Aiko escuchó con atención su vaga descripción de la aldea. Después de eso, le contó un poco acerca de Amegakure, para su fascinación.

—Umm... tiene que ser bonito el lugar. Donde yo vivo, nunca para de llover... es imposible ver el sol. Además, los rascacielos cubren todo, los edificios son tan grandes que la mayoría de veces no llegas a ver su final. Supongo que es totalmente diferente a lo que acostumbras...

Juro ya había escuchado rumores acerca de que en Amegakure siempre llovía. Pero escucharlo de primera mano de una de sus paisanas era algo bastante más impactante. La visión que le dio, sin embargo, fue de colores apagados, nubarrones y edificios fantasmagoricos. Esperó que no fuese realmente así.

En su cabeza parecía una aldea muy triste.

»Oye, ¿ya acabaste?No es que tenga demasiada prisa... pero creo que debería entrenar un poco para poder bajar la comida.

— Pensaba irme pronto -- admitió Juro, encogiendose de hombros —. La verdad es que esperaba a que terminaras. Yo ya acabe hace rato.

Como prueba, Aiko podría ver su plato y su vaso, vacíos. Solo quedaba que ella diese el último trago al cuerno de cerveza, y diesen por terminado la velada.

— Podemos pagar e irnos ya — ofreció Juro, levantándose de la mesa.

Para su sorpresa, el chico ya hacía tiempo que había terminado. Sus platos y vaso estaban vacíos, casi relucientes. Juro no tardó en confirmarlo con palabras, tenía pensado irse pronto, y se encogió de hombros al admitirlo. Al parecer, tan solo la había estado esperando, como buen compañero comensal. La pelirroja no tardó en vaciar el cuerno, en ese último trago tan satisfactorio.

—Oh... perdón... jajaja.

Tras ello, Juro se puso en pié. La pelirroja copió la acción, casi como usuaria del sharingan, pero sin tener los ojos infectados. Fue entonces que el chico dijo que podían pagar e irse. La chica firmó con la cabeza, conforme con lo propuesto.

—Me parece bien. —sentenció.

La chica caminó hacia las cajas registradoras, donde rápidamente sería atendida por una de las trabajadoras del sitio. Seguramente era seguida por el chico en el camino, un camino breve y rápido.

—Aquí tienen. —presentó la chica el resguardo sobre una tabla de madera fina, como si hubiese adivinado a lo que iban los chicos.

La pelirroja observó la cuenta, sacó su monedero, y depositó sobre la madera aproximadamente su cantidad. Obviamente no tenía el importe exacto, así que puso de mas. De todos modos, el precio era realmente ridículo conforme al servicio, así que no le molestaba incluso si éste excedente se lo quedaban como propina.

—Muchas gracias, y quédese la vuelta.

—Gracias a vosotros. —inquirió con una reverencia.

Por suerte o por desgracia, la velada estaba llegando a su fin. Tras pagar, comenzarían a caminar hacia la entrada, donde sus calzados esperaban.

—La verdad, ha sido agradable este rato... espero que nos volvamos a encontrar, aunque espero que no haya de nuevo demasiado jaleo... jajajaja.

Finalmente, Aiko se levantó. Ambos se dirigieron hacia el camarero y pagaron lo que debían. Tras eso, agradecimientos y reverencias, se marcharon del local que tan bien les había marcado. Probablemente volverían más adelante, quien sabía.

—La verdad, ha sido agradable este rato... espero que nos volvamos a encontrar, aunque espero que no haya de nuevo demasiado jaleo... jajajaja.

— Si. Eso espero — murmuró Juro, mientras los dos se alejaban de la puerta. Era hora de partir al hotel —. Creo que me voy a marchar ya a descansar al hotel. Mañana tendré que seguir los entrenamientos bien pronto.

Juro echó un vistazo al camino y luego se volvió hacia Aiko, con una sonrisa.

— Mucha suerte para tu siguiente combate en el torneo — dijo, tras adquirir una faceta más seria —. ... y espero que nos volvamos a ver. Como siempre, tu compañía ha sido un placer.

Esperaría a que la chica se despidiese de él, y luego, acabaría optando por marcharse, arrastrando a Gen a su espalda. Él lo había visto todo.

El chico aclaró que iba a marcharse de nuevo al hotel, seguramente refiriéndose a los alojamientos. Según decía, al día siguiente es que continuaría su entrenamiento. Obviamente, no iba a dejarlo, tenía que mentalizarse de que el próximo combate sería aún mas duro. Sin demora, le deseó suerte en el próximo encuentro, y afirmó que para él su compañía era también agradable.

—Igualmente. —le deseó también suerte. —Nos vemos pronto, cuídate Juro.

Y tras ello le propinó un beso en la mejilla, sin aviso alguno. Tras ello, giraría y tomaría camino hacia los alojamientos de Amegakure, despidiéndose también con un gesto oscilante de mano. En su defensa, no iba a dormir, iba a entrenar un poco mas. No mentía cuando dijo que quería bajar un poco la comida... sin duda alguna, una de las peores sensaciones es dormir con la barriga demasiado llena.

Aunque, tampoco era demasiado tarde, aún quedaba tiempo para hacer mas cosas antes de dormir.