de la Villa y casi te quitó el sombrero de las manos —vomitó, de corrido, como si estuviese huyendo de algo y temiera detenerse—. Hizo lo que quiso y como quiso. No le preocupó ser reconocida por su gente.
»Y, aun así, mataría si ella me lo ordenase. Moriría si ella me lo ordenase. Porque mi lealtad siempre estará con Uzushiogakure no Sato. No importa quién tenga el sombrero de Uzukage sobre sus hombros. Yo... Jamás traicionaré a mi hogar.
Yakisoba podría notar que el muchacho todavía hablaba bajo el influjo de aquella técnica, y que sus palabras no desprendían sino la más pura sinceridad.
En ese momento Akame notó un nudo en la garganta, como si se hubiese tragado una piedra. Quiso bajar la cabeza, pero no pudo; y en lugar de ello intentó tragar saliva para deshacerse de aquella sensación tan incómoda. Una solitaria lágrima se le escapó, resbalando por su mejilla.
—Echo de menos a Shiona-sama... Ella me enseñó algo muy importante.
El Uchiha se vio obligado a hablar con una sinceridad más clara que cualquier excusa, cualquier truco. Ni siquiera Datsue con su lengua de plata fue capaz de resistirse. «Esto es alguna técnica, este maldito nos está interrogando con una técnica. ¿A nosotros? ¿A sus propios gennin?» Algo no encajaba. «¿Por qué nos trajeron entonces a esta misión? ¿Para matarnos aquí sin que nadie sepa nunca la verdad y decir que morimos en acto de servicio? ¿Tantas molestias sólo por nosotros dos...?»
La cabeza estaba a punto de echarle humo. Akame pensaba a toda velocidad mientras su compañero de Aldea se explicaba, otorgándole unos instantes de gracia. Daba igual, porque en realidad tendría que contestar con lo que realmente pensaba de su Uzukage. Y él mismo temía que podía ser algo que no gustase al Akimichi.
—Pienso que Gouna no debería haber sido Kage. Dicen que no era la candidata con más apoyos, ni siquiera de cerca. No se crió en Uzushiogakure. La gente no la conocía, y aun así ella entró en tu acto de toma de posesión del sombrero de Kage, mató a otro de los personajes más importantes de la Villa y casi te quitó el sombrero de las manos —vomitó, de corrido, como si estuviese huyendo de algo y temiera detenerse—. Hizo lo que quiso y como quiso. No le preocupó ser reconocida por su gente.
»Y, aun así, mataría si ella me lo ordenase. Moriría si ella me lo ordenase. Porque mi lealtad siempre estará con Uzushiogakure no Sato. No importa quién tenga el sombrero de Uzukage sobre sus hombros. Yo... Jamás traicionaré a mi hogar.
Yakisoba podría notar que el muchacho todavía hablaba bajo el influjo de aquella técnica, y que sus palabras no desprendían sino la más pura sinceridad.
En ese momento Akame notó un nudo en la garganta, como si se hubiese tragado una piedra. Quiso bajar la cabeza, pero no pudo; y en lugar de ello intentó tragar saliva para deshacerse de aquella sensación tan incómoda. Una solitaria lágrima se le escapó, resbalando por su mejilla.
—Echo de menos a Shiona-sama... Ella me enseñó algo muy importante.