11/09/2017, 14:16
(Última modificación: 11/09/2017, 14:29 por Uzumaki Eri.)
—No te guardes nada —susurró Koko dándole un beso en la oreja a la joven de cabellos violáceos.
Parecía como si la rubia tuviese experiencia en aquello, pues Eri sentía que lo que estaba haciendo se le daba bien, la consolaba de forma tranquila, con acciones tiernas y palabras agradables, dejándola su espacio para desahogarse a gusto. Ella lloraba, dejaba que sus lágrimas se liberasen por fin de la cárcel que eran sus ojos para recorrer sus mejillas y terminar ocultándose en la camiseta que llevaba la pecosa, humedeciendo la tela.
No gimoteaba ni hipaba, solo lloraba de forma silenciosa, a veces sorbía para que no cayese ningún elemento poco agradable sobre la otra fémina que allí se encontraba, pero por lo demás solo dejaba a sus lágrimas escaparse, quería quedarse seca, exprimir todo lo que tenía dentro y poder sentirse bien.
Y allí estaba, Eri, se sentía una deshonra para su villa y para su hermano, sin ningún talento más allá de su Kekkei Genkai heredado de su madre, pequeña, inocente, sin ningún tipo de iniciativa propia en nada de su vida...
Pero ahí estaba.
Quizá tendría que entrenar más, hacerse más fuerte, centrarse e imponerse una meta que alcanzar, pedir ayuda a otras personas y aprender, dar un sentido a su vida. Comenzaba a dar vueltas a las ideas que se le remolinaban en su cabeza, y poco a poco las lágrimas desaparecieron, dejando solo un rastro seco en sus mejillas.
Se separó poco a poco de Koko para mirarla a los ojos directamente desde los suyos, hinchados y enrojecidos; para murmurar con voz ronca.
—Gracias, Koko-san, lo necesitaba.
Parecía como si la rubia tuviese experiencia en aquello, pues Eri sentía que lo que estaba haciendo se le daba bien, la consolaba de forma tranquila, con acciones tiernas y palabras agradables, dejándola su espacio para desahogarse a gusto. Ella lloraba, dejaba que sus lágrimas se liberasen por fin de la cárcel que eran sus ojos para recorrer sus mejillas y terminar ocultándose en la camiseta que llevaba la pecosa, humedeciendo la tela.
No gimoteaba ni hipaba, solo lloraba de forma silenciosa, a veces sorbía para que no cayese ningún elemento poco agradable sobre la otra fémina que allí se encontraba, pero por lo demás solo dejaba a sus lágrimas escaparse, quería quedarse seca, exprimir todo lo que tenía dentro y poder sentirse bien.
Y allí estaba, Eri, se sentía una deshonra para su villa y para su hermano, sin ningún talento más allá de su Kekkei Genkai heredado de su madre, pequeña, inocente, sin ningún tipo de iniciativa propia en nada de su vida...
Pero ahí estaba.
Quizá tendría que entrenar más, hacerse más fuerte, centrarse e imponerse una meta que alcanzar, pedir ayuda a otras personas y aprender, dar un sentido a su vida. Comenzaba a dar vueltas a las ideas que se le remolinaban en su cabeza, y poco a poco las lágrimas desaparecieron, dejando solo un rastro seco en sus mejillas.
Se separó poco a poco de Koko para mirarla a los ojos directamente desde los suyos, hinchados y enrojecidos; para murmurar con voz ronca.
—Gracias, Koko-san, lo necesitaba.
![[Imagen: ksQJqx9.png]](https://i.imgur.com/ksQJqx9.png)