8/09/2017, 20:26
Si Akame hubiese tenido fuerzas en el cuerpo para inclinarse debidamente, hasta que su nariz tocase la hierba fresca del suelo y sus brazos llegaran hasta Zoku, extendidos, lo habría hecho. Aquel ninja se merecía la más profunda reverencia y el más sincero de los respetos. No sólo había evitado hábilmente la muerte que querían darle algunas de las personas más poderosas de Uzushiogakure, sino que había urdido —de infiltrado— un plan sumamente complejo para eliminar a todos sus rivales y hacerse con una Bestia con Cola.
No podía creerlo. «Este tipo es, en efecto, el mejor shinobi que he conocido jamás. Aplastó a sus enemigos con eficacia e inteligencia, y ahora va a colocar a la Aldea en un punto de ventaja frente a las otras Grandes. Esto es... Esto es increíble». Akame tuvo que luchar para contenerse y no hablar sus pensamientos. Llegados a aquel punto, le parecía claro que Uzumaki Zoku era el mejor Kage que había habido en el Remolino, incluso antes de serlo.
Atendió a la orden de su superior y empacó las pocas cosas que tenía fuera de la mochila. Sin decir una sola palabra, todavía impactado por lo que acababa de vivir y conocer, se colgó el petate a la espalda y siguió los pasos de su futuro Kage. El miedo y la desconfianza eran poco a poco opacados por el carisma e intelecto de un hombre que había logrado algo que parecía imposible. Un hombre que caminaba siempre dos pasos por delante de todos sus enemigos.
De todos.
No podía creerlo. «Este tipo es, en efecto, el mejor shinobi que he conocido jamás. Aplastó a sus enemigos con eficacia e inteligencia, y ahora va a colocar a la Aldea en un punto de ventaja frente a las otras Grandes. Esto es... Esto es increíble». Akame tuvo que luchar para contenerse y no hablar sus pensamientos. Llegados a aquel punto, le parecía claro que Uzumaki Zoku era el mejor Kage que había habido en el Remolino, incluso antes de serlo.
Atendió a la orden de su superior y empacó las pocas cosas que tenía fuera de la mochila. Sin decir una sola palabra, todavía impactado por lo que acababa de vivir y conocer, se colgó el petate a la espalda y siguió los pasos de su futuro Kage. El miedo y la desconfianza eran poco a poco opacados por el carisma e intelecto de un hombre que había logrado algo que parecía imposible. Un hombre que caminaba siempre dos pasos por delante de todos sus enemigos.
De todos.