9/09/2017, 20:27
No hacía apenas ni una sola semana que Mikazuki se había graduado. Ahora era oficialmente un ninja de la villa de lluvia. Sin embargo, no había dejado su trabajo a tiempo parcial como dependiente una de las fruterías del distrito comercial. Aquel trabajo, entre otras cosas, le proporcionaba el dinero suficiente para poder permitirse la medicina que necesitaba su madre para sobrevivir, y de vez en cuando, el amable dueño del lugar, le regalaba alguna que otra fruta que sobraba. Bajo ningún concepto podía permitirse abandonar aquel trabajo, no al menos de momento.
Hoy tocaba recibir la paga e ir a la farmacia a por las medicinas. El poco dinero que recibía le llegaba justo para comprar medicina y algo para que comieran los dos. Nuca había podido permitirse ropa nueva, ni libros, ni siquiera había tenido juguetes. Toda la ropa que entraba en su casa era usada, de gente que ya no la necesitaba o no le quedaba pequeña. Los libros los cogía prestados de la biblioteca pública, los de la academia se los había regalado la aldea por su “condición especial”. Y por suerte, como la habían heredado de sus abuelos, no había que pagar el pequeño piso donde Vivian.
Tardo unos diez minutos en recorrer la distancia que separaba la frutería de la farmacia donde habitualmente compraba la medicina. La mujer que atendía a los clientes ya lo conocía de memoria, y antes si quiera de que Mikazuki llegar al mostrador, ya tenía listo el pedido.
—Aquí tiene —Dijo Mikazuki entregando el dinero a la mujer.
—Lo siento mucho, pero ha subido de precio, no será suficiente con eso…
No era la primera vez que la medicina subía desde que empezó a necesitarlas. Al principio solo costaban una tercera parte de lo que ganaba, por lo que podía permitirse alimentarse un poco mejor, al cabo de unos meses, ya costaban la mitad de su sueldo, y ahora…
—¿Sera suficiente con esto? —Dijo poniendo el resto del dinero que le quedaba sobre el mostrador.
—Lo siento mucho, pero tampoco será suficiente…
Y ahora la medicina valía más de lo que el ganaba. Y aun, tenían que comer algo.
—Esta bien, volveré pronto a por ella
Recogió el dinero que había dejado sobre el mostrador y se marchó del lugar.
A su madre le quedaba medicina para más o menos una semana. Mikazuki era un poco previsor, y solía comprarla en cuanto podía para asegurarse que nunca le faltaba. Por ende, tenía una semana para conseguir el dinero que le faltaba.
Solo había una opción. Nadie iba a contratarlo para solo unas horas de un día para otro e iba con el tiempo justo. Nadie iba a hacerlo excepto por una razón: Una Misión. Si habían solicitado ayuda a los shinobis, tendrían que aceptar al ninja que les mandaran. Y si cumplía con su trabajo, podría permitirse pagar la medicina, y con suerte, algo para comer.
Mikazuki se dirigió pues al edificio del Arashikage. Una enorme torre que, al ser el edificio más alto, podía verse desde cualquier parte de Amegukere. No quedaba cerca ni lejos del distrito comercial, pero aun no había llegado si quiera el medio día, por lo que tenía tiempo de sobra para alcanzar su destino y solicitar una misión.
Unos veinticinco minutos más tarde se encontraba frente al edificio donde le esperaba su primer trabajo oficial como ninja. Estaba un poco nervioso, pero era culpa suya, él mismo estaba poniendo sobre sus hombros unas expectativas que no le iban a exigir. Pero ese era su modo de ser, las tareas monótonas o sencillas le aburrían, por lo que tenía que auto ponerse unas expectativas superiores para hacer de ellas un reto. Y todos sabían que las primeras misiones, aunque podían no resultar fáciles para todo el mundo, eran tareas muy simples.
Respiro hondo y soltó una bocanada de aire antes de poner el primer pie dentro del edificio. Camino tranquilo y con normalidad hasta llegar a la recepción.
—Buenos días, vengo a solicitar mi primera misión, mi nombre es Arashitora Mikazuki.
Y aunque solo se trataba de un niño de diez años, cosa que delataba su apariencia, llevaba atada al cuello la bandana que lo identificaba como shinobi de Amegakure, y como alguien digno de emprender las tareas de un ninja.
Hoy tocaba recibir la paga e ir a la farmacia a por las medicinas. El poco dinero que recibía le llegaba justo para comprar medicina y algo para que comieran los dos. Nuca había podido permitirse ropa nueva, ni libros, ni siquiera había tenido juguetes. Toda la ropa que entraba en su casa era usada, de gente que ya no la necesitaba o no le quedaba pequeña. Los libros los cogía prestados de la biblioteca pública, los de la academia se los había regalado la aldea por su “condición especial”. Y por suerte, como la habían heredado de sus abuelos, no había que pagar el pequeño piso donde Vivian.
Tardo unos diez minutos en recorrer la distancia que separaba la frutería de la farmacia donde habitualmente compraba la medicina. La mujer que atendía a los clientes ya lo conocía de memoria, y antes si quiera de que Mikazuki llegar al mostrador, ya tenía listo el pedido.
—Aquí tiene —Dijo Mikazuki entregando el dinero a la mujer.
—Lo siento mucho, pero ha subido de precio, no será suficiente con eso…
No era la primera vez que la medicina subía desde que empezó a necesitarlas. Al principio solo costaban una tercera parte de lo que ganaba, por lo que podía permitirse alimentarse un poco mejor, al cabo de unos meses, ya costaban la mitad de su sueldo, y ahora…
—¿Sera suficiente con esto? —Dijo poniendo el resto del dinero que le quedaba sobre el mostrador.
—Lo siento mucho, pero tampoco será suficiente…
Y ahora la medicina valía más de lo que el ganaba. Y aun, tenían que comer algo.
—Esta bien, volveré pronto a por ella
Recogió el dinero que había dejado sobre el mostrador y se marchó del lugar.
A su madre le quedaba medicina para más o menos una semana. Mikazuki era un poco previsor, y solía comprarla en cuanto podía para asegurarse que nunca le faltaba. Por ende, tenía una semana para conseguir el dinero que le faltaba.
Solo había una opción. Nadie iba a contratarlo para solo unas horas de un día para otro e iba con el tiempo justo. Nadie iba a hacerlo excepto por una razón: Una Misión. Si habían solicitado ayuda a los shinobis, tendrían que aceptar al ninja que les mandaran. Y si cumplía con su trabajo, podría permitirse pagar la medicina, y con suerte, algo para comer.
Mikazuki se dirigió pues al edificio del Arashikage. Una enorme torre que, al ser el edificio más alto, podía verse desde cualquier parte de Amegukere. No quedaba cerca ni lejos del distrito comercial, pero aun no había llegado si quiera el medio día, por lo que tenía tiempo de sobra para alcanzar su destino y solicitar una misión.
Unos veinticinco minutos más tarde se encontraba frente al edificio donde le esperaba su primer trabajo oficial como ninja. Estaba un poco nervioso, pero era culpa suya, él mismo estaba poniendo sobre sus hombros unas expectativas que no le iban a exigir. Pero ese era su modo de ser, las tareas monótonas o sencillas le aburrían, por lo que tenía que auto ponerse unas expectativas superiores para hacer de ellas un reto. Y todos sabían que las primeras misiones, aunque podían no resultar fáciles para todo el mundo, eran tareas muy simples.
Respiro hondo y soltó una bocanada de aire antes de poner el primer pie dentro del edificio. Camino tranquilo y con normalidad hasta llegar a la recepción.
—Buenos días, vengo a solicitar mi primera misión, mi nombre es Arashitora Mikazuki.
Y aunque solo se trataba de un niño de diez años, cosa que delataba su apariencia, llevaba atada al cuello la bandana que lo identificaba como shinobi de Amegakure, y como alguien digno de emprender las tareas de un ninja.