20/08/2017, 00:33
(Última modificación: 20/08/2017, 01:16 por Aotsuki Ayame.)
—Sí... Tienes sus mismos ojos, y el rizo del pelo —respondió Shanise, y Ayame no pudo evitar esbozar una ligera sonrisa. Eso ya lo había oído varias veces—. Pero no hablemos más del pasado. Un ninja tiene que mantener el corazón endurecido, y estas cosas no hacen más que ablandarlo.
Aquellas últimas palabras podrían haber salido perfectamente de los labios de su padre. Ayame no añadió nada más. Estaba muy cansada. Y sólo le hizo falta rendirse y cerrar los ojos para quedarse profundamente dormida. Ni siquiera la iluminación natural del túnel consiguió desvelar su sueño.
Sin embargo, a mitad de la noche un leve rumor la sacó de su sueño. Medio dormida, Ayame se removió en su sacó, entreabrió los ojos y sonrió para sí.
«<<Qué bien... ya han arreglado la cinta...>>» Pensó, antes de volver a dormirse de nuevo.
Ni siquiera le dio por preguntarse qué era aquel bulto que se alejaba por el túnel.
Y Morfeo volvió a invitarla a su mundo.
—¡Ayame, Ayame! —la voz de Shanise comenzó a llamarla después de que a la kunoichi le parecieron apenas unos minutos.
La muchacha se agitó, remolino, tratando de quitarae de encima los brazos de Morfeo. Sin embargo, las siguientes palabras de la ANBU fueron más efectivas que un cubo de agua fría:
—¡Ayame, despierta! ¡Es Mogura, ha desaparecido!
—¡¿Q... QUÉ?! —Ayame se reincorporó de golpe, mirando a su alrededor alarmada.
Efectivamente, Mogura había desaparecido sin dejar rastro. Pero aunque se había desvanecido con el saco de dormir incluído, sí había dejado atrás sus pertenencias, entre ellas su abrigo, su mochila y sus botas.
—No puede ser... —balbuceó Ayame.
Pero, tal y como se temía, la cinta transportadora estaba, efectivamente, en marcha.
No había sido un sueño.
Y el bulto que vio alejarse...
—¡AY, NO! —aulló, pálida como la cera—. ¡Shanise-senpai, hay que darse prisa! ¡A Mogura-san se lo ha llevado la cinta! —añadió, recogiendo a toda prisa los objetos de su compañero—. Y... Yo... ¡Lo siento, Shanise-senpai! Me desperté a media noche por el ruido de la cinta. Debían de haberla reparado, y vi un bulto alejarse... ¡Pero estaba muy adormilada aún y creía que estaba soñando!
Se sentía fatal. Se sentía horrible. Si algo le pasaba a Mogura no podría perdonárselo nunca...
Aquellas últimas palabras podrían haber salido perfectamente de los labios de su padre. Ayame no añadió nada más. Estaba muy cansada. Y sólo le hizo falta rendirse y cerrar los ojos para quedarse profundamente dormida. Ni siquiera la iluminación natural del túnel consiguió desvelar su sueño.
Sin embargo, a mitad de la noche un leve rumor la sacó de su sueño. Medio dormida, Ayame se removió en su sacó, entreabrió los ojos y sonrió para sí.
«<<Qué bien... ya han arreglado la cinta...>>» Pensó, antes de volver a dormirse de nuevo.
Ni siquiera le dio por preguntarse qué era aquel bulto que se alejaba por el túnel.
Y Morfeo volvió a invitarla a su mundo.
—¡Ayame, Ayame! —la voz de Shanise comenzó a llamarla después de que a la kunoichi le parecieron apenas unos minutos.
La muchacha se agitó, remolino, tratando de quitarae de encima los brazos de Morfeo. Sin embargo, las siguientes palabras de la ANBU fueron más efectivas que un cubo de agua fría:
—¡Ayame, despierta! ¡Es Mogura, ha desaparecido!
—¡¿Q... QUÉ?! —Ayame se reincorporó de golpe, mirando a su alrededor alarmada.
Efectivamente, Mogura había desaparecido sin dejar rastro. Pero aunque se había desvanecido con el saco de dormir incluído, sí había dejado atrás sus pertenencias, entre ellas su abrigo, su mochila y sus botas.
—No puede ser... —balbuceó Ayame.
Pero, tal y como se temía, la cinta transportadora estaba, efectivamente, en marcha.
No había sido un sueño.
Y el bulto que vio alejarse...
—¡AY, NO! —aulló, pálida como la cera—. ¡Shanise-senpai, hay que darse prisa! ¡A Mogura-san se lo ha llevado la cinta! —añadió, recogiendo a toda prisa los objetos de su compañero—. Y... Yo... ¡Lo siento, Shanise-senpai! Me desperté a media noche por el ruido de la cinta. Debían de haberla reparado, y vi un bulto alejarse... ¡Pero estaba muy adormilada aún y creía que estaba soñando!
Se sentía fatal. Se sentía horrible. Si algo le pasaba a Mogura no podría perdonárselo nunca...