13/07/2015, 16:28
El hombre no pudo evitar desviar su mirada y fijarse en mis creaciones que ahora descansaban en sus hombros, con movimientos amenazantes. Preguntó con pánico que diantres eran esas criaturas, parecía que no estaba muy acostumbrado a frecuentar con shinobis y ver de primera mano de que eran capaces de hacer, le respondí de una forma grotesca para que siguiera bajo mi coacción. -Es la muerte que llama a tu puerta. Si eres inteligente, me obedecerás y así, nada malo te pasara. Le dije seriamente, pues no era en absoluto un farol.
"Bien, funcionó" Pensé esbozando una sonrisa pícara de satisfacción.
Aquel hombre que se encontraba delante nuestra, y que estaba dispuesto a "encargarse de nosotros" no tuvo más remedio que rendirse ante mis amenazas. No tendría por qué haberme creído, pero se notaba que tenía mucho aprecio por su vida, o por la integridad de su físico. Ambas cosas me parecían más que razonables, seguramente en su lugar hubiera actuado de la misma manera. También podría haber hecho alarde de valentía o de una estupidez sin precedentes, haciendo caso omiso de mis advertencias y haber logrado advertir al campamento de alguna forma, pero no fue el caso.
Completamente incrédulo, nuestro ahora prisionero formuló una nueva pregunta, cuya respuesta era obvia. -Creo que la respuesta ya la debes saber. Por lo que no creo necesario responderte. Calló durante un instante, reflexionó. De mientras, Eri se posicionó a mi lado con confianza, y finalmente, el hombre formuló la pregunta correcta. Que era lo que deseaba. -Quiero saber el nombre de tu líder. Contesté tajante.
Esperaría a que complaciera mi primera demanda para después, exigirle la segunda. Mire a Eri sonriente, para transmitirle confianza, el trabajo estaba casi hecho, después podríamos tomarnos un merecido descanso. Celebrando nuestra victoria en la aldea sitiada, como si fuéramos héroes. Pero de momento, deberíamos seguir soportando las inclemencias del clima que no menguaban ni lo más mínimo. Los truenos y relámpagos se sucedían uno tras otro sin cesar, más los voceríos de los rebeldes, probablemente pidiendo respuestas de lo sucedido al cielo.
"Bien, funcionó" Pensé esbozando una sonrisa pícara de satisfacción.
Aquel hombre que se encontraba delante nuestra, y que estaba dispuesto a "encargarse de nosotros" no tuvo más remedio que rendirse ante mis amenazas. No tendría por qué haberme creído, pero se notaba que tenía mucho aprecio por su vida, o por la integridad de su físico. Ambas cosas me parecían más que razonables, seguramente en su lugar hubiera actuado de la misma manera. También podría haber hecho alarde de valentía o de una estupidez sin precedentes, haciendo caso omiso de mis advertencias y haber logrado advertir al campamento de alguna forma, pero no fue el caso.
Completamente incrédulo, nuestro ahora prisionero formuló una nueva pregunta, cuya respuesta era obvia. -Creo que la respuesta ya la debes saber. Por lo que no creo necesario responderte. Calló durante un instante, reflexionó. De mientras, Eri se posicionó a mi lado con confianza, y finalmente, el hombre formuló la pregunta correcta. Que era lo que deseaba. -Quiero saber el nombre de tu líder. Contesté tajante.
Esperaría a que complaciera mi primera demanda para después, exigirle la segunda. Mire a Eri sonriente, para transmitirle confianza, el trabajo estaba casi hecho, después podríamos tomarnos un merecido descanso. Celebrando nuestra victoria en la aldea sitiada, como si fuéramos héroes. Pero de momento, deberíamos seguir soportando las inclemencias del clima que no menguaban ni lo más mínimo. Los truenos y relámpagos se sucedían uno tras otro sin cesar, más los voceríos de los rebeldes, probablemente pidiendo respuestas de lo sucedido al cielo.