17/07/2015, 12:00
A Eri le pareció estupenda la idea, ya era hora de ir a la aldea antes de que cogiéramos una pulmonía o algo peor, tenía el frío calado en los huesos. Haciendo que surgiera un tenue dolor en las articulaciones, en especial las rodillas. Luego la joven kunoichi rompió el silencio para proponerme a comer por su cuenta, completamente sonrojada.
"¿Que le pasara? Ahmm pobrecilla, los amores no correspondidos...se lo que se siente...Tomoe..." Pensé ausente durante un instante, ocasionando un extraño silencio tras la pregunta de la peliazul. -Esto...¿Comer dices? Claro, me parece perfecto. Pero primero me quiero dar un buen baño mientras me lavan mis ropas.
Seguimos en dirección a la aldea, avanzando por el interior del bosque hasta que ya no hubo más remedio que salir al claro y quedarnos expuestos a la intemperie. Aunque la situación era tensa, no había riesgos de que corriéramos peligro. Por un lado, la zona del campamento rebelde continuaba sumida en el caos, a causa de la perdida de las armas de asedio, por otro lado, se podía apreciar que las murallas de la aldea estaban abarrotadas de soldados y milicianos, celebrando con alegría la destrucción de aquellas armas que supuso el fin del sitiado.
Fue fácil localizar la entrada principal, se veía un entrar y salir de jinetes que seguramente irían a avisar a la guarnición más cercana, o incluso pedir ayuda a otros shinobi. "Se enterará Kintaro de que cumplí la misión en breve"
Finalmente y sin más retrasos, llegamos hasta las puertas de la aldea, fuertemente custodiadas por soldados armados con casco y una larga lanza, que acababa en una afilada punta de acero. -¿Quién va? Dijeron con firmeza en lo alto, desde la seguridad del muro.
"Espero que no pongan muchas pegas para dejarnos pasar por los Dioses...tengo frío..."
"¿Que le pasara? Ahmm pobrecilla, los amores no correspondidos...se lo que se siente...Tomoe..." Pensé ausente durante un instante, ocasionando un extraño silencio tras la pregunta de la peliazul. -Esto...¿Comer dices? Claro, me parece perfecto. Pero primero me quiero dar un buen baño mientras me lavan mis ropas.
Seguimos en dirección a la aldea, avanzando por el interior del bosque hasta que ya no hubo más remedio que salir al claro y quedarnos expuestos a la intemperie. Aunque la situación era tensa, no había riesgos de que corriéramos peligro. Por un lado, la zona del campamento rebelde continuaba sumida en el caos, a causa de la perdida de las armas de asedio, por otro lado, se podía apreciar que las murallas de la aldea estaban abarrotadas de soldados y milicianos, celebrando con alegría la destrucción de aquellas armas que supuso el fin del sitiado.
Fue fácil localizar la entrada principal, se veía un entrar y salir de jinetes que seguramente irían a avisar a la guarnición más cercana, o incluso pedir ayuda a otros shinobi. "Se enterará Kintaro de que cumplí la misión en breve"
Finalmente y sin más retrasos, llegamos hasta las puertas de la aldea, fuertemente custodiadas por soldados armados con casco y una larga lanza, que acababa en una afilada punta de acero. -¿Quién va? Dijeron con firmeza en lo alto, desde la seguridad del muro.
"Espero que no pongan muchas pegas para dejarnos pasar por los Dioses...tengo frío..."