8/09/2017, 22:44
El día no podía ponerse aún más fastidioso, o eso era lo que el ingenuo y joven Isa había de creer. Pero no tenía de que temer, ya que cierto muchacho Hyuga había llegado ahí para demostrarle todo lo contrario. No le fallaba la memoria, era el muchacho que alguna vez tuvo de compañero de pelea temporal, aunque a decir verdad, no le recordaba con demasiada estima desde ese encuentro. Quería despacharlo radio, más su progenitor, con su carácter alegre de siempre, se le adelantaría a las acciones.
—¡Oh!, así que de verdad eres un conocido de mi hijo.— Dijo sonriente el mayor, mientras el de cabellos bicolor abría la boca ante lo que se le venía encima. —Me empezaba a preocupar que con su carácter de anciano recluído no lograría trabar amistad con nadie. Pero si tiene colegas tan educados cómo tú, entonces ya no debo de qué preocuparme.— Terminó de decir para luego carcajearse y darle una palmada al tuerto en la espalda.
—¡NO, JODER, NO!— Dijo tomando aún con fuerza las bolsas. —Primero, no es mi amigo. Segundo, tampoco necesito ayuda. Tercero, tercero... No se me ocurre un tercer punto, pero reafirmo los dos primeros. Remató para luego enseñar los dientes.
—Oh, Kagetsuna, entiendo que no quieras ponerle cargas al jovencito al ser tu responsabilidad llevar las bolsas. Más qué amigos, son hermanos del alma. Qué conmovedor.— Afirmó mientras fingía limpiarse una lágrima.
—...— No dijo nada más, simplemente se quedó callado mientras parecía darle un tic nervioso en el párpado. Se había armado una buena, sin saber cómo salir de ella. Pero, al escuchar la pregunta del de ojos blancos, vió la oportunidad para salir del problema. —¿Hermano? No sabía que tenías un hermano... Bueno, yo también llegué tarde a espectar el torneo, apenás y alcancé a preguntar un poco.— Dijo ya más relajado.
—¡Oh!, así que de verdad eres un conocido de mi hijo.— Dijo sonriente el mayor, mientras el de cabellos bicolor abría la boca ante lo que se le venía encima. —Me empezaba a preocupar que con su carácter de anciano recluído no lograría trabar amistad con nadie. Pero si tiene colegas tan educados cómo tú, entonces ya no debo de qué preocuparme.— Terminó de decir para luego carcajearse y darle una palmada al tuerto en la espalda.
—¡NO, JODER, NO!— Dijo tomando aún con fuerza las bolsas. —Primero, no es mi amigo. Segundo, tampoco necesito ayuda. Tercero, tercero... No se me ocurre un tercer punto, pero reafirmo los dos primeros. Remató para luego enseñar los dientes.
—Oh, Kagetsuna, entiendo que no quieras ponerle cargas al jovencito al ser tu responsabilidad llevar las bolsas. Más qué amigos, son hermanos del alma. Qué conmovedor.— Afirmó mientras fingía limpiarse una lágrima.
—...— No dijo nada más, simplemente se quedó callado mientras parecía darle un tic nervioso en el párpado. Se había armado una buena, sin saber cómo salir de ella. Pero, al escuchar la pregunta del de ojos blancos, vió la oportunidad para salir del problema. —¿Hermano? No sabía que tenías un hermano... Bueno, yo también llegué tarde a espectar el torneo, apenás y alcancé a preguntar un poco.— Dijo ya más relajado.