10/09/2017, 23:05
—Tengo un par de preguntas sencillas ¿Tengo alguna autoridad para interrogar a quien yo considere sospecho aunque se trate de un shinobi de rango superior? Y, en caso de respuesta afirmativa ¿Tengo algo que demuestre que poseo dicha autoridad?
—No te preocupes por eso, Mikazuki-chan. Tú ve y habla con el solicitante, y si en dado caso crees que necesitas la asistencia de algún rango superior porque alguien no coopera o que la misión te supera de alguna forma, puedes acercarte sin ningún problema.
Las palabras del dependiente fueron bastante claras: Mikazuki no tendría por qué preocuparse de sus propias tribulaciones. Después de todo, aún y a pesar de la ligera dificultad adicional que gozaba la misión por ser de naturaleza investigativa, seguía siendo un encargo catalogado para novatos como él. El cómo Mikazuki aprovechase sus cualidades únicas para resolver el encargo quedaría totalmente en sus manos.
Llegar a los linderos del restaurante Sabores de Tormenta no fue para nada difícil, ni mucho menos. En el exterior del local yacía un buen puñado de transeúntes que observaban ansiosos por fuera de la entrada, que se encontraba cubierta con una valla cuyo cartel escribía: ¡Cerrado hasta nuevo aviso!
Más adelante, recostado por sobre un ventanal; yacía un hombre robusto y regordete, ataviado con una pulcra bata de chef que le resaltaba el portentoso estómago. Cabello negro, facciones de rostro bien marcadas, nariz gruesa y quijada pomposa.
Frotaba su sien, estresado, a su vez que calaba del pito de su cigarrillo. Parecía estar esperando algo, o a alguien.
—No te preocupes por eso, Mikazuki-chan. Tú ve y habla con el solicitante, y si en dado caso crees que necesitas la asistencia de algún rango superior porque alguien no coopera o que la misión te supera de alguna forma, puedes acercarte sin ningún problema.
Las palabras del dependiente fueron bastante claras: Mikazuki no tendría por qué preocuparse de sus propias tribulaciones. Después de todo, aún y a pesar de la ligera dificultad adicional que gozaba la misión por ser de naturaleza investigativa, seguía siendo un encargo catalogado para novatos como él. El cómo Mikazuki aprovechase sus cualidades únicas para resolver el encargo quedaría totalmente en sus manos.
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Llegar a los linderos del restaurante Sabores de Tormenta no fue para nada difícil, ni mucho menos. En el exterior del local yacía un buen puñado de transeúntes que observaban ansiosos por fuera de la entrada, que se encontraba cubierta con una valla cuyo cartel escribía: ¡Cerrado hasta nuevo aviso!
Más adelante, recostado por sobre un ventanal; yacía un hombre robusto y regordete, ataviado con una pulcra bata de chef que le resaltaba el portentoso estómago. Cabello negro, facciones de rostro bien marcadas, nariz gruesa y quijada pomposa.
Frotaba su sien, estresado, a su vez que calaba del pito de su cigarrillo. Parecía estar esperando algo, o a alguien.