19/08/2017, 16:09
—Bien —dijo, dando un lento aplauso—. Bien, bien. Ahora, tranquilizáos.
No voy a mataros. No tendría por qué... Claro.
»Shiona fue una líder excepcional, es cierto, Akame —comenzó—. Pero algunos en la aldea estábamos comenzando a detectar ciertas... "Conductas". No muy buenas para Uzushiogakura, la verdad. No muy buenas para la aldea.
Yakisoba formuló otro sello manual, y volvió de nuevo la picazón de la nuca. La técnica de interrogación había desaparecido. Se puso a caminar mientras hablaba, con los brazos a la espalda. Casi se podría haber dicho que no parecía el mismo.
—¿Por qué Amegakure debía tener un bijuu y nosotros no podíamos buscar uno? Todo eso de la paz está muy bien, pero cuando hay un desequilibrio de poder... La paz nunca dura siempre, y cuando desaparezca, ¿en qué posición nos dejaría el Pacto con las otras dos aldeas? Amegakure tendría todas las de ganar, y nosotros estamos aislados en una península, muy accesibles por tierra con unas llanuras preciosas donde enviar a tus tropas armadas con un chakra inimaginablemente poderoso.
—Lo que Shiona no era capaz de ver, ni algunos de mis camaradas del Consejo de Sabios, es que esa paz es tan frágil como el cristal de una ventana. Sólo hace falta que alguien tire una piedra contra el cristal para que el fuego de la guerra penetre en nuestra casa. En nuestra aldea.
»Por eso idearon un plan. Sabían que Shiona era tan respetada que nadie se atrevería a cuestionarla. Lo que necesitaban era una Shiona parte dos. Una transición tranquila. ¿Su alumno, Yakisoba? Por ejemplo. ¿Gouna? Tiene la juventud eterna de su madre. Cuando Yakisoba muriese, ella continuaría "la paz".
»Por eso demonizaron mi mensaje. Por eso extendieron los rumores de que quería utilizar a los bijuu, cuando yo sólo decía que deberíamos equilibrar la balanza y tener uno, ¡sólo por si acaso! Por eso hicieron aquél teatrillo en la plaza con alguien transformado en mí, mientras me mandaban lejos, a misiones cada vez más remotas.
»Sí, Shiona, Gouna, Yakisoba... Sabían bien lo que es ser un ninja. Actuar en las sombras, rápidamente, letalmente. Todo por la paz. El fin justifica los medios. Y me demonizaron.
Un resplandor azul envolvió el cuerpo de Yakisoba. Hacía tiempo ya que habían notado el cambio en la voz, aunque quizás pensaron que se trataba de los efectos de la técnica.
Pero...
—Mancharon el nombre de Uzumaki Zoku porque sabía que tenía partidarios. Eliminaron a todos mis hombres fieles, uno a uno...
La compleja transformación se deshizo por completo poco a poco. Desde el rostro, pasando por el cabello y luego por la ropa y el cuerpo, que se desinflaron como un globo. Ahora quien estaba ante ellos era un hombre de media melena rojiza, con los ojos grises, que les observaba con una media sonrisa. Uzumaki Zoku.
—Movilicé a mis hombres para que tomaran información aquí y allá, y descubrí todo esto. Cuando Shiona murió, la rueca del destino siguió tejiendo los hilos del mundo.
»Lamentablemente, tuve que tirar de muchos contactos para expandir mi influencia. Una mosca, sin embargo, picaba detrás de mi oreja, de modo que mientras tanto movilicé a mis mejores espías fieles. Yakisoba y compañía sabían que yo iba a intervenir en el palco el día de la toma de juramento de Yakisoba. Lo que visteis estaba planeado desde el día cero. Gouna estaba en la aldea desde apenas un día después de la muerte de Shiona. Todo fue un teatro.
»Afortunadamente yo me sabía el guión antes de tiempo. Maté a ese gordo conspirador y me hice pasar por él con el Fuuinjutsu. Sólo necesitaba una gran parte de su chakra. Me hice pasar por él. Sus técnicas. Su manera de hablar, de caminar. Su aspecto. Y un doble tomó mi lugar... Un buen hombre. Un mártir por Uzushiogakure.
»Cuando Gouna apareció y mató al falso Zoku, el pueblo tuvo dudas. Los ilusos querían crear un efecto contrario. Ensalzar a una heroína. Pero todo fue demasiado apresurado. Muy público, muy llamativo, eso sí.
»Y luego mataron a todos los hombres que tenían una mera relación conmigo. A sus maridos, esposas, hijos. A sus amigos y a los amigos de sus amigos. A niños de sólo diez años. A estudiantes de la academia a los que conocía. Y todo... Por una paz falsa. Preocupados por la aldea la estaban matando por dentro. Se atrevieron incluso a matar a la mitad del Consejo de Sabios. Qué osadía. O conmigo o contra mí, ¿eh?
Zoku carraspeó y se cruzó de brazos frente a ellos.
—Por supuesto, el de Yakisoba no es el único chakra que robé y tampoco mataron a todos mis hombres. Necesitaba espías, más que nunca. Y entonces, uno de ellos escuchó aquella conversación vuestra, y... Bueno, aquí estamos. Convencí personalmente a Gouna de traeros a vosotros. "Los mejores genin de la aldea" dije. "Con el Sharingan, pueden ver el chakra de los hilos", dije. —Sonrió con satisfacción—. Akame-kun. Has dicho que serías leal a Uzushiogakure hasta el final. Muy bien, ¿qué creéis que es ser leal a Uzushiogakure en estos momentos? No es una respuesta fácil.
»En mi opinión, la paz de Shiona nos ha acostumbrado a ser débiles. Tenemos que hacer más lo que nos de la gana como nación, y menos lo que nos dicten los demás paises. Soberanía.
»Así que... ¿Qué me decís...?
No voy a mataros. No tendría por qué... Claro.
»Shiona fue una líder excepcional, es cierto, Akame —comenzó—. Pero algunos en la aldea estábamos comenzando a detectar ciertas... "Conductas". No muy buenas para Uzushiogakura, la verdad. No muy buenas para la aldea.
Yakisoba formuló otro sello manual, y volvió de nuevo la picazón de la nuca. La técnica de interrogación había desaparecido. Se puso a caminar mientras hablaba, con los brazos a la espalda. Casi se podría haber dicho que no parecía el mismo.
—¿Por qué Amegakure debía tener un bijuu y nosotros no podíamos buscar uno? Todo eso de la paz está muy bien, pero cuando hay un desequilibrio de poder... La paz nunca dura siempre, y cuando desaparezca, ¿en qué posición nos dejaría el Pacto con las otras dos aldeas? Amegakure tendría todas las de ganar, y nosotros estamos aislados en una península, muy accesibles por tierra con unas llanuras preciosas donde enviar a tus tropas armadas con un chakra inimaginablemente poderoso.
—Lo que Shiona no era capaz de ver, ni algunos de mis camaradas del Consejo de Sabios, es que esa paz es tan frágil como el cristal de una ventana. Sólo hace falta que alguien tire una piedra contra el cristal para que el fuego de la guerra penetre en nuestra casa. En nuestra aldea.
»Por eso idearon un plan. Sabían que Shiona era tan respetada que nadie se atrevería a cuestionarla. Lo que necesitaban era una Shiona parte dos. Una transición tranquila. ¿Su alumno, Yakisoba? Por ejemplo. ¿Gouna? Tiene la juventud eterna de su madre. Cuando Yakisoba muriese, ella continuaría "la paz".
»Por eso demonizaron mi mensaje. Por eso extendieron los rumores de que quería utilizar a los bijuu, cuando yo sólo decía que deberíamos equilibrar la balanza y tener uno, ¡sólo por si acaso! Por eso hicieron aquél teatrillo en la plaza con alguien transformado en mí, mientras me mandaban lejos, a misiones cada vez más remotas.
»Sí, Shiona, Gouna, Yakisoba... Sabían bien lo que es ser un ninja. Actuar en las sombras, rápidamente, letalmente. Todo por la paz. El fin justifica los medios. Y me demonizaron.
Un resplandor azul envolvió el cuerpo de Yakisoba. Hacía tiempo ya que habían notado el cambio en la voz, aunque quizás pensaron que se trataba de los efectos de la técnica.
Pero...
—Mancharon el nombre de Uzumaki Zoku porque sabía que tenía partidarios. Eliminaron a todos mis hombres fieles, uno a uno...
La compleja transformación se deshizo por completo poco a poco. Desde el rostro, pasando por el cabello y luego por la ropa y el cuerpo, que se desinflaron como un globo. Ahora quien estaba ante ellos era un hombre de media melena rojiza, con los ojos grises, que les observaba con una media sonrisa. Uzumaki Zoku.
—Movilicé a mis hombres para que tomaran información aquí y allá, y descubrí todo esto. Cuando Shiona murió, la rueca del destino siguió tejiendo los hilos del mundo.
»Lamentablemente, tuve que tirar de muchos contactos para expandir mi influencia. Una mosca, sin embargo, picaba detrás de mi oreja, de modo que mientras tanto movilicé a mis mejores espías fieles. Yakisoba y compañía sabían que yo iba a intervenir en el palco el día de la toma de juramento de Yakisoba. Lo que visteis estaba planeado desde el día cero. Gouna estaba en la aldea desde apenas un día después de la muerte de Shiona. Todo fue un teatro.
»Afortunadamente yo me sabía el guión antes de tiempo. Maté a ese gordo conspirador y me hice pasar por él con el Fuuinjutsu. Sólo necesitaba una gran parte de su chakra. Me hice pasar por él. Sus técnicas. Su manera de hablar, de caminar. Su aspecto. Y un doble tomó mi lugar... Un buen hombre. Un mártir por Uzushiogakure.
»Cuando Gouna apareció y mató al falso Zoku, el pueblo tuvo dudas. Los ilusos querían crear un efecto contrario. Ensalzar a una heroína. Pero todo fue demasiado apresurado. Muy público, muy llamativo, eso sí.
»Y luego mataron a todos los hombres que tenían una mera relación conmigo. A sus maridos, esposas, hijos. A sus amigos y a los amigos de sus amigos. A niños de sólo diez años. A estudiantes de la academia a los que conocía. Y todo... Por una paz falsa. Preocupados por la aldea la estaban matando por dentro. Se atrevieron incluso a matar a la mitad del Consejo de Sabios. Qué osadía. O conmigo o contra mí, ¿eh?
Zoku carraspeó y se cruzó de brazos frente a ellos.
—Por supuesto, el de Yakisoba no es el único chakra que robé y tampoco mataron a todos mis hombres. Necesitaba espías, más que nunca. Y entonces, uno de ellos escuchó aquella conversación vuestra, y... Bueno, aquí estamos. Convencí personalmente a Gouna de traeros a vosotros. "Los mejores genin de la aldea" dije. "Con el Sharingan, pueden ver el chakra de los hilos", dije. —Sonrió con satisfacción—. Akame-kun. Has dicho que serías leal a Uzushiogakure hasta el final. Muy bien, ¿qué creéis que es ser leal a Uzushiogakure en estos momentos? No es una respuesta fácil.
»En mi opinión, la paz de Shiona nos ha acostumbrado a ser débiles. Tenemos que hacer más lo que nos de la gana como nación, y menos lo que nos dicten los demás paises. Soberanía.
»Así que... ¿Qué me decís...?
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