19/08/2017, 22:46
(Última modificación: 19/08/2017, 22:47 por Uzumaki Eri.)
Al parecer Koko había tenido una idea similar a la de Eri cuando mencionó que tenía bollos dulces rellenos de crema, y lo peor es que por dentro la de cabellos morados comenzó a sentir algo más de ganas de charlar con ella, e incluso robarle un par de aquellos bollos.
«¿Cómo sabrían los bollos hechos con galleta?»
Seguramente a galleta, pero ahí había bollos y galletas, no bollos de galletas.
Bueno, volviendo a lo que nos concierne, cuando la rubia pasó a su habitación Eri cerró la puerta con suavidad para no dar un portazo, ya que al estar acostumbrada a que la puerta de su casa tuviese problemas con el suelo y no cerrar bien, no dejaba de dar golpes al pobre cacho de madera sin querer.
—Respecto de la pelea, si te sirve de consuelo, me dieron una paliza y no pude hacer nada al respecto —mencionó la kunoichi de cabellos dorados una vez dentro de su habitación, haciendo que la atención de la otra fémina volase en su dirección mientras tomaba asiento en la cama, invitándola a sentarse allí ya que bueno, era más cómodo —. Y casi me quedo en evidencia frente al público también.
—Vaya, Koko-san, no lo sabía... —alegó Eri mientras abría un poco la boca, claramente sorprendida por el atrevimiento de la rubia para contar aquello, y es que ella misma no sabía qué había ocurrido en los demás combates —. Yo... Bueno, fue corto, me tocó contra Datsue... Y bueno, te lo puedo resumir en... Uchiha —su tono de voz cambió a uno más serio, luego se levantó de la cama y fue a por dos vasos de barro para meter un poco de té verde en cada uno —. No me di cuenta de que... Bueno, que era Uchiha, ¿sabes? Fue un poco frustrante, al final acabó por clavarme un kunai por detrás, mira.
La de cabellos morados —que se encontraba de espaldas a Koko— se apartó su cabello y parte de su túnica para enseñar la venda que cubría el boquete que le había hecho Datsue. «Me va a quedar marca... Y cómo pica la condenada.»
—Lo peor, sin lugar a dudas, fue lo que vino después... —prosiguió una vez consiguió verter el líquido en las tazas, luego acercó un pequeño taburete que tenía por ahí a la cama para dejar los vasos de barro y seguir con su relato —. En el kunai, no te lo pierdas... ¡Había un sello explosivo! ¿Te lo puedes querer? ¡Me quiso explotar! ¡A mí! ¡Una compañera de su propia villa! Y eso que el torneo era amistoso...
»Pero bueno, no te quiero aburrir con toda la historia... Que aunque dijese que no era ni el momento ni el lugar... Es que, bueno, nunca es malo contárselo a otra persona, desahogarse...
Suspiró y abrió la bolsa de galletas.
—Perdón, Koko-san, también me gustaría saber algo de ti —pidió con una sonrisa, intentando disipar el rencor que aun guardaba al Uchiha —¿Contra quién te tocó? —preguntó, intentando enfocar en la rubia el tema de conversación.
«¿Cómo sabrían los bollos hechos con galleta?»
Seguramente a galleta, pero ahí había bollos y galletas, no bollos de galletas.
Bueno, volviendo a lo que nos concierne, cuando la rubia pasó a su habitación Eri cerró la puerta con suavidad para no dar un portazo, ya que al estar acostumbrada a que la puerta de su casa tuviese problemas con el suelo y no cerrar bien, no dejaba de dar golpes al pobre cacho de madera sin querer.
—Respecto de la pelea, si te sirve de consuelo, me dieron una paliza y no pude hacer nada al respecto —mencionó la kunoichi de cabellos dorados una vez dentro de su habitación, haciendo que la atención de la otra fémina volase en su dirección mientras tomaba asiento en la cama, invitándola a sentarse allí ya que bueno, era más cómodo —. Y casi me quedo en evidencia frente al público también.
—Vaya, Koko-san, no lo sabía... —alegó Eri mientras abría un poco la boca, claramente sorprendida por el atrevimiento de la rubia para contar aquello, y es que ella misma no sabía qué había ocurrido en los demás combates —. Yo... Bueno, fue corto, me tocó contra Datsue... Y bueno, te lo puedo resumir en... Uchiha —su tono de voz cambió a uno más serio, luego se levantó de la cama y fue a por dos vasos de barro para meter un poco de té verde en cada uno —. No me di cuenta de que... Bueno, que era Uchiha, ¿sabes? Fue un poco frustrante, al final acabó por clavarme un kunai por detrás, mira.
La de cabellos morados —que se encontraba de espaldas a Koko— se apartó su cabello y parte de su túnica para enseñar la venda que cubría el boquete que le había hecho Datsue. «Me va a quedar marca... Y cómo pica la condenada.»
—Lo peor, sin lugar a dudas, fue lo que vino después... —prosiguió una vez consiguió verter el líquido en las tazas, luego acercó un pequeño taburete que tenía por ahí a la cama para dejar los vasos de barro y seguir con su relato —. En el kunai, no te lo pierdas... ¡Había un sello explosivo! ¿Te lo puedes querer? ¡Me quiso explotar! ¡A mí! ¡Una compañera de su propia villa! Y eso que el torneo era amistoso...
»Pero bueno, no te quiero aburrir con toda la historia... Que aunque dijese que no era ni el momento ni el lugar... Es que, bueno, nunca es malo contárselo a otra persona, desahogarse...
Suspiró y abrió la bolsa de galletas.
—Perdón, Koko-san, también me gustaría saber algo de ti —pidió con una sonrisa, intentando disipar el rencor que aun guardaba al Uchiha —¿Contra quién te tocó? —preguntó, intentando enfocar en la rubia el tema de conversación.