21/08/2017, 16:52
Akame asistía a la presentación con la expresión más ceremoniosa que fue capaz de poner, y sus ojos azabaches no perdían detalle alguno de los movimientos del maestro. Aunque por el momento no estaba siendo muy dinámica, por decirlo de algún modo, el Uchiha no mostraba signo alguno de aburrimiento. Al contrario, parecía incluso ligeramente conmovido por la profundidad y ceremonia del acto; él nunca se había interesado por el Kenjutsu ni el arte de la lucha con espada, pero ahora que necesitaba conseguirse un buen acero para su próximo combate, estaba decidido a tomar algunos cursillos rápidos.
Llevaba una camiseta negra sin mangas, de cuello alto y con el símbolo del clan Uhiha a la espalda. Pantalones cortos color arena y sandalias ninja completaban el resto de su atuendo junto con la bandana del Remolino que lucía en la frente, anudada de forma que le ayudaba a mantener su melena negra recogida en una cola que le llegaba hasta un poco más abajo de los hombros. No podían faltar varias vendas en torno a sus manos, rodillas y tobillos, y su portaobjetos ninja bien sujeto en la cintura.
De repente, un muchacho al lado suya soltó un sonoro bostezo. Akame miró disimuladamente, sin girar el rostro, al atrevido que había mostrado una falta de respeto tan evidente hacia el maestro. «Pero será...» Aquello le molestó de sobremanera, y rápidamente decidió darle un escarmiento al chico. Con un discreto paso hacia su derecha se aproximó al tipo, y sin compasión ni duda le aplastó los dedos del pie con el talón de su propia sandalia.
—Uhm, disculpa —musitó poco después, volviendo a su posición inicial tras asegurarse de que el pisotón había sido contundente.
Llevaba una camiseta negra sin mangas, de cuello alto y con el símbolo del clan Uhiha a la espalda. Pantalones cortos color arena y sandalias ninja completaban el resto de su atuendo junto con la bandana del Remolino que lucía en la frente, anudada de forma que le ayudaba a mantener su melena negra recogida en una cola que le llegaba hasta un poco más abajo de los hombros. No podían faltar varias vendas en torno a sus manos, rodillas y tobillos, y su portaobjetos ninja bien sujeto en la cintura.
De repente, un muchacho al lado suya soltó un sonoro bostezo. Akame miró disimuladamente, sin girar el rostro, al atrevido que había mostrado una falta de respeto tan evidente hacia el maestro. «Pero será...» Aquello le molestó de sobremanera, y rápidamente decidió darle un escarmiento al chico. Con un discreto paso hacia su derecha se aproximó al tipo, y sin compasión ni duda le aplastó los dedos del pie con el talón de su propia sandalia.
—Uhm, disculpa —musitó poco después, volviendo a su posición inicial tras asegurarse de que el pisotón había sido contundente.