10/09/2017, 23:21
Conforme Zoku hablaba, Akame notó como la confusión y la neblina mental que abotargaba sus sentidos y le daba náuseas iba disipándose. Poco a poco era cada vez más consciente de la realidad; de dónde estaba y de lo que había ocurrido. La voz de su Uzukage no hizo sino confirmarlo todo. «Nos han sellado a una Bestia con Cola dentro...»
El Uchiha notó cómo un repentino mareo le asaltaba, y le dieron unas ganas tremendas de vomitar. Si no lo hizo fue porque se encontraba tan débil que su cuerpo ni siquiera era capaz de producir una arcada. El Uzumaki siguió hablando, y Akame trató de prestarle atención a pesar de que sentía como el mundo se le venía encima.
Sí, conocía a los jinchuuriki. Les habían enseñado sobre su papel histórico en Oonindo, sobre cómo todos debían respetarlos y reconocerlos por el gran trabajo que hacían. Todas las lecciones de historia de la Academia mencionaban a los jinchuuriki como seres poco menos que semidivinos, portadores y guardianes del devastador poder de los bijuu. Pero él no se sentía honorable, y mucho menos poderoso. Todavía recordaba aquella oscuridad asfixiante que le había asaltado en sueños... ¿O acaso ocurrió de verdad? La fina línea que separaba lo onírico de lo real parecía haberse difuminado en los últimos días.
Al final, el Uchiha tuvo que reaccionar. Tenía que decir algo. Parpadeó varias veces, todavía confuso, y solamente pudo articular unas pobres palabras.
—Es... un honor, Uzumaki-sama. Gracias por concederme esta oportunidad.
De cualquier modo, ¿no tenía Zoku razón? ¿No se había convertido en el poderoso guardián de un temible monstruo? ¿Y si eso le servía para, por fin, conseguir el poder que tanto ansiaba para dejar de sentirse minúsculo e insignificante en un mundo que había probado ser mucho más grande de lo que él esperaba?
El Uchiha notó cómo un repentino mareo le asaltaba, y le dieron unas ganas tremendas de vomitar. Si no lo hizo fue porque se encontraba tan débil que su cuerpo ni siquiera era capaz de producir una arcada. El Uzumaki siguió hablando, y Akame trató de prestarle atención a pesar de que sentía como el mundo se le venía encima.
Sí, conocía a los jinchuuriki. Les habían enseñado sobre su papel histórico en Oonindo, sobre cómo todos debían respetarlos y reconocerlos por el gran trabajo que hacían. Todas las lecciones de historia de la Academia mencionaban a los jinchuuriki como seres poco menos que semidivinos, portadores y guardianes del devastador poder de los bijuu. Pero él no se sentía honorable, y mucho menos poderoso. Todavía recordaba aquella oscuridad asfixiante que le había asaltado en sueños... ¿O acaso ocurrió de verdad? La fina línea que separaba lo onírico de lo real parecía haberse difuminado en los últimos días.
Al final, el Uchiha tuvo que reaccionar. Tenía que decir algo. Parpadeó varias veces, todavía confuso, y solamente pudo articular unas pobres palabras.
—Es... un honor, Uzumaki-sama. Gracias por concederme esta oportunidad.
De cualquier modo, ¿no tenía Zoku razón? ¿No se había convertido en el poderoso guardián de un temible monstruo? ¿Y si eso le servía para, por fin, conseguir el poder que tanto ansiaba para dejar de sentirse minúsculo e insignificante en un mundo que había probado ser mucho más grande de lo que él esperaba?