7/09/2017, 13:26
La cantidad de polvo que había levantado aquella puerta era considerable, Mogura se cubriría la boca y la nariz con las palmas y aguantaría tanto como fuese posible la respiración. Cuando uno trabaja con veneno tiene que estar acostumbrado a realizar un movimiento como aquel y tener siempre a mano un frasco de antídoto universal, al menos como primer auxilio. Pero había apretado bien los botones, no debería ser veneno lo que le impedía respirar tranquilamente.
Una biblioteca acojedora con mobiliario incluido se escondía detrás de aquella barrera. Parecía que el fuego no había estado ahí en mucho tiempo, aún así la iluminación no faltaba en esa habitación. Ayame podría estar a salvo. Las escaleras doradas llamaron la atención de Mogura, curioso que una persona como la Arashikage tuviese esos gustos.
Ayame fue depositada en uno de los sillones y en el momento en que Shanise se dirigió a cerrar la puerta él se acercaría a la joven kunoichi para controlar que se encontrase bien.
—Bien. Ya estamos aquí. Bien.
Exclamaría la ANBU.
—Manase-kun. ¿Tienes algo en esos pergaminos que pueda levantar el ánimo a esta muchacha? Me gustaría tenerla de vuelta entre nosotros lo antes posible, por favor.
Entonces, como imitando el truco que había usado la noche anterior el propio genin. La mujer descubriría del interior de tres pergaminos, tres tazas de chocolate caliente.
—Casero. Con mucho azúcar. Vamos, Ayame.
En seguida.
Mogura asintió y no demoró mucho más en poner un pergamino sobre la mesa, el mismo de la noche anterior. Lo extendió y dejó a la vista el kanji de Fresa. Prosiguió entonces a liberar la totalidad del sello.
Espero sea del agrado de todos.
Diría en el momento en que una pequeña nube de humo dejaría al descubierto un pastel de fresa al que solo le faltaba una porción, que seguramente el joven médico habría comido en otro momento. Un detalle a resaltar era que el pastel se encontraba cortado y dispuesto en pequeñas bandejitas individuales, una cuestión de organización y para evitar comerse todo el pastel en una sola comida.
Sin mayor demora, el joven médico tomaría una porción y se la extendería a la joven kunoichi.
Una biblioteca acojedora con mobiliario incluido se escondía detrás de aquella barrera. Parecía que el fuego no había estado ahí en mucho tiempo, aún así la iluminación no faltaba en esa habitación. Ayame podría estar a salvo. Las escaleras doradas llamaron la atención de Mogura, curioso que una persona como la Arashikage tuviese esos gustos.
Ayame fue depositada en uno de los sillones y en el momento en que Shanise se dirigió a cerrar la puerta él se acercaría a la joven kunoichi para controlar que se encontrase bien.
—Bien. Ya estamos aquí. Bien.
Exclamaría la ANBU.
—Manase-kun. ¿Tienes algo en esos pergaminos que pueda levantar el ánimo a esta muchacha? Me gustaría tenerla de vuelta entre nosotros lo antes posible, por favor.
Entonces, como imitando el truco que había usado la noche anterior el propio genin. La mujer descubriría del interior de tres pergaminos, tres tazas de chocolate caliente.
—Casero. Con mucho azúcar. Vamos, Ayame.
En seguida.
Mogura asintió y no demoró mucho más en poner un pergamino sobre la mesa, el mismo de la noche anterior. Lo extendió y dejó a la vista el kanji de Fresa. Prosiguió entonces a liberar la totalidad del sello.
Espero sea del agrado de todos.
Diría en el momento en que una pequeña nube de humo dejaría al descubierto un pastel de fresa al que solo le faltaba una porción, que seguramente el joven médico habría comido en otro momento. Un detalle a resaltar era que el pastel se encontraba cortado y dispuesto en pequeñas bandejitas individuales, una cuestión de organización y para evitar comerse todo el pastel en una sola comida.
Sin mayor demora, el joven médico tomaría una porción y se la extendería a la joven kunoichi.
Hablo - Pienso