6/09/2017, 16:23
Si Akame había cambiado la chaqueta sin dudarlo, lo de su compañero fue ya un escándalo. No sólo se confirmó como un "verdadero partidario de Zoku desde chiquitito", sino que además no dudó en adular al jounin con todo tipo de apelativos respetuosos. El Uchiha, por una vez, estuvo de acuerdo con Datsue. «Más nos vale que le limpiemos las botas en caso de que nos lo pida, si es que queremos salir vivos de esta».
Zoku siguió hablando, aparentemente inmune a la pobre diplomacia de los gennin. Parecía tener un plan en mente, un plan que iba fraguando poco a poco. Akame se sentía impotente, como una marioneta en manos de su titiritero, pero el halago de su futuro Uzukage le arrancó una media sonrisa. A cualquier buen profesional le gustaba que reconocieran su trabajo, y sin embargo... «Todavía soy débil. Demasiado débil. Demasiado débil. Demasiado débil...» La voz del terrorífico jounin cortó su cantinela mental. Akame obedició, estrechándole una mano, y al instante sus ojos se abrieron como platos a medida que aquellas fórmulas de sellado de sangrienta apariencia le subían por el brazo.
Incluso mucho tiempo después, el Uchiha siempre estaría convencido de no haber prestado nunca más atención a las palabras de alguien que en aquel momento. Su mente analizaba en tiempo real cada frase, cada sílaba, cada coma. «Nos está cogiendo por los huevos, eso queda claro, pero... ¿Acaso tenemos opción?» La respuesta parecía simple...
«No».
Sin embargo, hubo una parte que le llamó mucho la atención. «¿"a obedecerme hasta que mis acciones o palabras vayan en contra del bien para con Uzushiogakure no Sato"?» Pudiendo haberles atado en un contrato de por vida, ¿por qué Zoku se molestaba en precisar eso? ¿No era un cabo suelto, una fisura que quizás algún día permitiría a los dos Uchiha librarse de aquel sello? ¿O es que acaso...?
«¿Acaso es cierto que sólo quiere lo mejor para la Aldea?»
De repente, silencio. El Uzumaki les miraba con aquellos ojos grises, profundos, aterradores. Akame sintió cómo un escalofrío le recorría el espinazo mientras aquellas lenguas de sangre le apretaban el brazo.
—Sí.
Zoku siguió hablando, aparentemente inmune a la pobre diplomacia de los gennin. Parecía tener un plan en mente, un plan que iba fraguando poco a poco. Akame se sentía impotente, como una marioneta en manos de su titiritero, pero el halago de su futuro Uzukage le arrancó una media sonrisa. A cualquier buen profesional le gustaba que reconocieran su trabajo, y sin embargo... «Todavía soy débil. Demasiado débil. Demasiado débil. Demasiado débil...» La voz del terrorífico jounin cortó su cantinela mental. Akame obedició, estrechándole una mano, y al instante sus ojos se abrieron como platos a medida que aquellas fórmulas de sellado de sangrienta apariencia le subían por el brazo.
Incluso mucho tiempo después, el Uchiha siempre estaría convencido de no haber prestado nunca más atención a las palabras de alguien que en aquel momento. Su mente analizaba en tiempo real cada frase, cada sílaba, cada coma. «Nos está cogiendo por los huevos, eso queda claro, pero... ¿Acaso tenemos opción?» La respuesta parecía simple...
«No».
Sin embargo, hubo una parte que le llamó mucho la atención. «¿"a obedecerme hasta que mis acciones o palabras vayan en contra del bien para con Uzushiogakure no Sato"?» Pudiendo haberles atado en un contrato de por vida, ¿por qué Zoku se molestaba en precisar eso? ¿No era un cabo suelto, una fisura que quizás algún día permitiría a los dos Uchiha librarse de aquel sello? ¿O es que acaso...?
«¿Acaso es cierto que sólo quiere lo mejor para la Aldea?»
De repente, silencio. El Uzumaki les miraba con aquellos ojos grises, profundos, aterradores. Akame sintió cómo un escalofrío le recorría el espinazo mientras aquellas lenguas de sangre le apretaban el brazo.
—Sí.