7/09/2017, 22:05
El alivio que sintió Akame cuando aquellas lenguas de sangre se esfumaron como humo en el viento fue tan pasajero que ni siquiera le dio para deshacer el nudo que, desde hace rato, tenía en el estómago. Cuando Zoku volvió a hablar, escogió cuidadosamente sus palabras —como había hecho siempre hasta el momento— para dar a entender a los muchachos que les conocía bien. Quizás demasiado bien. Como respuesta, Akame simplemente se limitó a ponerse más rígido y asentir con una inclinación de cabeza.
—Sí, Uzumaki-dono.
Sin embargo, aquella tensión volvió a relajarse cuando el futuro Uzukage empezó a hablarles sobre el verdadero objetivo de su misión. Parecía que con Zoku aquella iba a ser la tónica general; tensión y satisfacción a partes iguales. En lo que concernía a Akame, el orgullo que le producía comprobar la aplastante eficiencia e inteligencia de su futuro mandatario se veía opacado por la constante hoja que sentía pendiendo sobre su cabeza. Una espada brillante y afilada que podía caerle encima en cualquier momento.
Obedeció y volvió a donde antes había estado sentado. Cuando creía que Yakisoba era Yakisoba y Oonindo era un lugar más sencillo; aunque, quizás, peor. Luego siguió, asintiendo varias veces, el impecable razonamiento de Zoku y su exposición del terreno. «Este tipo ha pensado en todo. En todo. Maldición... No sé si eso es bueno o malo», caviló el Uchiha.
Sin embargo, al final llegó la pregunta. La cuestión que había estado rondando por la mente de Akame desde que Zoku les revelase su verdadera identidad. Aquella que hacía alusión a los rumores que habían circulado por la Aldea y que le habían desprestigiado frente a otras personalidades importantes del Remolino.
«Bijuu... La puta madre, se refiere a un bijuu... Este loco realmente quiere...»
—Capturar un bijuu —respondió, casi sin pensar. Sin meditar sus palabras. No le hacía falta; lo que Zoku quería decir estaba claro como el día.
Quería hacerse con una Bestia con Cola. Y algo le decía Akame —por lo poco que conocía a su futuro Uzukage— que aquel tipo de ojos grises también había pensado ya en esa parte del plan.
—Sí, Uzumaki-dono.
Sin embargo, aquella tensión volvió a relajarse cuando el futuro Uzukage empezó a hablarles sobre el verdadero objetivo de su misión. Parecía que con Zoku aquella iba a ser la tónica general; tensión y satisfacción a partes iguales. En lo que concernía a Akame, el orgullo que le producía comprobar la aplastante eficiencia e inteligencia de su futuro mandatario se veía opacado por la constante hoja que sentía pendiendo sobre su cabeza. Una espada brillante y afilada que podía caerle encima en cualquier momento.
Obedeció y volvió a donde antes había estado sentado. Cuando creía que Yakisoba era Yakisoba y Oonindo era un lugar más sencillo; aunque, quizás, peor. Luego siguió, asintiendo varias veces, el impecable razonamiento de Zoku y su exposición del terreno. «Este tipo ha pensado en todo. En todo. Maldición... No sé si eso es bueno o malo», caviló el Uchiha.
Sin embargo, al final llegó la pregunta. La cuestión que había estado rondando por la mente de Akame desde que Zoku les revelase su verdadera identidad. Aquella que hacía alusión a los rumores que habían circulado por la Aldea y que le habían desprestigiado frente a otras personalidades importantes del Remolino.
«Bijuu... La puta madre, se refiere a un bijuu... Este loco realmente quiere...»
—Capturar un bijuu —respondió, casi sin pensar. Sin meditar sus palabras. No le hacía falta; lo que Zoku quería decir estaba claro como el día.
Quería hacerse con una Bestia con Cola. Y algo le decía Akame —por lo poco que conocía a su futuro Uzukage— que aquel tipo de ojos grises también había pensado ya en esa parte del plan.