20/07/2015, 14:46
Los guardias comenzaron a hablar entre ellos, al final dejaron entrar a ambos shinobi gracias al despiste de la más joven al dejarse su hitai-ate en la frente. Así Yoshi y Eri entraron en la aldea cuando la puerta se abrió. La de cabellos verdes sonrió agradecida a los guardias cuando cruzó el umbral y descubrió lo que esas murallas escondían.
La aldea, joven como le había comentado Yoshi, se veía viva aun por la lluvia que amenazaba los edificios. Eri se quedó anonadada por la belleza de la aldea, aún así no era tan bonita como su propia villa pero... Era agradable la vista.
''Hay que buscar un lugar donde refugiarnos y descansar un poco...¿Un hostal había dicho Yoshi, no?'' Recordó las palabras de su compañero pelirrojo, pero como si de un adivino se tratase, Yoshi habló a su lado señalando hacia el frente. al parecer había encontrado un hostal.
El hostal en sí era exáctamente igual a los demás edificios a su alrededor, de piedra con tejados tradicionales, de cuatro plantas, sin embargo lo que destacaba era un neón que ponía ''Hostal''.
''Mira que son sosos... Ni si quiera tiene nombre el hostal.''
-Bueno, pues yo no quiero buscar más, ¿a qué esperamos?-Dijo Eri divertida a su compañero, y comenzó su marcha hacia el edificio. Cruzaron la puerta y el cuerpo de la joven se sintió muchísimo mejor al no sentir como el agua calaba sus ropas y la empapaba. Entonces observó a su alrededor. Se encontraba en una estancia de paredes amarillas llenos de cuadros que parecían pintados por niños pequeños, y el suelo, decorado con baldosas color crema, donde en la mitad del suelo se encontraba una alfombra de tonos más oscuros. A la izquierda de la sala había una mesa con sillones a sus lados, y a la derecha se encontraban las escaleras y una puerta que no se sabía con exactitud dónde llevaba, ya que no había cartel que lo identificase.
Eri se adelantó al mostrador, donde encontró a mujer tumbada sobre dicho mueble, de cabellos castaños rebeldes.
''Madre mía con el servicio...''
La kunoichi suspiró y miró a su compañero, sin saber muy bien como reaccionar, luego se acercó más al mostrador y habló.
-Disculpe...-Dijo, y luego carraspeó, pero la mujer no se inmutaba.-¿Hoooola?-Empezó a agitar las manos delante de la mujer, pero seguía sin hacer movimiento alguno. -¡¿Se puede saber qué clase de servicio es este!?-La kunoichi tenía la vena de la frente hinchada, y después del pequeño grito, la mujer, sobresaltada, abrió los ojos y se quedó sentada en la silla.
-¡Hola, queridos clientes! Me llamo Haru, ¿Qué desean?-La mujer, de ojos ámbar, por fin decidió hablar.
La aldea, joven como le había comentado Yoshi, se veía viva aun por la lluvia que amenazaba los edificios. Eri se quedó anonadada por la belleza de la aldea, aún así no era tan bonita como su propia villa pero... Era agradable la vista.
''Hay que buscar un lugar donde refugiarnos y descansar un poco...¿Un hostal había dicho Yoshi, no?'' Recordó las palabras de su compañero pelirrojo, pero como si de un adivino se tratase, Yoshi habló a su lado señalando hacia el frente. al parecer había encontrado un hostal.
El hostal en sí era exáctamente igual a los demás edificios a su alrededor, de piedra con tejados tradicionales, de cuatro plantas, sin embargo lo que destacaba era un neón que ponía ''Hostal''.
''Mira que son sosos... Ni si quiera tiene nombre el hostal.''
-Bueno, pues yo no quiero buscar más, ¿a qué esperamos?-Dijo Eri divertida a su compañero, y comenzó su marcha hacia el edificio. Cruzaron la puerta y el cuerpo de la joven se sintió muchísimo mejor al no sentir como el agua calaba sus ropas y la empapaba. Entonces observó a su alrededor. Se encontraba en una estancia de paredes amarillas llenos de cuadros que parecían pintados por niños pequeños, y el suelo, decorado con baldosas color crema, donde en la mitad del suelo se encontraba una alfombra de tonos más oscuros. A la izquierda de la sala había una mesa con sillones a sus lados, y a la derecha se encontraban las escaleras y una puerta que no se sabía con exactitud dónde llevaba, ya que no había cartel que lo identificase.
Eri se adelantó al mostrador, donde encontró a mujer tumbada sobre dicho mueble, de cabellos castaños rebeldes.
''Madre mía con el servicio...''
La kunoichi suspiró y miró a su compañero, sin saber muy bien como reaccionar, luego se acercó más al mostrador y habló.
-Disculpe...-Dijo, y luego carraspeó, pero la mujer no se inmutaba.-¿Hoooola?-Empezó a agitar las manos delante de la mujer, pero seguía sin hacer movimiento alguno. -¡¿Se puede saber qué clase de servicio es este!?-La kunoichi tenía la vena de la frente hinchada, y después del pequeño grito, la mujer, sobresaltada, abrió los ojos y se quedó sentada en la silla.
-¡Hola, queridos clientes! Me llamo Haru, ¿Qué desean?-La mujer, de ojos ámbar, por fin decidió hablar.