20/07/2015, 16:13
Eri se apresuró por entrar en aquel hostal sin necesidad de buscar otro. Yo actué de igual modo, estaba aburrido de la lluvia, y me había planteado no salir de aquel establecimiento, hasta que amainara el mal tiempo.
-Yo tampoco, y creo que no pienso salir hasta que salga el sol...que ya apenas recuerdo, aquella bola amarilla que tanto maldecía en verano...ahora la hecho de menos. Dije melancólico.
Una vez habiendo atravesado el portal, no pude evitar fijarme en la extraña decoración de aquel hostal. No cabía duda que era un tanto peculiar. Aunque dejando el tema de la decoración a un lado, sentí pena por aquella alfombra que adornaba el pasillo, la estábamos dejando verdaderamente asquerosa, con el barro que se desprendía de nuestros calzados y del agua que caía de nuestras ropas.
"Mira que hay que ser desalmado..."
Después de atravesar el Hall del hostal, llegamos al recibidor, donde como no, había un peculiar mostrador, a juego con el resto del edificio. Lo que desentonaba un poco era la mujer que lo regentaba, que estaba de cualquier manera sobre él. Eri hizo un notable esfuerzo para hacerse oír, pero al final, después de quejarse del servicio, aquella mujer reaccionó como si volviera a la vida, y como si no hubiera sucedido nada.
"Jeje Eri la pobre..." Pensé sonriente, ya que me resultó graciosa la escena.
Cuando aquella señora de pelo castaño y desordenado preguntó que deseábamos, alcé una mano y sujetando los dedos uno a uno, fui enumerando lo que quería. Si Eri se fijase lo suficiente vería una boca sonriente en la palma de mis manos.
-Hola Haru, queremos una habitación para cada uno, quiero poder darme un buen baño, un servicio de lavandería para lavar mis ropas... y comer, quiero comer.
-Yo tampoco, y creo que no pienso salir hasta que salga el sol...que ya apenas recuerdo, aquella bola amarilla que tanto maldecía en verano...ahora la hecho de menos. Dije melancólico.
Una vez habiendo atravesado el portal, no pude evitar fijarme en la extraña decoración de aquel hostal. No cabía duda que era un tanto peculiar. Aunque dejando el tema de la decoración a un lado, sentí pena por aquella alfombra que adornaba el pasillo, la estábamos dejando verdaderamente asquerosa, con el barro que se desprendía de nuestros calzados y del agua que caía de nuestras ropas.
"Mira que hay que ser desalmado..."
Después de atravesar el Hall del hostal, llegamos al recibidor, donde como no, había un peculiar mostrador, a juego con el resto del edificio. Lo que desentonaba un poco era la mujer que lo regentaba, que estaba de cualquier manera sobre él. Eri hizo un notable esfuerzo para hacerse oír, pero al final, después de quejarse del servicio, aquella mujer reaccionó como si volviera a la vida, y como si no hubiera sucedido nada.
"Jeje Eri la pobre..." Pensé sonriente, ya que me resultó graciosa la escena.
Cuando aquella señora de pelo castaño y desordenado preguntó que deseábamos, alcé una mano y sujetando los dedos uno a uno, fui enumerando lo que quería. Si Eri se fijase lo suficiente vería una boca sonriente en la palma de mis manos.
-Hola Haru, queremos una habitación para cada uno, quiero poder darme un buen baño, un servicio de lavandería para lavar mis ropas... y comer, quiero comer.