16/07/2015, 17:11
Eri accedió a mi petición acercándose al hombre con su mano zurda cargada de chakra, como nunca antes había visto.
"Que interesante, ¿Que será?" Me fijé prestando toda la atención que pude.
El hombre antes de perder la consciencia, aseguró que toda la información que nos facilitó, era cierta, no había motivos para no creerle, estaba horrorizado por temor a perder su vida. Antes de actuar, Eri le dió las buenas noches a aquel hombre y, finalmente con aquella mano imbuida en chakra, le propinó un golpe en su nuca, que hizo que cayera sobre el barro inconsciente.
Una vez el hombre fuera de combate, la pequeña kunoichi hizo un esfuerzo por levantar aquel hombre y apoyarlo sobre un tocón. Como era normal, fui inmediatamente a ayudarla. -Espera, que te ayudo. Ambos llevando a cabo aquella tarea, hizo que resultara más fácil y llevadera. Después, agarré mis cuatro bichos bomba y me los guardé debajo de mi túnica. "Quizás me sean de utilidad en otro momento".
Eri me preguntó si ahora era momento de ir a la aldea, y como estaba deseando de darme una ducha y de ponerme ropas secas, le dije con rotundidad. -Si, vayamos para la aldea. Estoy harto de estar mojado y embarrado. Tengo toda la ropa pegada al cuerpo, y es la mar de incomodo. Comencé la marcha hacía la aldea, y con un gesto invité a Eri que me acompañara. Tenía dudas de cómo lograríamos encontrar a Dageki, por lo que le respondí confiado. -Habrá que investigar un poco, pero supongo que debe ser alguien con cierta posición y que por algún motivo, no pudo adueñarse del control de la aldea. Después vino la pregunta del millón. -No, no conozco la aldea ni lo más mínimo.
A pesar de no conocer la aldea, me sentía optimista, tenía la intuición que con la ayuda de Eri, podría dar con aquel hombre. Pero ahora solo deseaba descansar un poco. No que quitaba de la cabeza el poder darme un baño caliente, comer algo junto a la chimenea, y ponerme ropas limpias y secas.
-Bueno, lo importante ya está hecho, que era destruir las armas de asedio para evitar derramamientos de sangre. Ahora sugiero que descansemos un poco y después, mientras hacemos tu recado, mantengamos los ojos abiertos. El ejercito no debería tardar mucho en llegar y se encargará de lo que quede de esos bribones anarquistas. Aseguré con firmeza, tenía plena convicción de que el ejercito hiciera su aparición más antes que tarde.
"Que interesante, ¿Que será?" Me fijé prestando toda la atención que pude.
El hombre antes de perder la consciencia, aseguró que toda la información que nos facilitó, era cierta, no había motivos para no creerle, estaba horrorizado por temor a perder su vida. Antes de actuar, Eri le dió las buenas noches a aquel hombre y, finalmente con aquella mano imbuida en chakra, le propinó un golpe en su nuca, que hizo que cayera sobre el barro inconsciente.
Una vez el hombre fuera de combate, la pequeña kunoichi hizo un esfuerzo por levantar aquel hombre y apoyarlo sobre un tocón. Como era normal, fui inmediatamente a ayudarla. -Espera, que te ayudo. Ambos llevando a cabo aquella tarea, hizo que resultara más fácil y llevadera. Después, agarré mis cuatro bichos bomba y me los guardé debajo de mi túnica. "Quizás me sean de utilidad en otro momento".
Eri me preguntó si ahora era momento de ir a la aldea, y como estaba deseando de darme una ducha y de ponerme ropas secas, le dije con rotundidad. -Si, vayamos para la aldea. Estoy harto de estar mojado y embarrado. Tengo toda la ropa pegada al cuerpo, y es la mar de incomodo. Comencé la marcha hacía la aldea, y con un gesto invité a Eri que me acompañara. Tenía dudas de cómo lograríamos encontrar a Dageki, por lo que le respondí confiado. -Habrá que investigar un poco, pero supongo que debe ser alguien con cierta posición y que por algún motivo, no pudo adueñarse del control de la aldea. Después vino la pregunta del millón. -No, no conozco la aldea ni lo más mínimo.
A pesar de no conocer la aldea, me sentía optimista, tenía la intuición que con la ayuda de Eri, podría dar con aquel hombre. Pero ahora solo deseaba descansar un poco. No que quitaba de la cabeza el poder darme un baño caliente, comer algo junto a la chimenea, y ponerme ropas limpias y secas.
-Bueno, lo importante ya está hecho, que era destruir las armas de asedio para evitar derramamientos de sangre. Ahora sugiero que descansemos un poco y después, mientras hacemos tu recado, mantengamos los ojos abiertos. El ejercito no debería tardar mucho en llegar y se encargará de lo que quede de esos bribones anarquistas. Aseguré con firmeza, tenía plena convicción de que el ejercito hiciera su aparición más antes que tarde.