4/09/2017, 16:07
No había valor alguno en mostrarse como shinobi en Shinogi-To, atraer atención innecesaria solamente causaría un efecto contraproducente en los planes que ya había sido maniatados por las noticias de los hechos recientes. Por tanto, bajo capuchas los tres viajeros se aproximaron al poblado, buscando en todo momento mantener el anonimato.
—Hay un trecho. Pero la Arashikage dispone un lugar donde ella y su séquito siempre se alojan. Es mucho más acogedor que cualquier lugar aquí... Y también mucho más seguro. Pasaremos la noche allí.
El joven médico asentía por debajo de la capa, aunque difícilmente podría notarse su gesto.
—Pero mientras, aseguraos de pegaros muy bien a mí y de no mirar a nadie directamente a los ojos. Si habéis estado alguna vez en Shinogi-To, ya sabéis todo lo que se cuece por aquí. Y no vamos a cruzar una buena zona, precisamente.
La economía de Shinogi-To no era ningún misterio para Mogura. Por una cuestión de negocios, solía escuchar relatos sobre los tejemanejes que se llevaban a cabo en el lugar y de la cultura de la gente que solía recorrer las calles del pueblo.
Pudo confirmar con sus propios ojos entonces algunas de las historias que había escuchado mientras atendía viajeros o otros mercaderes, las alimañas del tamaño de un perro, los punteros trabajando de la forma más honesta que conocían, las damas de la noche ganándose el pan y muchas otras cosas más. El resplandor de las luces de neón en ocasiones delataban el filo metálico de algunos personajes anónimos en el paisaje de los barrios bajos de Shinogi-To, guardias del tamaño de dos hombres custodiaban plazas y finalmente la parte más interesante de todas, el mercado, donde podía llegarse a conseguir de todo un poco y en diferentes empaques.
Finalmente llegarían a una puerta, una sobria puerta. Shanise no perdió tiempo y tocó la madera varias veces, a un ritmo particular.
Toctoc, toc to-toc-totoc.
Tuvo poco tiempo para apreciar el interior oscuro del pasillo antes de que Shanise le tomase de la capa y lo arrastrase en conjunto con Ayame al interior del lugar. Aunque se hubiese resistido probablemente la ANBU habría tenido la fuerza necesaria para meterlo de todos modos, de igual manera no se opuso en ningún momento.
—Aunque no lo parezca, es un fuuinjutsu bastante potente. Desde fuera parece que he hecho una simple seña, pero no puedes abrirla si la puerta no quiere dejarte pasar. Y tienes que tener un motivo muy concreto para que la puerta quiera dejarte pasar, creedme.
El joven médico se sentía un poco curioso con respecto al uso del fuuinjutsu aplicado a la puerta, sin duda alguna el poder participar en la misión le había puesto en contacto con ninjutsu de muy alto nivel, nivel que esperaba alcanzar pronto.
—¿Alguno de vosotros domina el Katon? ¿No? Bueno, pues tendremos que avanzar a oscuras... Agarradme de la túnica y seguidme. Esto es un laberinto.
Nadie podía verlo pero el muchacho se encogió de hombros, aunque su naturaleza de chakra fuese afín al elemento probablemente no le habría dedicado el tiempo suficiente a su entrenamiento como para poder decir que lo dominaba.
Me temo que no...
Se limitó a decir mientras estiraba la mano para tomar la túnica de la mujer. Fue entonces que escuchó la voz de su compañera.
—Y... y... n... no... p...
Ayame sonaba que se estaba ahogando, se la escuchaba realmente mal. No podía hacer a un lado sus sentimientos dentro de aquel pasillo. La mirada del muchacho, aunque no podía ver nada en el interior de ese lugar, se giró en dirección a donde debía estar la chica.
«¿Miedo a la oscuridad?»
Aotsuki-san, conserva la calma, estamos aquí. Shanise-san, carecemos de una linterna ¿no?
En aquel momento pensó que habría sido una buena idea haber agregado una de esas lamparas que se usaban a veces en la frente al trabajar en pacientes, pero no esperaba verse encerrado en un pasillo oscuro con una chica que tuviese pavor por las oscuridad.
—Hay un trecho. Pero la Arashikage dispone un lugar donde ella y su séquito siempre se alojan. Es mucho más acogedor que cualquier lugar aquí... Y también mucho más seguro. Pasaremos la noche allí.
El joven médico asentía por debajo de la capa, aunque difícilmente podría notarse su gesto.
—Pero mientras, aseguraos de pegaros muy bien a mí y de no mirar a nadie directamente a los ojos. Si habéis estado alguna vez en Shinogi-To, ya sabéis todo lo que se cuece por aquí. Y no vamos a cruzar una buena zona, precisamente.
La economía de Shinogi-To no era ningún misterio para Mogura. Por una cuestión de negocios, solía escuchar relatos sobre los tejemanejes que se llevaban a cabo en el lugar y de la cultura de la gente que solía recorrer las calles del pueblo.
Pudo confirmar con sus propios ojos entonces algunas de las historias que había escuchado mientras atendía viajeros o otros mercaderes, las alimañas del tamaño de un perro, los punteros trabajando de la forma más honesta que conocían, las damas de la noche ganándose el pan y muchas otras cosas más. El resplandor de las luces de neón en ocasiones delataban el filo metálico de algunos personajes anónimos en el paisaje de los barrios bajos de Shinogi-To, guardias del tamaño de dos hombres custodiaban plazas y finalmente la parte más interesante de todas, el mercado, donde podía llegarse a conseguir de todo un poco y en diferentes empaques.
Finalmente llegarían a una puerta, una sobria puerta. Shanise no perdió tiempo y tocó la madera varias veces, a un ritmo particular.
Toctoc, toc to-toc-totoc.
Tuvo poco tiempo para apreciar el interior oscuro del pasillo antes de que Shanise le tomase de la capa y lo arrastrase en conjunto con Ayame al interior del lugar. Aunque se hubiese resistido probablemente la ANBU habría tenido la fuerza necesaria para meterlo de todos modos, de igual manera no se opuso en ningún momento.
—Aunque no lo parezca, es un fuuinjutsu bastante potente. Desde fuera parece que he hecho una simple seña, pero no puedes abrirla si la puerta no quiere dejarte pasar. Y tienes que tener un motivo muy concreto para que la puerta quiera dejarte pasar, creedme.
El joven médico se sentía un poco curioso con respecto al uso del fuuinjutsu aplicado a la puerta, sin duda alguna el poder participar en la misión le había puesto en contacto con ninjutsu de muy alto nivel, nivel que esperaba alcanzar pronto.
—¿Alguno de vosotros domina el Katon? ¿No? Bueno, pues tendremos que avanzar a oscuras... Agarradme de la túnica y seguidme. Esto es un laberinto.
Nadie podía verlo pero el muchacho se encogió de hombros, aunque su naturaleza de chakra fuese afín al elemento probablemente no le habría dedicado el tiempo suficiente a su entrenamiento como para poder decir que lo dominaba.
Me temo que no...
Se limitó a decir mientras estiraba la mano para tomar la túnica de la mujer. Fue entonces que escuchó la voz de su compañera.
—Y... y... n... no... p...
Ayame sonaba que se estaba ahogando, se la escuchaba realmente mal. No podía hacer a un lado sus sentimientos dentro de aquel pasillo. La mirada del muchacho, aunque no podía ver nada en el interior de ese lugar, se giró en dirección a donde debía estar la chica.
«¿Miedo a la oscuridad?»
Aotsuki-san, conserva la calma, estamos aquí. Shanise-san, carecemos de una linterna ¿no?
En aquel momento pensó que habría sido una buena idea haber agregado una de esas lamparas que se usaban a veces en la frente al trabajar en pacientes, pero no esperaba verse encerrado en un pasillo oscuro con una chica que tuviese pavor por las oscuridad.
Hablo - Pienso