10/09/2017, 18:56
Al adentrarse en el edificio del Arashikage, el recién graduado genin de Amegakure observaría lo cotidiano: un amplio galpón interior ligeramente iluminado que se bifurcaba en dos pasillos contiguos al final de la enorme sala. Uno daba hasta la recepción, y el otro, finalmente; llevaba al ya conocido elevador de la muerte, aquel que ascendía hasta el piso superior del enorme rascacielos. Allá arriba debía estar, probablemente, Amekoro Yui.
Pero Yui-sama era una mujer ocupada, con el peso de una aldea sobre sus hombros. No era la primera ni sería la última vez que un novato tuviese que apañárselas con el dependiente que estuviera encargado de la recepción durante ese turno, y Mikazuki no sería la excepción a la regla.
Quien yacía imperturbable detrás de un sinfín de papeles era un hombre ligeramente mayor, con anteojos vistiéndole casi la mitad de la cara. Observó con curiosidad a Mikazuki. No, él era bueno para los rostros. Y a él no le había visto por ahí nunca.
—Buenos días, vengo a solicitar mi primera misión, mi nombre es Arashitora Mikazuki.
—Que tal, joven Mikazuki. ¿Una misión? ¡claro! déjame buscar tu expediente, un momento por favor.
Se habrá tardado un minuto entero en encontrar una carpeta que estaba parcialmente vacía, salvo por una hoja con los datos del muchacho y los detalles de su más reciente graduación. El viejo sonrió, y se dispuso a buscar entre cajones un rollo de pergamino identificado. Anotó un par de cosas, y luego se lo cedió al Yuki.
Su contenido relataba lo siguiente:
—¿Alguna duda?
Pero Yui-sama era una mujer ocupada, con el peso de una aldea sobre sus hombros. No era la primera ni sería la última vez que un novato tuviese que apañárselas con el dependiente que estuviera encargado de la recepción durante ese turno, y Mikazuki no sería la excepción a la regla.
Quien yacía imperturbable detrás de un sinfín de papeles era un hombre ligeramente mayor, con anteojos vistiéndole casi la mitad de la cara. Observó con curiosidad a Mikazuki. No, él era bueno para los rostros. Y a él no le había visto por ahí nunca.
—Buenos días, vengo a solicitar mi primera misión, mi nombre es Arashitora Mikazuki.
—Que tal, joven Mikazuki. ¿Una misión? ¡claro! déjame buscar tu expediente, un momento por favor.
Se habrá tardado un minuto entero en encontrar una carpeta que estaba parcialmente vacía, salvo por una hoja con los datos del muchacho y los detalles de su más reciente graduación. El viejo sonrió, y se dispuso a buscar entre cajones un rollo de pergamino identificado. Anotó un par de cosas, y luego se lo cedió al Yuki.
Su contenido relataba lo siguiente:
—¿Alguna duda?