30/08/2017, 18:29
—Mogura-kun tiene razón, Ayame-chan
Comenzó diciendo la ANBU.
Pero entiendo tus dudas. Honestamente, no sé cómo Mogura-kun es capaz de mantenerse tan estricto. Tenemos un deber para con la villa. Somos ninjas. Aprovechad estas adversidades para formaros y para aprender lo que realmente significa.
Su mirada bailó entre la expresión de Ayame y la superior mientras hablaba. Quizás la joven kunoichi sentía el peso de la realidad por primera vez en sus hombros. Mogura tenía muchas cosas para preguntar y si hubiese tenido tiempo habría parado a pensar en todas las posibles opciones que tenían, pero no le correspondía tomar las decisiones.
—A lo largo de vuestra vida, mataréis gente en interés del bien común de la villa. A veces, las víctimas serán inocentes. Veréis amigos caer a vuestro lado, e incluso puede que miembros de vuestra propia familia. La vida es una puta mierda, chicos.
O podría morirse un paciente en sus manos, tener que ir contra sus reglas y dejar de lado el tratamiento de un paciente en pos de salvar a otra persona mas importante. Todo eso y mas ya había cruzado la mente del joven genin en algún momento de su vida.
Shanise hizo un gesto con su mano, el cual atraería la atención del joven médico. Entonces continuaría hablando.
Pero tenéis que decirle un enorme "que te jodan" a la vida y morderos las entrañas para soportar todo lo que os venga encima. Tenéis que ser fuertes. Por vosotros, y por aquellos que todavía os queden por proteger. Ese es el camino del ninja de Yui-sama, y es el que me he hecho propio. La cosa está muy jodida, pero no por eso nos vamos a amilanar. ¡Somos shinobis de la Lluvia! ¡Del País de la Tormenta! Seremos duros como las rocas del País de la Tierra que nos separan de esas sabandijas de Kusa y les sacaremos el dedo corazón mientras exhibimos la mejor de nuestras sonrisas. Y ahora, tenemos una misión que cumplir. Yui-sama confía en nosotros. Y la mejor forma de demostrarle a los uzujin que fuimos fieles hasta el final, quizás, sería hacerle caso a Gouna y terminarla. Además, por lo que cuenta podría ser una amenaza global. ¿En serio queréis a alguien más por ahí con el poder para tumbar una ciudad entera entre sus manos?
Manase Mogura se limitó a aprobar aquellas palabras con una ligera reverencia. Un shinobi de Amegakure, del País de la Tormenta. Las palabras de la ANBU sin duda alguna llenaban el corazón de quienes le escuchaban, en ese momento eran solos los dos genin. Habían herido a Uzushiogakure y la culpa estaba queriendo ser depositada sobre Amegakure, para que esas sospechas fuesen despejadas, los ninjas debían seguir y cumplir con su misión. Había que evitar que un loco se hiciese con el poder del chakra natural.
—Tenéis razón, Mogura-san, Shanise-senpai. Lo siento. ¡Y ahora, continuemos!
Diría Ayame realizando una marcada reverencia.
Esa si parece la mirada de una kunoichi lista para salvar su país.
O dispuesta a evitar que unos locos se robasen energía espiritual de su territorio. Sea como fuese, Mogura correspondería la reverencia de la fémina con una ligera inclinación y una pequeña sonrisa dibujada en el rostro, no duraría mucho pero sería sincera.
Comenzó diciendo la ANBU.
Pero entiendo tus dudas. Honestamente, no sé cómo Mogura-kun es capaz de mantenerse tan estricto. Tenemos un deber para con la villa. Somos ninjas. Aprovechad estas adversidades para formaros y para aprender lo que realmente significa.
Su mirada bailó entre la expresión de Ayame y la superior mientras hablaba. Quizás la joven kunoichi sentía el peso de la realidad por primera vez en sus hombros. Mogura tenía muchas cosas para preguntar y si hubiese tenido tiempo habría parado a pensar en todas las posibles opciones que tenían, pero no le correspondía tomar las decisiones.
—A lo largo de vuestra vida, mataréis gente en interés del bien común de la villa. A veces, las víctimas serán inocentes. Veréis amigos caer a vuestro lado, e incluso puede que miembros de vuestra propia familia. La vida es una puta mierda, chicos.
O podría morirse un paciente en sus manos, tener que ir contra sus reglas y dejar de lado el tratamiento de un paciente en pos de salvar a otra persona mas importante. Todo eso y mas ya había cruzado la mente del joven genin en algún momento de su vida.
Shanise hizo un gesto con su mano, el cual atraería la atención del joven médico. Entonces continuaría hablando.
Pero tenéis que decirle un enorme "que te jodan" a la vida y morderos las entrañas para soportar todo lo que os venga encima. Tenéis que ser fuertes. Por vosotros, y por aquellos que todavía os queden por proteger. Ese es el camino del ninja de Yui-sama, y es el que me he hecho propio. La cosa está muy jodida, pero no por eso nos vamos a amilanar. ¡Somos shinobis de la Lluvia! ¡Del País de la Tormenta! Seremos duros como las rocas del País de la Tierra que nos separan de esas sabandijas de Kusa y les sacaremos el dedo corazón mientras exhibimos la mejor de nuestras sonrisas. Y ahora, tenemos una misión que cumplir. Yui-sama confía en nosotros. Y la mejor forma de demostrarle a los uzujin que fuimos fieles hasta el final, quizás, sería hacerle caso a Gouna y terminarla. Además, por lo que cuenta podría ser una amenaza global. ¿En serio queréis a alguien más por ahí con el poder para tumbar una ciudad entera entre sus manos?
Manase Mogura se limitó a aprobar aquellas palabras con una ligera reverencia. Un shinobi de Amegakure, del País de la Tormenta. Las palabras de la ANBU sin duda alguna llenaban el corazón de quienes le escuchaban, en ese momento eran solos los dos genin. Habían herido a Uzushiogakure y la culpa estaba queriendo ser depositada sobre Amegakure, para que esas sospechas fuesen despejadas, los ninjas debían seguir y cumplir con su misión. Había que evitar que un loco se hiciese con el poder del chakra natural.
—Tenéis razón, Mogura-san, Shanise-senpai. Lo siento. ¡Y ahora, continuemos!
Diría Ayame realizando una marcada reverencia.
Esa si parece la mirada de una kunoichi lista para salvar su país.
O dispuesta a evitar que unos locos se robasen energía espiritual de su territorio. Sea como fuese, Mogura correspondería la reverencia de la fémina con una ligera inclinación y una pequeña sonrisa dibujada en el rostro, no duraría mucho pero sería sincera.
Hablo - Pienso